sábado, 13 de noviembre de 2021

§ 2.517. La casa roja (Delmer Daves, 1947)

Relato de misterio en la América rural con una fisicidad muy determinada por los dos protagonistas: un ya algo mayor Edward G. Robinson con expresiones toscas y la caudalosa mirada a ninguna parte que patrocinó como propia y de la que no se desprendía, y una Judith Anderson, siempre tan encasillada desde su papel, absolutamente estelar en Rebeca. Les acompañan Lon McCallister, Allene Roberts, Rory Calhoun, y a cantante de jazz Julie London (que la tengo por buena e interesante).
El relato parece sacado de Poe, aunque es de George Agnew Chamberlain sobre el que proyecta el guión el director.
Muy interesante, excelentemente bien tratada, con una progresión en el "suspense" que la eleva poco a poco y que la sitúa como una obra interesante. Oscura y algo dramática, no sólo sitúa al espectador dentro de la trama, sino que le coloca en la alternativa de querer saber o no saber qué ocurre en el sendero. Algunos personajes sí quieren saber qué pasa, mientras que otros prefieren ignorar lo que ocurre dando un rodeo por el camino más largo. Toda una metáfora de la vida y de la realidad. No siempre afrontar el camino difícil es garantía de llegar a un buen lugar. A veces la postura más inteligente es precisamente la contraria, dejarse vencer por algo que no puedes controlar y seguir el camino más fácil.
Quizá el bosque sea el pasado, no el futuro. La morbosidad de la relación entre la hija adoptada del granjero y el trabajador, con la novia de éste rondando es particularmente intensa. Tal y como observa el padre dicha relación puede deducirse que, de una manera u otra, reproducen la relación que él tuvo con su mujer. Hay algo amenazador en el bosque, pero no porque sea peligroso caminar por él, sino porque esconde algún secreto que es mejor que no salga a la luz. La pertinaz búsqueda de la Casa Roja, la obstinación de la hija en ello parece más propio de un determinismo genético que de una simple pulsión por averiguar la verdad.
La música de Miklós Rózsa le aporta un dramatismo intencionado verdaderamente interesante.
Realmente me ha sorprendido, me ha parecido magnífica. Delmer Daves es un director muy sólido.

§ 2.516. Las zapatillas rojas (Michael Powell y Emeric Pressburger, 1948)

Celebérrima cinta de amor desarrollada en el mundo del espectáculo de esa pareja de directores que hizo fortuna conjuntamente. Delicada, suave, bien trazada, con un guión aunque previsible firme y progresivo. Un color un poco diluido a cargo de Jack Cardiff (luego director de obras interesantes).

Un poco larga para mi gusto, se hace pesada. Tarda en arrancar y aunque la historia es bonita no llegas a conecta con ella del todo.  La frialdad del director (abiertamente homosexual) de la empresa a veces es algo impostada, y la candidez de la bailarina para cuestiones amorosas también se aprecia forzada. La verdadera historia arranca bien entrados los cincuenta y pico minutos...

Si te gusta el ballet, o las películas musicales, seguramente te agrede. La he disfrutado pero no es el tipo de cine que más me gusta. No es una historia de amor desgarradora, ni de intensidad. El baile central es realmente magnífico y está muy logrado, pero la cinta en general me ha aburrido un poco.


jueves, 11 de noviembre de 2021

§ 2.515. Kamikaze 1999 (El último combate) (Luc Besson, 1983)


Elegir para debutar como director de cine esta película tiene su mérito. No es una historia convencional, no tiene diálogos, no se habla en toda la película, no se pronuncian frases o palabras y está rodada en blanco y negro. Tenía, además, solamente 23 años de edad.

Estamos en 1983, la contraculturalidad está presente en todas las estéticas, también en el cine, y la influencia del gran cine -el cine clásico- de los años treinta a cincuenta ya ha perdido su fuerza. Otros modos de hacer cine triunfan, un nuevo público reclama otras cosas...
Estéticamente es interesante, aunque carece de la fuerza de otras apocalípticas del subgénero que tuvieron mejor fortuna de público y crítica. La influencia de "Mad Max. Salvajes de autopista" (George Miller, 1979) parece evidente, aunque no pretende mostrar las mismas cosas, en aquella la lucha por la supervivencia era el asunto principal, aquí, en esta, es el contexto en el que se desenvuelve. No consigue evocar de manera plena lo que sí consigue "Cuando el destino nos alcance" (Richard Fleischer, 1973) que es una película excepcional.
El guión no procede de una obra literaria, ni un comics, ni nada parecido. Es original del director y el actor principal (Pierre Jolivet). El otro actor es Jean Reno, tan característico como siempre.
No tiene tampoco una música convencional que acompañe a las imágenes -no procedería tampoco- sino que se basta el director de algunos sonidos y pequeñas melodías interpretadas por sintetizadores y órganos eléctricos. Está a cargo de Eric Serra.
Evoca soledad, tristeza, individualismo rancio  y mal entendido, desconexión con la sociedad, imposibilidad de mostrar los sentimientos, los pensamientos, las emociones.
Es interesante como experiencia fílmica, y como cinéfilo aficionado hay que verla, pero el cine experimental, de autor, minimalista, indie, no es el que más me gusta. Sigo gozando más de las producciones americanas de los años 50 que con cualquier otro género.

miércoles, 10 de noviembre de 2021

§ 2.514. El asesino poeta (Douglas Sirk, 1947)

 

Un título muy espectacular para una película policial singular, tanto por su temática, como por su planteamiento estético. Un blanco y negro muy vistoso por el que no parece que pasen los años.
Estas primeras obras de Sirk estaban más cercanas al cine negro que a los melodramas que le hicieron un director muy célebre, tanto de público como de crítica.
Es interesante y se deja ver. Pero le falta el tono dramático de las grandes obras de cine negro. Por momentos aprecias que no se abordan las cuestiones con el tono necesario para darle la intensidad que parece requerir la historia. Por momentos parodia situaciones que restan credibilidad a la cinta.
Pero es interesante, sobre todo para los que adoramos a Sirk, aunque bien es cierto que por obras diferentes a esta.
El reparto es magnífico: George Sanders en su papel de cínico de siempre, una muy guapa Lucille Ball, un varonil Charles Coburn, y y el inconfundible Boris Karloff en los papeles principales.
A destacar la escenografía y el diseño de producción, con una fotografía muy lograda.

martes, 9 de noviembre de 2021

§ 2.513. Doble cuerpo (Brian De Palma, 1984)

Un cine dentro del cine peculiar, distinto. No tanto para narrar cosas que ocurren en una película, o mientras se rueda una película, sino como recurso narrativo. Lo que ocurre en esta cinta podría haber ocurrido en otras circunstancias, en otros lugares, en otras coordenadas. 
Hay algo de ingenuo en el comportamiento del protagonista. Algo de persona engañable, de la que se puede abusar, porque no se entera muy bien de qué van las cosas. Risueño, confiado, algo superficial, probablemente con buen corazón pero con pocas luces. 
Y, naturalmente ese es el centro de la historia. Un guión flojo, previsible y aunque pretendidamente original, discurre por caminos ya trillados por el mismo autor en otras películas. No es Fascinación (1976), ni, desde luego, Vestida para matar (1980) que es, para mi, la mejor de este tipo de películas.
Tiene algo de Vértigo, sin lugar a dudas, y de la tensión sexual que provoca, y también algo de La ventana indiscreta, con ese vouyerismo algo pasado de tiempo que ya no se lleva y que hoy sería considerado acoso, sin más. Los elementos dramáticos están bien resueltos y el juego del engaño es interesante.
Entretiene y el director sabe sacarle jugo a la historia, que no deja ver hasta bien entrado el metraje. No se hace larga, a pesar de sus 110 minutos de duración. No es, sin embargo, de las mejores de De Palma, ni mucho menos.

lunes, 8 de noviembre de 2021

§ 2.512. Incendies (Denis Villeneuve, 2010)

 

Muy interesante, tanto en la temática que aborda como en el desarrollo estético que propone. Pero dura, muy dura, de esas dureza que no se olvida. No necesite ser impactantemente salvaje, sanguínea o gore para producir dolor. La verdad de lo que cuenta ya de por sí es dolorosa, de una crudeza muy impresionante. Una guerra de religiones en pleno Siglo XX a pocos kilómetros del occidente civilizado produce ese tipo de horrores.
Tras la exposición algo compleja de la historia se esconde un profundo sentido humano, aunque sea difícil de apreciar en momentos difíciles siempre hay un lado humano de las cosas.
Un viaja hacia uno mismo, hacia sus orígenes a veces se convierte en un infierno, en una prueba de fuerza hacia uno mismo, en un reto que, o bien te devora, o bien te hace más fuerte.
Los pasados 'desconocidos' siempre siembras dudas sobre uno mismo, sobre la propia identidad, sobre el destino de cada cual. Y ese es el fundamento de la película.
Me ha gustado mucho. A pesar de no comprender bien el problema de base del conflicto -solamente me 'suena' un poco- la potencia de la historia es universal, y no necesariamente es diferente a otros conflictos similares. En todos ellos late la misma injusticia y la misma crueldad.
De Denis Villeneuve he visto tres cosas, y cada una de ellas me ha sorprendido más que la anterior. Más allá de los purismos Blade Runner 2049 (2017) es una buena película, y Sicario (2015) aunque quizá no  tanto sí cumple con los cánones de una cinta de acción. Tendré que ver más cosas suyas...

domingo, 7 de noviembre de 2021

§ 2.511. Harakiri (Masaki Kobayashi, 1962)

Realmente el cine japonés es mucho más que Kurosawa, Ozu, o Mizoguchi, y esta obra es una buena prueba de ello. Tan buena como cualquier de las obras maestra de esos tres monstruos.

Aunque puede parecer un tema conocido, trillado, y aunque nos queda lejos culturalmente hablando, la cinta consigue que te llegue la historia. Realmente es un relato fantástico, nada enredoso, muy claro, con una exposición limpia, lineal incluso en sus introspecciones hacia atrás. Se va descubriendo, poco a poco, la historia, el trasfondo, las motivaciones, la venganza... Tanto la exposición del ritual del harakiri, como su componente axiológico o moral está perfectamente tratado.

La fotografía es muy nítida, pero sin esos preciosismos de las películas en blanco y negro de los directores 'americanos': Lang, Hitchcock, o Preminger. No tiene claroscuros, ni contrapicados, ni ningún recurso de ese tipo. Expone la acción a la luz blanca prácticamente sin sombras, sin reflejos.

Los actores, naturalmente, no me suenan de nada: Tatsuya Nakadai, y Rentarô Mikuni en los papeles principales. Aunque indudablemente deben ser tremendamente conocidos, porque cada uno de ellos tiene más de cien películas. 

Una maravilla. Me ha encantado. Me ha parecido una obra de arte. No sé cuál es la sensación que tienen otros amigos del cine. Ni lo sé, ni me importa, porque nunca me ha importando. Tampoco pretende que mi criterio sea seguido por alguien. No soy más que un simple aficionado.

§ 3.891. El 7º día (Carlos Saura, 2004)

  Sucesos bien conocidos, especialmente por un extremeño, y singularmente por uno que estudió derecho, como es el que escribe, en aquellos m...