
Preciosa película, de un director magnífico. No comprendo muy bien por qué no es reconocido como uno de los grandes, como un autentico maestro. Siempre relegado a una segunda fila, como alguien menor, de segundo orden, de segunda fila. Pero en fin, doctores tiene la Iglesia. Pero a mi, que no soy doctor por la Iglesia y que soy sólo un aficionado al cine me parece que es un director absolutamente magnífico, maravilloso, estupendo.
Y esta película es una buena muestra de ello, maestría en el guión, soberbia fotografía, unos actores pletóricos (una Ann Harding que para mi es desconocida, pero un Gary Cooper impresionante) y un resultado final redondo.
Sueños oníricos de amor, creer que se puede amar después de morir, el gozo del recuerdo. Impresionante.
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