viernes, 7 de enero de 2022

§ 2.566. El ejército de las sombras (Jean-Pierre Melville, 1969)

 
Relato, más o menos fidedigno, de un líder de la resistencia francesa a la invasión alemana en la IIGM. Melville había participado en la resistencia, y, según dicen, éste es un relato de sus recuerdos y sus impresiones de aquella época, muy intensa y vital.
Lino Ventura nunca lució tan bien como con Melville. Aquí aporta una calidez y una entereza al personaje que verdaderamente pones cara a uno  de los jefes de la resistencia. Así tenía que ser su cara y su quehacer, su forma de comportarse, con esa mezcla de pausa y valentía tan características en los inconscientes o en los antihéroes.
Un ritmo contenido y un cuidado uso de los medios dramáticos hacen de la cinta un relato expresionista de un tiempo singular en donde ser un hombre fuera del rebaño podría costarte no sólo la vida, sino también otras cosas.
No hay prólogo, introducción o introito, ni tampoco corolario, conclusiones, o carga moral, simplemente narra unas vivencias de forma clara y nítida. Bien es cierto que carece de la intensidad dramática de otras obras suyas, magistralmente acometidas en "Hasta el último aliento" (1966) o "El Samurai" (1967), por ejemplo. Estos fueron sus mejores años, los más creativos. Su ultima película es de 1972. Lástima que muriera tan joven, podría haber dado muchas obras al cine Europeo.

jueves, 6 de enero de 2022

§ 2.565. Desayuno con diamantes (Blake Edwards, 1961)

 

Es de una ternura singular. Una comedia con un trasfondo de tristeza, una amargura profunda que se manifiesta en cada forma de comportarse, en cada forma de ser. Un ser triste que adopta comportamientos frívolos con el propósito de hacer olvidar el pasado que arrastra, que a veces pesa como una losa.
El punto de vista, sin juzgar lo que ve, es el de él, un hombre sin verdadera experiencia en la vida que aprecia cómo le atropella un carrusel de emociones a las que no está acostumbrado. Va a pasar de ser un hombre fracasado y mantenido a un espectador de la vida ajena.
Una película sensible que debe gran parte de su fama y éxito a la canción de Hery Mancini y Johnny Mercer.

§ 2.564. Atrapadas en la isla del diablo (Domenico Paolella, 1962)

 

Una de piratas algo distinta a lo habitual. Cuidada en su escenografía, aunque los ropajes y el atrezo no 'peguen ni con cola', totalmente fuera de lugar. El peinado de las mujeres, sus caras pintadas y su maquillaje perfecto después de todo un día trabajando no están acordes precisamente a lo que se espera de una película realista. Pero el cine son sueños, capacidad para creer, para evadirse, para soñar, y aunque la película es un auténtico truño por momentos se deja ver y entretiene. No es la peor película que he visto en mi vida, ni mucho menos.
El argumento es sencillo y el guion no es un prodigio precisamente. La música acompaña lo justo y el color, mucho más vivido de lo que pudiera imaginarse para una cinta de principios de los sesenta.
No conocía a Paolella, le supongo uno de los muchos cineastas de postguerra que alimentó los sueños cinéfilos de los niños en sesión doble de los años sesenta y setenta. Aunque la subtrama encubierta de prostitución y abuso de las mujeres no es precisamente un tema de niños. Eran otros tiempos.
En definitiva, una cinta mediocre de aventuras algo diferente de los cánones habituales en las de piratas.

§ 2.563. Al final de la escalera (Peter Medak, 1980)

 

Obra por y para George C. Scott, que lo es todo en la película. Un viaje introspectivo no se sabe muy bien adónde, si a la locura a la redención, o al propio yo. A lo más íntimo de uno mismo.
A mi modestísimo juicio, Scott borda el papel, desde el principio hasta el final. Su cambio de carácter a lo largo de la cinta, su expresividad, sus miedos, desde la pena a la angustia, con un clarísimo punto de locura y enajenación en su rostro forjan un arquetipo que quedará para el cine como uno de sus cánones. El pelo encrespado pero no revuelto, los ojos saltones, la mirada vacía al comienzo por la pena, luego aterrada ante la incertidumbre de lo que va a ocurrir. Es un motor incandescente que no puede dejar de funcionar, por que se apagaría su propia existencia. La necesidad de saber qué ha ocurrido es más fuerte que el miedo que siente ante lo desconocido.
Melvyn Douglas, en una de sus últimas películas, y la mujer de Scott, la más que decente actriz Trish Van Devere completan un corto pero suficiente reparto.
Primera película (para mi) de este director que ha caminado siempre a medio camino entre la televisión y la gran pantalla.
Esta película suya me ha gustado bastante.

domingo, 26 de diciembre de 2021

§ 2.562. El valle de las muñecas (Mark Robson, 1967)

 

Formato clásico para una temática moderna, nueva distinta, muy de su época, de finales de los sesenta. El mundo estaba cambiando, y el mundo del espectáculo también. Se convertía en un fenómeno de masas, de amplio acceso por todas las capas de la población y con una oferta amplia y variada.
Tres modelos diferentes de vivir el fracaso, en una película descarnada sobre el mundo del espectáculo. Celos, envidias, drogas, adicciones, crueldades, comportamientos tiránicos, explotadores, abogados depredadores, dinero, el tren de la fama que te atropella...
La propuesta es muy interesante, y el desarrollo eficaz. Una película curiosa, quizá un poco larga, aunque se explica por la introducción de canciones enteras que se emplean para separar acciones, personajes y situaciones.
Pero no me ha acabado de llenar. No es una cinta 'redonda'. No sé por qué, pero hay algo que le falta. Tiene intensidad dramática, desarrollo argumental, pero no acaba de convencerme. Tres historias hasta cierto punto paralelas que muestran tres estereotipos de 'chicas' del mundo de la farándula de aquellos años.
El reparto es muy de la época: Barbara Parkins, Patty Duke, Paul Burke, Sharon Tate, y Susan Hayward, que me ha sorprendido bastante y por lo que he leído fue la cuarta o quinta opción, después de que la elección inicial -Judy Garland- no pudiera continuar la filmación debido a sus problemas con el alcohol.
No se trata de encontrar un error de casting, pero las tres chicas son muy 'parecidas', son casi las tres iguales y quizá hubiera facilitado más el mensaje unas caras y cuerpos distintos. Claro que eran el canon de belleza de la época y contra eso nada se puede hacer. Es, desde este punto de vista, una película de su época que, además, y quizá por eso, funcionó bien en taquilla.
El drama romántico se mezcla con las infelicidades de las protagonistas, formando un collage un tanto rancio que destila algo de 'moralina' conservadora: sexo matrimonial sí, pero prematrimonial no. Desde luego era un mensajes completamente cínico que se queda corto en la crítica social e ideológica de aquellas chicas en aquella época. No he leído la novela pero quizá su mensaje fuera más contundente y mordaz, incisivo y crítico.

sábado, 25 de diciembre de 2021

§ 2.561. El único juego de la ciudad (George Stevens, 1970)

 

Mítico director de películas imprescindibles para un gran aficionado al cine, incluso para un aficionado normal, no excesivamente cinéfilo. Pero no la tenía catalogada como obra de Stevens. No creo que fuese bien recibida por el público y la crítica.
Amor adulto de seres solitarios, no necesariamente perdedores pero que se les va escapando la vida entre los dedos. Se hacen adultos, mayores, y sus sueños no se han cumplido, ni en lo profesional ni en lo personal -afectivo, emocional-, y no saben cómo poner remedio a ello. La vida les lleva pero no controlan las riendas; es un caballo desbocado y no saben cómo pararlo.
La propuesta es interesante, muy de la época, pero le falta el punch de otras de aquella época. 
La temática evoluciona hacia el juego vicioso de él, fanático de los dados. Ella parece ser una de las múltiples chicas que pululan por Las Vegas buscando no se sabe qué... Un amor, una oportunidad, su momento... 
Desde el principio se vislumbra que su relación -su vida, su amor- va a ser un auténtico fracaso. No tienen la más mínima oportunidad. Es la crónica de un fracaso. De un fracaso en toda regla. Pero el derrumbe moral del personaje de él no va acorde a su deterioro. Ni su carácter se ve alterado, ni su 'gracia', ni su comportamiento. Me imagino a otros actores más capacitados que Warren Beatty para el papel. Por ejemplo George C. Scott, que le daría un tinta dramático mucho más acusado, pero claro, no hubiera congeniado a nivel de tensión sexual con Elizabeth Taylor, que está, como casi siempre, magnífica. Incluso en su madurez mantiene una guapura brillante y sensual.
Ella, por su parte, esconde el pasado amargo de una relación con un hombre casado que, obviamente, no va a dejar a su mujer, ni su trabajo, ni su vida por ella. Pero parece que puede salir bien...
Tiene toda la pinta de proceder de una obra de teatro, como expone muy bien el otro comentario a esta película, bastante mejor que éste en todos los sentidos, más profundo y completo.
No me parece una gran película. Ni mucho menos. Es estereotipada, poco creíble, demasiado larga para lo que propone, un poco fuera de lugar y algo tediosa. La música no acompaña y las escenas de amor no son lo suficientemente intensas como para conmover o provocar una emoción sincera. La lucha de ella por elegir un amor, entre el mayor que le da seguridad y status y el joven que le proporciona emoción y vitalidad, tampoco está bien narrado. No está conseguido. Además fue la última película de Stevens, un director que filmó, al menos, dos obras maestras de todos los tiempos: Un lugar en el sol (1951), y Raíces profundas (1953).

§ 2.560. Los siete samurais (Akiro Kurosawa, 1954)

 

Creo que es la cuarta, quizá quinta, vez que la veo completa. Desde un punto de vista temático me ha parecido muy interesante, quizá no me había fijado otras veces, el rol de profesores que juegan con los campesinos, enseñándoles estrategia y moral militar, no sólo a pelear sino a armarse moralmente frente al enemigo. Tan importante una cosa como la otra. El comportamiento de los militares es mucho más estratégico y organizado que hormonal o testicular. Desde este punto de vista es más natural, más auténtica que el remake, más épico y epopéyico. Y hay un mensaje claro: el grupo por encima de la individualidad. Sólo cuando piensan y actúan en grupo, todos juntos, a la vez, funciona la estrategia defensiva. Es, más que un mensaje militar, un mensaje de vida y de obra, de funcionamiento político, argumental y discursivo.
No se trata de que la de Sturges sea una copia descarada a nivel general, lo cierto es que es lo es hasta en sus extremos más pequeños, en sus detalles argumentales pequeños y poco trascendentes.
La lluvia como fenómeno típico en Kurosawa, siempre aparece en sus películas. En casi todas.
Una estética muy lograda, y una preparación a las batallas que dura más, mucho más, que los propios conflictos. La ropa, las armas, las chozas, el acompañamiento sonoro contribuyen a formar una película que es un auténtico canon de películas de Samurais.

§ 3.891. El 7º día (Carlos Saura, 2004)

  Sucesos bien conocidos, especialmente por un extremeño, y singularmente por uno que estudió derecho, como es el que escribe, en aquellos m...