Probablemente Walsh pretendía continuar por la estela del éxito de la pareja Wayne y Trevor, estelas rutilantes desde 1939 con La Diligencia, de Ford. El triángulo amoroso se completa con un Walter Pidgeon tan reconocible como siempre.
Un Western bastante convencional, muy bien rodado y con imágenes muy icónicas: el salto al vacío de la diligencia es extraordinario. Los pasajes actorales entre los protagonistas son algo forzados, aunque interesantes.
Se ve muy bien, un blanco y negro muy bonito. Pero la historia decae a medida que pasa el metraje. Es interesante, pero me ha resultado algo anodina. Es la segunda vez que la veo y, la verdad, no me ha conseguido emocionar del todo.