domingo, 19 de diciembre de 2021

§ 2.552. Crónica negra (Jean-Pierre Melville, 1972)

 

El mundo particular de Melville, un tipo que se paseaba por el mundo con botas de cowboy y sombrero texano, pretendiendo emular a los directores americanos. De hecho su temática siempre es de cine negro. Al menos no le conozco otra temática. Atracos, asesinatos, violencia, policías y delincuentes.
La composición de las escenas de violencia es prácticamente como la de cualquier película de Serie B americana. Seca, dura, sin concesiones. No hay malabarismo, únicamente trama. Un guión tan conocido como cualquier otro pero que en manos de este 'friki' del cine negro hace que se destile una obra de calidad. Además no sabes realmente -como ocurre con tantas obras de cine negro- de qué va hasta que lo tienes encima. Podría firmar esta obra cualquier artesano de la Serie B. Gordon Douglas, Karlson, quizá incluso Fleischer o Wise, y estos dos últimos no son Serie B precisamente. Quiero decir que el material es mejor o peor dependiendo de los directores que lo modulen y manejen.  Y este director para este tipo de material es idóneo.
Se me hace muy raro ver a Richard Crenna en un reparto tan europeo, con un Alain Delon en sus mejores años y con una  Catherine Deneuve en estado de gracia, con una belleza clásica absoluta, con una elegancia y porte distinguido digno de las mejores actrices del cine clásico. Nunca estuvo tan guapa como en "Bella de día" (Luis Buñuel, 1967), pero eso es otra historia.

§ 2.551. Nosferatu (F. W. Murnau, 1922)

 

Puede parecer una exageración lo que voy a decir, pero la asociación emocional entre especulación inmobiliaria y maldad humana que forma parte del imaginario colectivo quizá se debe a esta película, al menos en parte.
Es una película que cumple cien años en el que va a comenzar. Una barbaridad en términos artísticos, sobre todo en un arte que daba sus primeros pasos en aquellos años -aunque ya desde incluso diez años atrás existían películas- para empezar a convertirse en una manifestación artística imprescindible en el siglo XX.
La cinta está perfectamente restaurada. Tiene un ligero matiz verde en su pigmentación que la hacen muy reconocible y original. Aunque a ratos el sepia parece el color dominante. Como bien se explica al comienzo se han utilizado varias copias, procedentes de diferentes países, para la creación de lo que pudiéramos llamar "versión canónica".
La sucesión de luces y sombras es probablemente la aportación fílmica más notable de la película. La narrativa no desde la enunciación de unos acaeceres, unos sucesos, unas situaciones, sino la capacidad de infringir miedo, terror, asco o aversión empleando únicamente las imágenes, y particularmente las sombras que proyectan la imagen del vampiro sobre la pared, el suelo, las puertas, etc.
Las composiciones musicales no sé si son propias de la película o se compone de retazos de obras ya clásicas en aquel momento. Probablemente la primera opción sea la más plausible. Se acreditan hasta siete autores de la misma.
No se hace larga, aun siendo muda y con la limitación de conocer bien la historia, el contenido. No es una suma de imágenes, más o menos engarzadas, sino la composición de una historia por nuevos medios de expresión. Está llena de imágenes icónicas que son capaces de resumen en un par de fotogramas lo que el personaje piensa, siente o quiere expresar.  Ése es su gran mérito, claro.
Me ha gustado verla, pero es cierto que hay algo de voluntad en ello, casi una pretensión ideológica, una aspiración.

sábado, 18 de diciembre de 2021

§ 2.550. La captura (John Sturges, 1950)

 

Muy interesante propuesta, lástima que mi copia no se vea del todo correctamente. La redención es el tema. La capacidad del hombre para encontrarse consigo mismo y ser capaz de expiar los pecados que ha cometido en la vida, los errores fatales que han influido en otras personas. La confesión a un religioso, el aire a expiación que circunda al protagonista, el peso de la culpa. Un ensayo sugestivo en un marco de Western. 
La voz en off es una técnica que expuesta de la manera que lo hace el director es casi teatral, aclaratoria de los propósitos y sentimientos del protagonista -pues sólo funciona con él- y que sirve para simplificar el retrato psicológico del personaje, pero que resta potencia a las imágenes y al relato. 
Está muy bien montada, tiene un guión muy inteligente y se conduce estupendamente. 
Lew Ayres, y Teresa Wright son los protagonistas. Él sí consigue el aire de hombre torturado, malherido, incapaz de sobreponerse a sus obras, a su destino. Ella consigue un mejor empaque a la obra, trascendiendo su rol a medida que avanza la película. Domina las relaciones entre ellos y su potencia le imprime carácter y forma de ser. Es mejor papel el de ella que el de él.
Me ha gustado mucho. No sólo se deja ver, sino que te lleva y favorece que te cuestiones algunas cosas.

§ 2.549. Los sueños de Akira Kurosawa (Akira Kurosawa, 1990)




Varios cuentos cortos componen una película de relatos. Esta cinta no es, como suele ser habitual, el desarrollo en lenguaje cinematográfico de una novela, sino la composición de varios cuentos del mismo autor que no guardan relación entre sí. Es una perspectiva no demasiado usual. Hay varios ejemplos, pero suelen ser de obras conjuntas de varios directores (por ejemplo, Los 7 pecados capitales (1962), dirigida por Claude Godard, Philippe de Broca, Claude Chabrol, Jacques Demy, Sylvain Dhomme, Max Douy, Eugène Ionesco, Edouard Molinaro, Roger Vadim). En este caso todos los cuentos son del mismo autor, y no se relacionan entre sí más que en la autoría. Ni tienen un nexo común ni siguiera guardan un propósito estético o moral, más allá, quizá, de la aparición de fantasmas, de personajes inexistentes que se inmiscuyen en la vida de los protagonistas para facilitarles una ayuda, para darles una indicación, una advertencia.
El huertos de los melocotoneros. Desde la plasticidad de las primeras imágenes se reconoce como una película de Kurosawa. Lluvia, música clásica (europea), un encuadre perfecto y un simbolismo en cada detalle. Y el color, absolutamente brillante, nítido, con unos contrastes de rojos, azules, blancos y verdes en una composición cromática estudiada como si se tratase de un cuadro. Es conocido que Akira dibujaba bastante bien, y que incluso en las pausas de rodaje de las películas componía planos dibujando, como si se tratase de un 'story board' de un cómic.  Y se nota en la composición de los planos, mucho en algunas, especialmente en aquellos en donde la composición abarca muchos personajes.
La perspectiva de un niño como protagonista en el cine no siempre me ha gustado. Obviamente el 'pescadito' de "Capitanes intrépidos" (Victor Fleming, 1937) es una excepción, pero se me hace difícil entrar en la psicología del niño, cuando más pequeño más me cuesta.
La nieve. En muchas películas de Kurosawa -no en todas, véase, por ejemplo, No añoro mi juventud (1946)- llueve, nieva o acontecen fenómenos meteorológicos de gran intensidad. Es este segundo relato el protagonismo se lo lleva el blanco de la nieve. Una nieve a veces acogedora y otras amenazante, nieve que da cobijo a los miedos y a las esperanzas, al anhelo más profundo y la angustia vital más temida. La luz blanca salvadora y sanadora, como otro fenómeno climatológico que es, abriga y calienta. Nieve y sol, dos fenómenos enfrentados entre si, que forman pare de la vida misma del hombre y de sus aspiraciones mundanas y espirituales.
Un túnel. Oscuridad y miedo. Dificultades y temores. Adentrarse en él es avanzar hacia lo desconocido, hacia lo que puede ser o a lo mejor no es. Pero en todo caso es dirigirse hacia aquello que no controlas, que no eres capaz de dominar. Sin saber muy bien qué hay al otro lado, qué va a ocurrir o con qué escenario -vital, emocional, estético, etc.- te vas a encontrar. Que el túnel esté protegido por un can simboliza las puertas del infierno. Y de ese infierno sólo salen muertos... y ha ingresado en él, sin saberlo, sin quererlo.
Van Gogh. La admiración que siente el autor por la pintura en general, y por Van Gogh en particular es la temática de otro de sus cuentos, el cuarto. Sólo imágenes, prácticamente sin sonidos, el señor que visita el museo se mete, literalmente, en uno de sus cuadros. Qué colores, que gama cromática, que cercanía a los propios tonos que usaba Van Gogh. Por momentos dudo si parte de lo filmado no son efectos especiales, la naturaleza no da esa grama cromática. Parece como si la película se hubiera 'pintado' una vez filmadas las escenas. Es lo más parecido a vivir dentro de un cuadro que he visto jamás.   
La radioactividad y sus peligros. El monte Fuji explotando. El protagonismo del color rojo. La sangre, el fuego, la mancha de la vida. El terror de lo propio, del propio yo. La destrucción de la identidad simbólica, de aquellos que nos hace fuertes y nos sitúa en relación con los demás. Y la radioactividad como mal mayor de la humanidad, a la que ya había dedicado otra película, por cierto, aunque desde otra perspectiva.
El camino. El individuo frente a la sociedad y frente a las dificultades de la vida. Todo un reto. La antropofagia como símbolo, muy evidente, de la competencia capitalista. Se lucha contra otros individuos y contra el sistema, contra la vida misma que impone reglas que no puedes dominar. La parábola del monte elevado por el que hay que subir tras una empinada cuesta es la vida, y la meseta a la que llegas arriba es la muerte, en forma de miedos, locura, desesperación y dolor. Toda una alegoría de la vida misma.
El agua. La modernidad y la simplicidad de la existencia. El respecto a la naturaleza, que elevó a cotas magistrales con Dersu Uzala (1975), y la vida acorde a los dictados de la vida natural.
La carga simbólica y las interpretaciones freudianas que pueden dársele a cada uno de estos cuentos son varias. El autor nos da la suya, pero puede haber otras. El huerto es el despertar de la sexualidad, el conocimiento carnal; la nieve es la consecución de una meta, de un anhelo; el túnel es la guerra y la muerte, que es lo mismo; los cuervos puede ser la locura; la explosión del monte Fuji los temores de uno mismo, de la incapacidad para controlarse, para someterse a la sociedad que nos aplaca y domina; el caminante la soledad del camino y los miedos que atenazan al hombre; el agua es el camino de la vida, el respecto por la naturaleza y la crítica a la ciencia que pretende el progreso del hombre sin respeto a los principios que hacen funcionar al mundo.
Obviamente este tipo de películas sólo puede hacerla un cineasta consagrado y que trascienda del tiempo en el que vivió. Además, naturalmente, de estar capacitado para proyectar lo que probablemente fueron sueños suyos reales a la gran pantalla, con el lenguaje compositivo de esta técnica narrativa. Sólo al alcance de una auténtico genio, como lo es Kurosawa.

viernes, 17 de diciembre de 2021

§ 2.548. Bajo el manto tenebroso (Irving Pichel, 1946)

 

Interesante film claramente de propaganda bélica estrenada una vez acabada la guerra, pero que muestra cómo debían ser los servicios secretos americanos. Una de tantas en ese sentido, con su clásico propósito educativo y formativo, encaminada a mostrar al gran público de qué manera se hicieron las cosas.
Dividida en dos partes claramente diferenciadas, la de formación del equipo que sirve de presentación de los personajes y la de acción, más larga y a la que le sobran veinte minutos. Es una película de 90 minutos, no de 105. Entiendo la pretensión de los directores de rodar y rodar para contar una historia, pero ésta puede contarse con veinte minutos menos.
Se ve muy bien el blanco y negro y el sonido original es perfecto, también los subtítulos. La interposición de 
Se va diluyendo poco a poco y perdiendo algo el interés inicial, decae sin llegar a aburrir o cansar, pero no es una gran cinta. Hay películas de este subgénero bastante mejores. 
Esa frialdad gélida incluso cuando sonríe de Alan Ladd acompaña bien la pretensión de ser espía. Se acompaña de Geraldine Fitzgerald actriz notable y muy reconocida.

martes, 14 de diciembre de 2021

§ 2.547. No añoro mi juventud (Akira Kurosawa, 1946)

 
Modernidad y tradición a través de los ojos de una mujer, hija de un catedrático represaliado en el Japón de antes de la IIGM por sus ideas liberales. Un magnífico marco para desarrollar temas que interesan mucho a la ciudadanía japonesa: la libertad de expresión, de cátedra, la Universidad, el expansionismo militar de Japón como potencia bélica, la represión estudiantil, la brutalidad política, el poder de los militares...
No es una película feminista, pero no tiene ningún complejo en mostrar los sentimientos y necesidades de la protagonista, que es en torno a la cual se construye toda la película.
Se rodea de una banda sonora de música clásica que enmarca las situaciones y subraya los estados de ánimo.
No tiene la fuerza dramática de las tragedias sakespearianas, ni el colorido -obviamente, era en blanco y negro- de sus últimas composiciones. Ni esos movimientos de extras, ni la sensibilidad por la naturaleza de Derzú, pero es una buena película, ni la ternura de Vivir... pero es que es difícil crear una obra de arte cada año y medio. Y de esas Kurosawa tiene unas pocas.
Hay dos caracterizaciones de la películas que me han gustado mucho: los movimientos de masas del principio (puro Einsentein), y el juego de sombras y luces del encarcelamiento de la mujer y, a partir de hay, de cómo ambas -luces y sombras- persiguen a la mujer hasta el final de la cinta.
Crítica social y política, ajuste de cuentas con el pasado y panegírico del antimilitarismo. Tiene varias lecturas. Gustará mucho a los comprometidos con ideas de izquierdas.
Por cierto, creo que es la primera película de Kurosawa que veo en la que no llueve (o se produce un fenómeno climatológico extremo). Y he visto todas las suyas menos tres.

§ 2.546. La pasión ciega (Raoul Walsh, 1940)

 

Una 'road movie' de cine negro. Una mezcla, en principio, poco edificante pero que funciona muy bien. Mujeres fatales, dinero y financiera depredadora. Cargas de transporte y prestamistas poco escrupulosos. La realidad de la vida de unos transportistas tras la gran depresión americana. El compañerismo, la solidaridad entre los camioneros, la ambición por una vida mejor, las dificultades de organizar una vida basada en el trabajo. 
Una actividad dura pero que podía producir buenos beneficios, sobre todo cuando era la ley de la selva, cuando no había regulación alguna en el sector y todo era conducir y llevar la carga de un sitio a otro. Probablemente el desarrollo tan salvaje de la economía americana tras los años treinta fue favorecida por la ausencia de regulación de este sector. Sería interesante estudiar cómo evolucionó el sector tras los acontecimientos normativos.
Un reparto de auténtico lujo: George Raft, Ann Sheridan, Ida Lupino, y Humphrey Bogart. Casi nada. Quizá el papel de pérfida no le pega a Ida Lupino. No me parece un fallo de guión, porque es una actriz versátil y muy dotada, pero quizá otra actriz hubiera podido funcionar mejor, más encajada en el papel.
Blanco y negro diáfano, un sonido perfecto, una edición estupenda. Me parece una gran película de todo un grande. De Walsh tengo 23 películas, de 85 que rodó a su nombre. Uno de los cineastas más prolíficos de la historia del cine, desde el mudo al sonoro, desde 1915 hasta 1964. Cincuenta años de carrera prolífica, llena de éxitos y de aventuras. Un grande. Definitivamente un grande.

§ 3.841. The beast (Lee Jung-Ho, 2019)

Película de policias coreana. De Corea del Sur, naturalmente.  Responde a los cánones de cinta policial norteamericana. Los dos tipos de pol...