domingo, 10 de marzo de 2019

§ 1.585. La nave del destino (Clarence Brown, 1952)

Entretenida película de aventuras con un trasfondo histórico cierto, la llegada del Plymouth a América y todo lo que ello supuso, que, según cuentan, partió de un engaño, porque les desembarcaron en un lugar cien millas al norte de donde había acordado por una trampa del patrono del barco para adquirir una compañía contraria. No sé si será verdad, aunque no me extrañaría, en absoluto.
La mezcla de personajes y caracteres variopintos que se enrolaron en esta peculiar aventura pretenden ser bien reflejados en la cinta, pero no es su objetivo. Más allá de la personalidad del Capitán del barco, sobre arisco y adusto, acostumbrado a transportar materiales y no personas.
Un Spencer Tracy en su linea de hombre maduro seguro de sí mismo y una guapísima Gene Tierney en la última película de un gran director, uno de los que transitaron del mudo al sonoro con facilidad y éxito. He leído en Wikipedia que fue nominado a seis Oscar y no ganó ninguno. Es el tipo de director que tengo que frecuentar más a menudo. De hecho es la primera película suya que veo, aunque tengo Ana Karenina, que tendré que visionario en breve.
Fue el gran valedor de Greta Garbo, una de las actrices más icónicas de todos los tiempos.

§ 1.584. Fort Utah (Lesley Selander, 1967)

Convencional película del Oeste que se ve muy mal. Mi copia no era claro, un color muy apagado y algo borroso. 
La historia no es especialmente mala, tiene interés y se deja ver. Un pistolero con un pasado que no muestra intenta ir a no se sabe dónde, para no se sabe qué. Se encuentra con una caravana de granjeros que atraviese una región plagada de indios que persiguen a un malhechor que no se sabe qué les ha hecho.
En fin, la intervención del pistolero (John Ireland) le provoca sentimientos enfrentados con una granjera  (Virginia Mayo) que acaba de enviudar.
Convencional e interesante cinta que se deja ver, de un director para mi desconocido. Al parecer hizo toda su carrera en el Wester de Serie B, y filmó muchas películas, más de 80, casi todas del género.
Tendrá que cultivarlo más.

§ 1.583. Los cañones de Navarone (J. Lee Thompson, 1961)


Una de aventuras, clásica, más que bélica. Con un guión algo inverosímil, misión suicida como Doce del patíbulo, aunque mucho peor. Sin ser mala, que no lo es, y yo le he puesto un 9 (quizá mucha nota), a lo largo de su metraje exagerado a veces baja mucho de nivel, no da la nota. El trio Peck, Niven y Quinn es magnífico, con una Irene Papas muy en su papel y una guapísima Gia Scala con un pelo tan corto que no parece ella. Me ha gustado mucho David Niven, que mantiene esa postura entre irónico y cínico que tan bien le pega, que tan bien hace. Siendo Peck un grandísimo actor, en algunos momentos consigue darle la réplica. Y no es nada fácil.
Es un poco larga, sobran unos veinte minutos en total, más de dos horas supone una atención que la cinta no merece. 158 minutos, exagerada duración.
Me ha gustado la ambientación, el guión y sus exageraciones, y el resultado final, amable y sin demasiadas complicaciones. Quizá le mejor película de J. Lee, que tiene muchas pero gran cantidad de ellas totalmente prescindibles.

sábado, 9 de marzo de 2019

§ 1.582. El espejo (Andrei Tarkovsky, 1975)


Un cine muy personal. No es la introspección de Bergman, ni la visualizad de Kurosawa, es otra cosa. Es suyo, te tiene que gustar sin ser capaz de llegar a entenderlo del todo. Es, salvando las distancias, como la poesía, no tienes que interpretarla para ser capaz de agradarte con ella. Simplemente tienes que leerla y sentir, algo, lo que sea. Ese algo, en mi caso con esta película, desesperación, puede no ser lo mismo que siente otra persona que ve la misma cinta. 
A diferencia de otras suyas en esta cinta el guión no existe. En La infancia de Iván (1962), Andrei Rublev (1966) o Solaris (1972) sí había guión. En esta no. Se acumulan imágenes, probablemente recuerdos de su infancia, de manera aparentemente desordenada, para mostrarnos lo que él es: sus recuerdos. Si lo que filma son sus recuerdos de infancia, es evidente que no fue un niño feliz.
No sobra nada, ni falta nada. No es exactamente una película, es un ensayo fílmico.
Los recuerdos de España, con las imágenes del Madrid de la guerra y los niños llorando y la gente refugiándose de los bombardeos carece de sentido para mi, así como las ensoñaciones toreras del señor que se acuerda de Sebastian Palomo Linares viendo una corrida en al televisión. También hay imágenes de una guerra, quizá la IIGM... también una imagen del clásico hongo que se produce tras un deflagración nuclear. Y también imágenes de manifestaciones en China con el retrato de Mao.
Sus recuerdos de infancia, lo que vivió, aquello que le marcó visualmente, no puede entenderse de otra manera este ensayo fílmico.
El título se debe a la manera que tiene la protagonista de conversar con su marido, creo que militar que, o está ausente, o ha fallecido. Quizá lo primero, porque en algunas imágenes los niños le abrazan cuando le ven llegar.
Hay música de Bach y ópera, pero tampoco puede atribuirle un propósito a ello, simplemente suena.
No sé, no me gusta demasiado. Lo veo porque hay que ver de todo, pero no me parece el genio del cine al que todo el mundo debe rendir pleitesía.
Es interesante, se puede ver perfectamente, pero no pretendas verla como una película clásica, que no lo es, ni interpretar un único sentido a lo que ves, porque desfallecerás.
Dos cosas más. Los poemas, al parecer son de su padre, poeta reconocido. Y los subtítulos tienen faltas de ortografía, a veces clamorosas. Una pena la edición tan poco cuidada. A lo mejor está subtitulada en Rusia, y por ello los errores, no lo sé.
La fascinación que provoca Tarkovsky me parece exagerada. Salvando las distancias me recuerda a los que les fascina Faulkner o Kafka en sus novelas (o en los relatos breves), por ejemplo. Son extraordinariamente difíciles de leer, y encuentras una cierta satisfacción en ello, pero no creo que todos los que dicen haberlos leído hayan entendido algo más que lo superficial. En esta cine pasa algo parecido. Decir que te gusta Tarkovsky, o Terrence Malik, por ejemplo, es situarte en una especie de plano moral superior, porque se supone que eres capaz de comprender complejidades fílmicas que otros no son capaces de apreciar. Pero el cine, como la literatura no es exactamente eso. Sí hay algo de eso, pero no del todo. Tolstoy, por ejemplo, el facilísimo de leer y complejo de interpretar, justo lo contrario que Kafka. Con esta película, no con todo Tarkovsky, pasa algo parecido. Encumbrarla como una obra maestra me parece exagerado, porque la complejidad expositiva no lo es todo.

jueves, 7 de marzo de 2019

§ 1.581. Star Trek, la película (Robert Wise, 1979)


Me ha decepcionado un poco. La preveía más intensa, más racial, con más contenido. Es lenta, pausada, con una música más que notable de Jerry Goldsmith que se muestra a todo lo largo y ancho de la cinta. Pero el aire general, la temática, el guión y todo lo que rodea una cinta no me ha gustado demasiado. No sé qué le han visto. No es, ni con mucho, de lo mejor de Wise, un auténtica grande del cine de todos los tiempos.
Pensar que podía competir con Star Wars no era realista. No tiene nada que ver. En esta se pretende una realización distinta, desde la humanidad del planea y la necesidad de salvarla. Star es otra cosa, cine espectáculo, de evasión, sin pretensiones filosóficas o personales. Esta es otra cosa, distinta, pero no mejor. 
No se llega a entender cómo la chica se convierte en instrumento de comunicación con la materia enérgica que amenaza a la tierra.
Los decorados son similares a 2001: la odisea del espacio, de Kubrick, en donde abundan los colores ocres y rojos para los pasillo de moqueta y los sillones y sillas. 
Las naves también son mas pobres estas que Wars, y los personajes menos definidos, más intercambiables, excepto Spot, que comienza siendo un personaje misterioso y termina de la misma manera. La chica juega a la ambigüedad moral en varios sentidos: es un ser mecánico y siente amor y odio por los astronautas de la nave Enterprise.
No me ha gustado mucho.

§ 1.580. Terminator 3: la rebelión de las maquinas (Jonathan Mostow, 2003)


Pues pensaba que vería una buena película y, la verdad, me ha decepcionado un poco. Bueno, no, me ha decepcionado mucho.
Muy ruidosa, poco inteligente, nada sutil, sólo fuera bruta, sólo adrenalina. Comparadas con las dos primeras partes esta es muy mala. No tiene ni la gracia, ni la sorpresa, ni el guión, ni la moralidad de la primera, ni lo trascendente de la segunda. Es una mera sucesión de luchas entre máquinas del futuro sin solución de continuidad. Me temo que habrá cuarta e incluso quinta parte de una saga que, la verdad, con la primera y la segunda hubiera bastado. Hay hasta nueve partes.
El genio de Cameron no se iguala en esta.
La idea de una máquina del futuro que vuelve hacia atrás para salvar a un mujer embarazada que pretende matar otra máquina dio para una película, y la salvación del hijo de esta mujer dio para otra, pero ya no más.
Prescindible.

martes, 5 de marzo de 2019

§ 1.579. Bestias de ciudad (Vincent Sherman, 1957)

Hay algo que falla, tiene buen planteamiento, el desarrollo parece correcto, y, sin embargo, no llega a cuajarse como una gran cinta. El potencial es grande, los actores sinceros, el metraje adecuado, el guión tiene gancho, pero no sé qué tiene que no se muestra con todo lo que puede dar.
El mundo de la moda y el sindicalismo más salvaje, buena confinación. Lo que naufraga es la presencia del hijo, que llega de la nada y se coloca del lado de los sindicalistas, cosa rara y poco creíble. 
Además la novia del padre no juega el rol que se supone que debía jugar, algo no encaja. El reencuentro del hijo y el padre esconde algún tipo de relación turbia anterior, que sólo se insinúa, probablemente tras la muerte de la madre.
Los primeros veinte minutos son muy buenos, pero encuentra un valle de media hora que lastra la cinta. Pudiendo ser espléndida se queda en interesante.

§ 3.895. Nacida en el oeste (Budd Boetticher, 1959)

  Una del Oeste, basica, de Boetticher, con un siempre atinado Randolph Scott y una guapísima Virginia Mayo. Un tema más o menos de siempre....