lunes, 26 de febrero de 2024

§ 3.317. Dodge, ciudad sin ley (Michael Curtiz, 1939)

 
La tengo por gran clásico, de esos canónicos que forjan la leyenda de un director, de un actor, de una actriz. De un año, además, verdaderamente magnífico en la historia del cine, 1939.
Tiene ese punto de epopeya que tanto gustaba en aquellos años y que tan bien pega con el Western. Un punto de película fundacional, creadora de un subgénero dentro del género, aquel que se dedica a narrar, como si de un poema épico moderno se tratase, las peripecias de la conquista del Oeste.
Es amena, muy entretenida, divertida y muy recordable. Es de las que no se olvidan. Por momentos emotiva, en otros de aventuras, siempre western, y con dos superestrellas de la pantalla de todos los tiempos: Errol Flynn y Olivia de Havilland. En sus tiempo más álgidos, en plena expansión del cine.

§ 3.316. Secuestradores de cuerpos (Abel Ferrara, 1993)

Tercera versión de un 'clasicazo'. Comenzado con La invasión de los ladrones de cuerpos (Don siegel, 1956) y continuando con La invasión de los ultracuerpos (Philip Kaufman, 1978). Al parecer hay una tercera versión previa a esta, que no he visto: Invasión (Oliver Hirschbiegel , 2007).
Indudablemente de peor corte y confección que las otras dos, especialmente la de Siegel, que quizá sea la mejor, y, sin duda, la que más me gusta.
Lastra mucho que sepas de qué va. No existe el elemento sorpresa, ni siquiera el seguimiento de la trama tiene aliciente. Tampoco se basa en efectos especiales que pudieran provocar en el espectador un sentimiento de zozobra o miedo más allá de lo usual. 
Tiene más de satisfacción personal del Director que de gran cinta. Seguramente Ferrara sea un fanático de las dos cintas y este es su homenaje particular. El cine está lleno de estos guiños.
Pero está vacía, hueca y huera. Amanerada y acartonada. Sin pulso. Sin brillo. Sencillamente no era una cinta para que le hiciese Ferrara, más acostumbrado a hacer otras cosas, transgresoras, delirantes, violentas y tamizadas tras la ingesta masiva de sustancias que 'harían vomitar a una cabra'. Me ha parecido demasiado corta. No sé, pero quizá si el planteamiento inicial hubiera sido más progresivo, si la presentación de los personajes hubiera estado más completa, y el escenario -la base militar, el empleo de los residuos químicos, etc.- mejor aliñado estaríamos hablando de otra cosa. 
Queda insulsa, como sosa. Y, desde luego, no es reconocible como de su director. Todas las que he visto de él pueden medirse con un cierto patrón estilístico. Ésta no. No me lo parece, al menos.
Algunos planos juega a ser Lynch, pero con la lentitud de un clásico de los años cincuenta americano. Cinta postmoderna en el tratamiento, pero clásica en la estructura. Algo no funciona. Las escenas más visualmente atrayentes son las de los ataques de los monstruos, de los 'ultracuerpos', y la persecución por las calles del padre con sus hijos.

domingo, 25 de febrero de 2024

§ 3.315. Un grito de terror (Robert Parrish, 1951)

 

Una historia muy conocida. Clásica y, hasta cierto punto, previsible. Miedos, venganza, presos que obtienen la libertad, dinero escondido. Un poco lo de siempre. Con el formato de cine negro ortodoxo, un guión decente, música ambiental, sombreros, trajes, sudor y whiskey. 
Es claramente un producto de Serie B, y podría estar firmada por cualquier otro director de 'estudio', Phil Karlson por ejemplo. Tiene pulso y firmeza, y aguanta bien el metraje. Quizá más larga se hubiera indigestado. 
Dick Powell y Rhonda Fleming es la pareja protagonista. Dirigida por un artesano del cine, un hombre con oficio y sabiduría. Es su primera película dirigida, aunque es cierto que trabajó mucho con Ford y con otros grandes directores. 
Se puede ver. Sin más. Le falta el punch de otras de Fleischer, de Karlson, de Wise, de Rossen, incluso de las primeras de Mann.

§ 3.314. No profanar el sueño de los muertos (Jorge Grau, 1974)

 

Al parecer es un clásico del cine de zombies. Encargo por un productor, se rodó por quien había sido ayudante de cámara de Leone, entre otros. El color funciona muy bien. Tiene fondo y está muy bien construida. Como todas del género, es exagerada y algo amanerada. Tienes que creerte sus premisas, naturalmente. Pero es buena. No es la de Cesar Romero, pero es que la de Cesar Romero es única, es la mejor y sirvió para que se crease todo un género, aunque ya había habido precedentes más que interesantes.
El reparto se apoya en tres actores: Cristina Galbó, que desconocía quién era aunque la vi en La Residencia, de Ibañez Serrador, de 1969, Ray Lovelock, que tampoco recuerdo haberle visto en nada, y Arthur Kennedy, un mito del cine que rodaba sus últimas cosas, inolvidable en La aurora desnuda, de Ulmer de 1955.
Tiene pasta de película mítica. Bien rodada, con continuidad y todo un universo propio que expone el director de manera más que solvente.
Me ha encantado.  Es fresca, nueva, intensa, diferente.

§ 3.313. Las vampiras (Jesús Franco, 1971)

 

En la línea de Franco, lo esperado. Erotismo cutre, lesbianismo de salón, trama poco consistente, chica guapa, hombre poco varonil, y miedo al sexo, al placer, al deseo, a la excitación... Tiene una clara inspiración en Las diabólicas de Clouzot, de 1955. La chica es guapa, pero guapa de verdad. Es Ewa Strömberg, que hizo muy pocas películas. 10 en total. Una con Siodmak, y caso todo con Franco. Guapa a rabiar, de esas suecas grandes, con muchas curvas y generoso escote.
Soledad Miranda es la otra chica. La vampiresa original. Interesante mezcla de rubia y morena que da muy bien en pantalla.
Tiene recorrido, y, además, hasta cierto punto es seminal, pues tiene varios remake reconocidos y ha inspirado a otros varios films.
Mezcla de vampirismo y lesbianismo. Todo un éxito en taquilla, supongo. 

sábado, 24 de febrero de 2024

§ 3.312. Cartas de amor a una monja portuguesa (1977)

 

Factoría Franco. más de 200 películas rodadas. Es impresionante.  Erotismo gachí, desnudismo 'grunch', destape underground, y tramas morbosas al servicio del pecado, del deseo... Bien filmadas, buen color, buena fotografía, y todo un mito a su alrededor. Vistas ahora, sobre todo las de corte erótico, parecen inofensivas, inocentes e incluso pamplineras, tontorronas y nada sugestivas. 
Esta es un título mítico, pero es deplorable. No tiene nada. Nada de nada. Toda sugestión sobre ella se proyecta hacia las escenas de lesbianismo. Monjas lesbianas, podría titularse. El placer sexual es el demonio, que hay que exorcizar a través de la consumación del placer. 
Tan previsible como prescindible.

§ 3.311. La noche de las gaviotas (Amando De Ossorio, 1975)

Debe ser muy difícil hacer cine. Montar una película, pedir el dinero, guionizar una historia, contratar a los actores, localizar exteriores, etc. Hacerlo bine con dinero debe ser más fácil. Hacerlo sin dinero, o con medios ajustados, debe ser muy difícil.  Dificilísimo. 
Entiendo, porque he leído un poco -la verdad, muy poco- como Ossorio montaba sus películas. Un héroe. Un apasionado con mucho empuje, muy poca ayuda y escasa fortuna. 
Su idea de la "Noche del terror ciego" es brillante. Es la construcción de un ideario propio de muertos vivientes basado en leyendas templarias. Son cuatro películas, que se pueden ver sin orden porque no están seriadas, ni son los mismos personajes, ni tienen continuidad: "La noche del terro ciego" (1972), "El ataque de los muertos sin ojos" (1973), "El buque maldito" (1974) y "La noche de las gaviotas" (1975).
En todas ellas se narra la aparición, la reaparición mejor dicho, de unos templarios, con sus caballos, con sus espadas y sus trajes raídos, en el tiempo actual. Al comienzo de la película se cuenta un hecho sangriento del pasado protagonizado por unos templarios. Luego, en el tiempo actual, en los mismos escenarios, ocurren acontecimientos y circunstancias que se relacionan con los del pasado. Bien por el lugar, bien por la fecha, etc.
Esta tiene su gracia, y quizá sea la mejor de la saga. Siempre hay una chica muy guapa, un hombre valeroso y un desenlace sangriento.
A veces es morbosa, otras miedosa. Pretende tener una entidad propia, pero el producto final queda algo acartonado. Le falta entidad y profundidad, empaque y energía. Le falta calidad. Tiene ingenio, mérito, pero no es una gran película. Es entretenida, 'sabrosona' y 'resultona', especialmente para el público español. Pero no sé si puede tener desarrollo en otros países. Me gustaría saber cuál es la opinión de un cinéfilo extranjero muy aficionado a estas cintas de los muertos vivientes.

 

§ 3.891. El 7º día (Carlos Saura, 2004)

  Sucesos bien conocidos, especialmente por un extremeño, y singularmente por uno que estudió derecho, como es el que escribe, en aquellos m...