Última de Clint, que ayer cumplió 95 años. Y sigue rodando. Dicen que tiene entre las manos otra nueva cinta.
Esta es, sencillamente, una película mayúscula. De las mejores de los últimos años. Como todas las de él, gira todo en torno al guión, a la trama, a lo que sucede, a lo que nos quiere contar. Opta por actores que no son superestrellas. Son buenos, qué duda cabe, pero no son estrellas. El más conocido es Kiefer Sutherland. Por lo menos para mi.
Y, como siempre en Eastwood, el tema principal es el del hombre común sometido a situaciones peculiares que reacciona de una manera determinada, que reacciona como un hombre debe reaccionar. Hay algo que, en este sentido, le une con John Ford. El hombre americano, el que hace lo que tiene que hacer. Sin más. Sin alharacas, sin alardes, sin que se le valore, sin pedir recompensa, ni permiso ni perdón.
Lo que me llama la atención siempre en sus películas es la cantidad de cosas que pasan y a la velocidad que pasan. Hay que hacer mucho guión para que todo funcione.
Me ha parecido una gran cinta. No es la mejor de Clint, pero es buena.