jueves, 28 de octubre de 2021

§ 2.499. El último hombre… vivo (Boris Sagal, 1971)

 

Película "setentera" con una estética muy característica, con un mensaje ideológico algo confuso pero muy efectista. El final del hombre y sus 'culpas' le han llevado a su extinción como especie. Una profecía que, al día de hoy -todavía en plena expansión del Covid-19- no representa tanto un miedo como sí una realidad. En 1971 la pesadilla se vinculaba con un holocausto nuclear, una guerra bacteriológica, hoy en pleno siglo XXI con un virus producido en un laboratorio militar en una recóndita región de china.
No contiene, no obstante, demasiadas referencias morales, éticas o axiológicas. Nos lo cuenta como un cuento, como un acaecer. Como si se tratara de una película de aventuras. En vez de en el mar o en el desierto, en una ciudad apocalíptica, desolada y colonizada por medio hombre que, como los vivos, sólo pretenden sobrevivir. Al principio sí se pretende encauzar esa pretensión, y luego, más tarde, cuando se le enjuicia, es cierto que se produce un dilema moral. Pero tampoco nos explica demasiado qué ha ocurrido, por qué o cómo. Es interesante que los infrahombres no puedan ver la luz, es toda una alegoría de la vida y del mal. 
Es entretenida. Me ha gustado menos que El último hombre sobre la Tierra (Soy leyenda) (Sidney Salkow, Ubaldo Ragona, 1964), pero algo mas que Soy leyenda (Francis Lawrence, 2007).

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