Me han encantado los paisajes, sólo a la altura de la de Sidney Pollack, la de Jeremías Johnson. Este es todavía más bonito, con esas nevadas, los ríos helados, magníficos decorados naturales 100 %.
Además, y lo he leído en alguna crítica, emplea un diafragma muy grande en la cámara, con lo que se aprecia mucha cantidad de pasaje.
La trama es un poco insustancial, pero se mantiene durante toda la cinta. Llama la atención la poca trama adicional que articula la película.
Es un poco larga, aunque realmente no sabes qué cortar, si es que me correspondiese a mi dicha función. Pero también es un poco pretenciosa, algo hay en ella de virtuosismo estéril, de grandilocuencia, de mire usted qué cosas soy capaz de hacer con la cámara. Una especie de juego circense, que a mi particularmente me cansa mucho.
La interpretación de Di Caprio es como se espera de este tipo de juegos malabares: pretende ser contenida, aunque el personajes no permite mucho minimalismo.
No hay prácticamente mujeres, que haya apreciado, y no hay muy pocos personajes.
Es una película que puedes ver, pero que no repetirías. No me parece una obra de arte, o una gran película. Está bien, es virtuosa, se deja ver, no cansa, pero no tiene ese nivel. Ni mucho menos.
El director está de moda, de dulce, varios premios seguidos, Oscar incluido y esa aureola de 'lo nuevo' en una industria que reclama nuevos talentos cada muy poco tiempo para seguir con el guiringito en marcha. Y su perfil es el ideal para ello. Hombre del sistema, pero nacido fuera (es mejicano), y con experiencia en otros cines, España incluido.