Filma Noir en estado puro, preciosa, hasta cierto punto intimista, muy bien espaciada, muy bien desarrollada, y muy intrigante. Hasta el final no sabes qué el título no proviene de los dos hombres de la historia, sino de los animales de compañía que se relacionan con los hombres para acompañarlos, los gatos.
Lev Stepanovich era un contador de historias ciego que la abuela de León Tolstoy tenía a sueldo en la casa familiar. Era legendaria su capacidad para contar cuentos... manipularlos, hacerlos una y otra vez de manera diferente... Eso pretende este Blog, contar cuentos... de manera creible.
miércoles, 1 de julio de 2015
martes, 30 de junio de 2015
EDWARDS, Blake. Dos hombres contra el oeste (1971)
Estas películas de ritmos lentos, de visionado pausado, son de un oeste que no es el mío. Parece una obra de teatro, que es lo que es, sin tensión, sin esa premura de las del Oeste de 'verdad'.
Además Ryan O`Neal siempre me ha parecido un actor de moda que se mantuvo más tiempo del que merecía, frente a Holden que es uno de los mejores actores de todos los tiempos.
Edwards es un gran director, versatil como pocos, pero en esta película, al menos a mi, no me parece que acierte con el tono. Para empezar es largísima, 131 minutos parece excesivo para contar esta historia, que no tiene más de noventa. La prueba de ello es que la cinta que yo tengo debe ser alguna versión mejorada o ampliada, frente a la que se comercializó en España que según filmaffinity dura 109 minutos. Quizá con ese metraje se podrían haber hecho mejor las cosas.
lunes, 29 de junio de 2015
DeMILLE, Cecil B. Por el valle de las sombras (1944)
Bonita historia, netamente Yanki, más americana que la crema de cacahuete. Médico destinado en Java con arrojo desmedido consigue salvar a doce soldados malheridos de caer en manos de los japoneses que estaban invadiendo la isla, con una historia paralela de un amor correspondido sólo a medias, y de un descubrimiento científico no del todo consolidado.
Buena película de uno de los constructores del cine americano, con el que siempre he tenido reparos... no encajaba en mi gusto, pero como otros tantos al final, será por la insistencia en el visionado de cintas, me acaba gustando aquello que no me gustaba. Será que no lo entendía y quizá ahora sí.
domingo, 28 de junio de 2015
MANN, Michael. El último mohicano (1992)
Es la primera vez que la veo, aunque es de esas míticas de los noventa que todo el mundo ha visto un montón de veces y que le ha encantado. Pues es la primera vez que la veo y bueno, pues se deja ver, pero poco más... no me ha parecido una grandiosidad de cinta. La música es muy conocida, todavía se sigue oyendo por ahí...
sábado, 27 de junio de 2015
viernes, 26 de junio de 2015
SIEGEL, Don. Duelo en Silver Creek (1952)
No es que se diga un mal Westher, que no lo es, pero no se ajusta a los Cánones de lo que a mi me gusta como película del oeste, no es canónica. No, no es exactamente eso. Sí reproduce los cánones típicos y tópicos del género, pero tiene algo que le falta algo que sí tiene las películas de Ford o de Hawks, de Mann o de Hathaway, que son los tótem tabú del género. Es bonita, se deja ver, hay pistolas, tiros, mujeres hermosas, poco whisky (parece mentira) y escasas peleas.
Siegel es, qué duda cabe, uno de los grandes, pero estas películas iniciales de su filmografía no son sus mejores obras.
jueves, 25 de junio de 2015
ALLEN, Lewis. Brumas de inquietud (1958)
Melodrama trabajado y muy bien estructurado alrededor de un amor infiel y una muerte repentina. Todas las películas que recuerdo de Lana Turner son de una mujer torturada por el amor, más que por el amor, por las circunstancias que rodearon el amor de su vida, que imposibilitan su desarrollo emocional por cauces ordinarios y trillados. Nada más sencillo que amar y ser amado, pero nada más difícil que conseguir que esa normalidad sea la divisa de la relación, porque la normalidad hay que respetarla y quererla.
La guerra desde luego debe ser un buen lugar para enamorarse, no porque presente las condiciones ideales, que no es el caso sino todo lo contrario, sino porque, más probablemente, porque el ser humano debe experimentar una increíble sensación de fragilidad y de necesidad de vivir, de potenciarse por lo que pueda pasar.
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