Lev Stepanovich era un contador de historias ciego que la abuela de León Tolstoy tenía a sueldo en la casa familiar. Era legendaria su capacidad para contar cuentos... manipularlos, hacerlos una y otra vez de manera diferente... Eso pretende este Blog, contar cuentos... de manera creible.
martes, 12 de octubre de 2021
§ 2.489. Su propio infierno (John Frankenheimer, 1962)
§ 2.488. No me creerán (Irving Pichel, 1947)
§ 2.487. A quemarropa (John Boorman, 1967)
domingo, 10 de octubre de 2021
§ 2.486. El hombre de mimbre (Robin Hardy, 1973)
§ 2.485. La leyenda de Lylah Clare (Robert Aldrich, 1968)
Como todas las de Aldrich es sumamente interesante, distinta, un poco enigmática y muy absorbente. Una espectacular Kim Novak, como siempre (después de tres años sin haber rodado), un sólido Peter Finch, el siempre eficaz Ernest Borgnine, y un sorprendente Milton Selzer que hace un papel absolutamente magnífico, sereno y emotivo. Rossella Falk, en un papel entre lesbiana y resentida, completa el elenco principal. También participa George Kennedy en una escena de "cine dentro del cine", en un papel secundario que quizá sólo se explica por ser un hombre a sueldo del estudio.
Pretende ser una crítica, o una sátira, al mundo de la industria del cine. Ya había ambientado alguna película en el cine, "La podadora" (1955). Aquella era realmente estupenda, con un dramatismo estético y armonioso que inunda toda la cinta. Aquello era un drama, una expiación sobre los abuso del mundo de Hollywood. Esta película es otra cosa. Tiene algo del transformismo de Vértigo, dos personalidades en una misma mujer. Coincide con un momento muy especial, la modificación del propio concepto de estrellas del cine y de su status. Ya no había grandes estrellas, los tiempos estaban cambiando, los estudios se abrían a nuevas propuestas, nuevas ideas, nuevos actores, con otra manera de comportarse, de actuar, de ser en el cine. El tiempo de Cooper, de Bette Davis, de Bogart, de Tierney, habían pasado. No se podían copiar ni calcar. Esa forma de ser murió con ellas.
Y la película hurga en esa herida, en ese sistema, con una pretendida reencarnación de esas estrellas con Lylah. En un diálogo de la película los personajes así lo confirman: esto no es una industria artística, sino de divertimento.
No creo que le salga del todo bien. La película es buena. Se deja ver y tiene su mensaje, pero no es una cinta redonda. Vi hace días El asesinato de la Hermana George, que es del mismo año, y es muy superior a ésta. Además la carnalidad de Novak, su brutalidad, su sexualidad, e incluso su vulgaridad la distancian del papel de Vértigo, la exquisita mujer por definición, sofisticada y elitista.
La ruptura con la prensa, en el papel de la periodista criticona y metomentodo que construye carreras y destruye actores a capricho de su propia insidia.
El resultado es apetecible, una película más, de mejor calidad que otras pero no pertenece a las grandes obras de Aldrich, que tiene unas cuantas.
sábado, 9 de octubre de 2021
§ 2.484. El príncipe de la ciudad (Sidney Lumet, 1981)
§ 2.483. Deprisa, deprisa (Carlos Saura, 1981)
§ 3.803. Las ratas (Robert Siodmak, 1955)
Una obra "realista" de un director tendente a lo fantástico, a exponencial áspenos oníricos de la realidad, al menos en su prime...

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Erotismo nazi, intensidad sexual desacostumbrada, transgresión sexual, porno light, deseo reprimido y luego exaltado, naderías en un entor...
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Su título original -Voodoo Passion- es bastante más elocuente que la traducción, que oscurece el sentido de la cinta. En este caso la titu...
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Experimento fílmico, poesía abstracta, sensibilidad postmoderna, sueños metálicos y sensacionalismo capitalista abusivo y sin sentido. Dis...