miércoles, 19 de junio de 2024

§ 3.443. La gran pasión (Frank Borzage, 1946)

 

Qué maestría la de Borzage, que director, qué capacidad de narrar y mostrar en un lenguaje fílmico emociones inimaginables desde otro vehículo creativo. Y el tema en esta cinta es duro, difícil, comercialmente complicado de vender, tanto por el tema como por la ausencia de grandes estrellas que sean capaces de llenar la pantalla. 
Tiene toda la pinta de ser un proyecto personal del director, que pudo montar gracias a su prestigio previo. Pero intuyo que fue un fracaso comercial. Aunque era la época gloriosa del melodrama  no es el tipo de trama que sea fácil de ver. Además es un poco larga para los estándares de este tipo de películas. Seguramente se va a los 117 minutos porque hay muchos minutos de música. En los primeros veinte no menos de cinco. 
La producción tiene algo europeo, la granja idílica, el fondo musical permanente, los personajes secundarios como verdaderos soportes de los personajes protagonistas.
Es delicada, sencilla, algo empalagosa, colorida y sencilla. 
Los sueños y su proyección hacia la vida real. Gran dificultad, propósito irrealizable y, sin embargo, motor de la propia vida.
Reparto algo 'menor' para los estándares de la época: Philip Dorn, que es el arrogante pianista, algo misógino y despreciativo de las mujeres, chapado a la antigua; Catherine McLeod como la pianista enamorada del maestro, aprendiz de la vida y del piano, que me recuerda a Loretta Young, con esa cara fina y el cuerpo delgado; Bill Carter como el granjero enamorado secretamente de la chica; María Ouspenskaya siempre muy reconocible; Felix Bressart que es un clásico en las películas de Borzage.
La lucha de egos justo en mitad de la película por quién lleva la voz cantante, si la pianista o el director, con la música de fondo es, sencillamente, memorable, arrebatadora, apasionada y elegante.
No muestra su cara más melodramática hasta la segunda parte, y aunque se va intuyendo el resultado no es del todo claro. Tanta sutileza no casa bien con un género -el melodrama- que vive de torceduras, rompimientos, quiebras, rasgaduras y emociones primarias y sentimiento básicos. Se queda un poco a medio camino entre un melodrama clásico -Sirk, como el más meritado- y una cinta convencional de amor romántico con música de trasfondo. Me ha gustado mucho, pero Borzage tiene obras mucho más brillantes.
Seguramente era un apasionado de la música clásica e hizo la cinta que quería hacer, la que a él le apetecía. Genio y figura, potencia creativa. Grandísimo director a reivindicar.  

§ 3.442. Historia sexual de "O" (Jesús Franco, 1984)

 

Otra más de las muchas que rodó prácticamente idénticas. Parece una película en sesión continua. Supongo que tiene su mercado, su público, pero no soy yo. Creo que hay que diferencia en él dos etapas. Una primera que duró relativamente pocos años, que sí tenía cosas que decir y las decía bien. Pero luego, no mucho más tarde de comenzar, empezó con el zoom y las atormentadas ensoñaciones sexuales y todo se fue de madre. Planos obvios, poca imaginación, repetición de una fórmula que nunca llega a funcionar del todo. Lo que me parece un misterio es como pudo montar la cantidad de proyectos que puso en pie. Todos mis respectos y admiración. Rodar como rodaba Franco tiene un mérito indudable. Y aunque la calidad general de sus obras es baja, siempre hay alguna cosa que se puede ver. Me gusta verlas porque es un producto español y porque pertenecen a ese género tan propiamente patrio que continua la tradición de Naschy, Ossorio y Carlos Aured.
Que la chica este leyendo, en inglés, The Naked and The Dead, de Norman Mailer, puede ser todo un guiño al propio autor y a esa obra, que le gustara mucho, que la estuviera leyendo en ese momento, etc., o incluso a la película Los desnudos y los muertos de Raoul Walsh de 1958 que tanto me gustó.
Interesante relación, en cualqueir caso.

martes, 18 de junio de 2024

§ 3.441. Audition (Takashi Miike, 1999)

 

He visto varias cosas de este director, prolífico como nuestro Franco. Las tres cosas que he visto suyas -Ichi the Killer (2001), Llamada perdida (2003), y 13 asesinos (2010)- me han parecido interesante, distintas de las habituales, aunque, en general, algo irregulares, aunque la desconexión con los temas tradicionales del cine japonés actual pueden obrar ese efecto.
Lo que empieza como una simple historia se convierte, poco a poco, en un problema truculento, en un horror y en una historia macabra, violenta y sanguínea. Parece ser que es una cinta muy célebre, con multitud de comentarios, y con una nota elevada para lo que se destila en las plataformas.
Me gusta la música de jazz que acompaña gran parte de la audición de las candidatas. 
Un guión bien trazado y verdaderamente sugestivo, con personajes muy bien definidos que aportan empaque y presencia.
Es una cinta notable, interesante y muy bien rodada. Me ha sorprendido para bien.

lunes, 17 de junio de 2024

§ 3.440. Malicia (Salvatore Samperi, 1973)

 
Célebre cinta italiana semierótica de los años 70 con una gran Laura Antonelli que proyectó al estrellato al director y a la actriz.
En ese tono de comedia ligera que tanto gusta al cine italiano narra el despertar sexual de un joven adolescente que tiene como objeto de deseo a la criada recién llegada a su casa para sustituir a su madre recién fallecida. Su padre y su otro hermano están exactamente igual de 'embolicados' que él de la muchacha. 
Es difícil tomarse el asunto en serio. La trama me llega lejos, el guión aunque interesante no pasa de ser una sucesión de tópicos mal organizados y repetitivos sobre un tema que no da para mucho más que lo que muestra.
Supongo que en su momento fue una cinta muy celebrada, pero ha pasado mal el tiempo por ella, no ha envejecido bien. Ni la carga erótica es tan elevada, como por ejemplo ocurre con Tinto Brass, ni el desarrollo dramático tiene una pulsión narrativa poderosa, como puede ocurrir con El último tango en París, por ejemplo, ni se caracteriza por tener un hilo distintivo peculiar, como ocurre con las de Hamilton. Se incrusta sin dificultad en ese cúmulo de cintas semieróticas de los años setenta que tuvieron su público y que vistas desde la perspectiva actual funcionan regular, por no decir mal. Ésta, sin embargo, debe ser de las mejores de la época, pues sigue teniendo predicamento.


§ 3.439. Los ojos siniestros del doctor Orloff (Jesús Franco, 1973)

 

Una de tantas. Una estructura interesante, clásica y circular, un guión lógico en este tipo de películas, una música truculenta de órgano que acompaña toda la cinta, unos actores limitados pero entregados a la causa, y un director ávido de rodar (a veces, muchas, demasiadas, rodar por rodar) componen una trama  bien desarrollada, aunque insatisfactoria. A veces crees que estas películas tienen que ser así. Es lo que gusta. Que no se pueden hacer de otra manera, que este director es el canon de cineasta dedicado a este género. 
La verdad, son cortas, entretienen y se dejan ver con facilidad. Pero no son especialmente buenas. Por momentos sí interesante, a veces jugosas, pero siempre mal resueltas, con fallos evidentes de guión, de continuidad, incluso con tomas deficientes, un uso abusivo del zoom y planos medios sin identidad alguna.
El Doctor Orloff tiene algo de Mabuse, seguramente mucho más de que creemos. Doy por seguro que Franco era un cinefilo de pro, y, naturalmente, entusiasta de Lang. Su Orloff es una réplica de Mabuse.
Me ha gustado mucho la ambientación de los chalets de las afueras de Madrid en donde se rueda la cinta, así como los muebles castellanos antiguos, lámparas y cortinajes, los jardines y coches. En su momento era una ambientación 'moderna', a la moda, 'avant-garde'. La introducción de música folk, moderna, de la época acentúa en demasía el contraste entre la trama, clásica, de siempre, incluso casposa y sabida y la modernidad qeu pretende darle a la cinta en general.
Pasable, sin más. Se deja ver, sin más. Será poco recordada.

domingo, 16 de junio de 2024

§ 3.438. Mensajero del futuro (Kevin Costner, 1997)

 

Es la película que arruinó las esperanzas de Costner como director. Después de Bailando con lobos (1990), que es una película bastante decente, y antes de Open Range (2003), que es una verdadera obra de arte, nos trae Costner esa distopía sobre el poder, la maldad y los héroes en una América del futuro que ha vuelto, en realidad, al pasado.
Tiene varios defectos muy evidentes. Es larguísima, y la historia no  soporta tanto metraje. El hecho de que sólo haya una verdadera estrella, más allá de Bill Patton, que es un muy buen actor pero que no es verdaderamente una estrella. No se sabe hasta bien avanzada la película de qué va. Deja jugar a la imaginación una gran parte de la comprensión de la historia. Pero, sobre todo, es una historia sin un guión coherente y organizado. Avanza a trompicones, no se sabe muy bien a dónde va, y no sé muy bien qué me quiere decir, cual es su propósito.
Pretende tener un mensaje pero el tratamiento a veces es de casi comedia, con un todo frívolo que no le va nada bien a la historia.
Las películas que proyectan en el cine en el campamento militar es de lo más curioso. Sonrisas y Lágrimas, La legión invencible, y -quizá, no he llegado a verla bien- Robocop.
Por momento parece una película de aventuras, en el futuro y con un planteamiento estético algo diferente a lo esperado.
El retrato del héroe sin motivación, que es lo que es verdaderamente, no está planteado como un circunstancia vital a la que no te puede oponer. Él no decide voluntariamente ser un heroe, en eso se parece a otros héroes americanos -Ford, e Eastwood mediante-, pero se diferencia de los modelos clásicos en el propósito o motivación que anida en el protagonista. El modelo clásico es un héroe sin querer, aquí sí hay una cierta pretensión de convertirse en un modelo a seguir. No al principio, cuando huye y vive para conservar la vida, sino más tarde, cuando desarrolla su oficio de cartero.
La música sí es interesante, acompasa bien al desarrollo de la historia y se deja ori. Es buena. Es de James Newton Howard, autor de decenas de bandas sonoras.

jueves, 13 de junio de 2024

§ 3.437. La pianista (Michael Haneke, 2001)

 

Todo Haneke es perturbador. Bueno, todo lo que yo he visto de Haneke me parece malsano, perturbador, enfermizo, delirante,  retorcido, poco edificante, en definitiva. 
Lo que nos plantea aquí es, sencillamente, cómo las personas normales, dedicadas a asuntos corrientes y molientes, son capaces de escapar de su rutina de la manera más sórdida posible. No hace nada malo, quizá sí reprochable desde una moral estricta, pero a ella le sirve para seguir viviendo una vida vulgar, anodina y sin esperanzas. En realidad, es algo que hacemos todos, con mayor o menor intensidad, y pruebas de ello hay por doquier.
Hay algo de neurótico en la represión sexual que mantiene la pianista consigo misma. Parece que la represión la ha ayudado a tocar mejor el piano. Quizá sea así, aunque probablemente tocaría igual de bien, o de mal, sin participar de esa manera tan peculiar de vivir el sexo.
Es interesante la propuesta, aunque algo alejada de los cánones ordinarios y usuales de una película clásica, que son las que más me gustan.
La historia tiene una cierta sensibilidad, funciona en la rudeza y en la violencia, pero no consigue conmover desde la dulzura. Probablemente no lo pretende. 
Es una cinta lenta, circular, obsesiva, neurótica y agresiva desde la sexualidad. Una propuesta interesante.
He leído algunas crítica sobre la cinta y estoy bastante de acuerdo en que una temática como esta en manos de un directo más zafio, menos dotado y menos sensible hubiera sido un despropósito morboso y sin sentido. 
Me ha gustado, pero no me parece la obra de arte que parece sugerir todo el mundo que es. Interesante, sugestiva, distinta, provocadora, pero no me parece una cinta mayor. Ni mucho menos.

§ 3.904. La muerte cumple condena (Joaquin Luís Romero Marchent, 1966)

  Otro Western del montón, industrioso, rápido, sin pretensiones, pero con propósito. La copia no se ve del todo bien, y eso dificulta el se...