jueves, 10 de diciembre de 2020

§ 2.160. Coraza negra (Rudolph Maté, 1954)

    Capa y espada, un género muy vitalismo y preciosista, que da lugar al lucimiento de actores y directores, con obras maestras impresionantes, como esta.
    Director con solvencia acreditada y carrera larga, con actores en el cenit de su carrera: un atlético Tony Curtis, y una misteriosa Janet Leigh.
    Guerras familiares por la sucesión al trono, humildes campesinos, chico y chica -hermanos entre sí- que son enviados a trabajar para un noble. Pero el chico cuenta con un anillo en el que se indica la dinastía de la familia. En el castillo hay un libro de heráldica y descubre finalmente quién es.
    El rey se hace el borracho y su consejero es el padre de la chica guapa, Leigh. Resulta ser hijo de un gran noble acusado de una traición que nunca cometió. Es la historia de siempre, contada una y otra vez, pero muy bien contada.

§ 2.159. Tigre y dragón (Ang Lee, 2000)

    Interesante propuesta de un director ya muy consolidado Ang Lee.
   Li Mu Bai es un guerrero muy cualificado que decide abandonar la lucha en busca del 'tao'. Cede su espada mítica, la "Espada Celestial" a su mejor amigo, teniendo que custodiarla hasta su entrega a su mejor amiga, que se llama Yu Sha, de la que está profundamente enamorada.
   Pero la espada es robada, probablemente por la hija del gobernador, que es, evidentemente, una experta en artes marciales. Li Mu Bai vuelve y se hace cargo de la situación.
    Es delicada, sensible, pero no deja de ser una película de espadas, de capa y espada china, pero de capa y espada. No es lo que me esperaba, ni mucho menos.

§ 2.158. Los chicos del maíz (Fritz Kiersch, 1984)

    Una de las múltiples adaptaciones de relatos de Stephen King, que son muchísimas. Ésta es una de las más famosas y célebres, pero sus adaptaciones llegan a 110 películas o series. Una auténtica barbaridad, que probablemente le aúpen a la categoría de autor más adaptado. No he leído nada suyo, algunas vez me tendré que poner...
    Isaac y Malacai, dos nombre bíblicos que aquí funcionan como reclamos del mal. La trama es superatractiva. Un pueblo, en el medio oeste americano en donde sólo viven niños. Los mayores son asesinados y a los que cumplen 18 años se les sacrifica en una especie de ritual religioso-satánico. Además el hecho de que se escondan en el maíz funciona muy bien como reclamo, pues los niños son difíciles de encontrar. La religión del maíz es la que practican
    El cambio de las señales obliga a los conductores a introducirse en un laberinto de maizales difíciles de conocer, llevándoles, una y otra vez, al pueblo gobernado por la religión de los niños. El pueblo se encuentra totalmente abandonado, nadie por las calles circula, nadie. Los niños están en los maizales, en sus ritos y juegos.
   Para que el terror funcione la situación comprometida tiene que ser verosímil, y aquí falla un poco el interés del chico, que además es médico, en averiguar qué ha ocurrid. Sobre todo porque es consciente desde el principio que el chico que ha atropellado ha muerto previamente, pues le han seccionado la yugular. Parece evidente que el propósito de huir será el primero que experimente, sobre todo cuando no es capaz de encontrar un teléfono operativo, pues todos están estropeados... Pero bueno, funciona la cinta, que es en realidad mítica. Probablemente tenga decenas de seguidores, multitud de admiradores y prosélitos que sigan a esta neo-religión.
   Es la primera película del director, no excesivamente prolífico. Desde 1984 sólo ha rodado 9 películas. No parece una cantidad excesiva. En Filmaffinity además especifica que sólo ha rodado un documental, y no figuran películas para la televisión.
    Los actores adultos son Peter Horton, Linda Hamilton. Él, menos conocido que ella, ha participado en 42 películas, muchas de ellas directamente para la televisión y ha rodado capítulos para 16 series de televisión, ninguna de ellas me suena de nada. Ella es conocidísima por su participación en Terminator, y en su saga, ambas de Cameron.

miércoles, 9 de diciembre de 2020

§ 2.157. Queimada (Gillo Pontecorvo, 1969)

    Pontecorvo sólo hizo 5 películas: Prisioneros del mar (1957), Kapo (1960), La batalla de Argel (1966), Queimada (1969) y Operación Ogro (1979). Prestigioso en su momento gozó de mucha popularidad entre la gente militante de izquierda.
    Protagonizada por Marlon Branco y Evaristo Márquez, un auténtico nativo convertido en actor no profesional que no participó en muchas películas, narra un imaginario motín de los negros esclavos de una isla imaginaria en el Caribe dominada por los portugueses. Los británicos mandan un aventurero con el objetivo de entrometerse en la rebelión de los esclavos contra los portugueses para hacer que el equilibrio de poder vire hacia dominio inglés. Las estupendas plantaciones de caña de azúcar. 
    El control dialéctico que ejerce el protagonista sobre los blancos de la isla que aspiran a convertirse en una nación y el discurso sobre el costo de los esclavos en relación con los asalariados es un ortodoxo discurso marxista.
    Cantidad de extras, una música casi sacra, de Ennio Morricone, una interpretación apabullante de Brando, una gran frescura en la de Evaristo y un guión bien diseñado, sobre todo para mostrar la evolución del motín en la persona de José Dolores. Se le facilita primero el enganche emocional del dinero y del robo del banco, luego se le enseña a matar para proteger a los suyos, más tarde se le sitúa como Presidente del país, rigiendo un 'gabinete' de hombre blancos que, en realidad, dominan la isla y sus riquezas. El vacío de poder que experimenta la isla pretende ser ocupado por Inglaterra mediante su ofrecimiento como solución para civilizar y modernizar la isla, el país.
  La narración explica cómo el negro erigido en Presidente cesa en su cargo por verse incapaz de llevar a buen puerto el país. Se coloca un preboste blanco pero el espíritu revolucionario de los negros sigue vigente. Pasan diez años y llaman de nuevo al inglés, para, en la medida de lo posible, tratar con José Dolores para aplacar la revuelta. Ahora ya no trabaja para el ejército británico, sino para la Royal Sugar Company. Sus planes se centran en en cómo aplacar la revuelta, no en la razón o el por qué de la revuelta. 
    La exposición que realiza sobre el valor del guerrillero frente al del soldado profesional es tan real como la vida misma, con una fuerza y una vigencia radical. El plan del inglés para sofocar la revuelta es espantoso: erradicar todas las poblaciones que dan cobijo y cobertura logística a los insurrectos que se esconden en las colinas. La isla vuelve a ser quemada. El elogio del guerrillero, de las insurrecciones civiles y populares es evidente, recodando algo a lo acaecido en la Isla de Cuba (sólo) diez años antes.
  Inteligente visión, no excesivamente bondadosa, de la realidad que acontece en los procesos emancipadores de las colonias o urbes. Ya lo analizó en otra película suya La batalla de Argel, y en este insiste.
    Hasta donde alcanzo a vislumbrar entiendo que esta película fue un éxito de crítica y público. Una película muy recordada, muy célebre. Me ha gustado mucho, es instructiva. Hay que ver de todo, naturalmente. No es, con todo, mi discurso ideológico.

§ 2.156. El pico 2 (Eloy De La Iglesia, 1984)

    Más cine quinqui, cine heroinómano. Vuelta a la normalidad de las adicciones, ahora en la cárcel, con los mismos problemas pero añadiendo los problemas de estancia en prisión.
    Se desliza una crítica nada velada a la Guardia Civil y al mito de que el país vasco pagaban con heroína a confidentes. También proyecta una crítica a la prensa y su funcionamiento en algunos supuestos límite, como el de la información de la ETA y sus consecuencias.
   Atracos con armas de fuego, muertos y heridos, adicciones, golfeo, toda una barbaridad de excesos... sin futuro, sin pasado, sin nada de nada.
  No me parece una mala crítica social y sociológica de una época muy concreta y de unas situaciones y circunstancias muy singulares. Hay que verla, sin más. sin pretender encontrar en ella nada que valga la pena cinematográficamente hablando.

§ 2.155. El pico (Eloy De La Iglesia, 1983)

    Cine quinqui en estado puro. Tristeza, desesperación, marginalidad. País Vasco años ochenta, visión marxista de la transición y de la problemática de ETA y sus atentados. Heroína y adiciones. Niños que nacen adictos a la heroína: adicción prenatal a la heroína. La crudeza brutal y salvaje de lo más duro de todas las adiciones. El mono, el lumpen salvaje, el aprovechamiento de la enfermedad de la madre para inyectarse morfina, la brutalidad de la vida salvaje.
    Director muy comprometido con ideas de izquierda marxista, con un actor muy característico y peculiar, auténtico heroinómano y delincuente. No tenía que interpretar, era él.
    Vale como testimonio de una época, poco más.

martes, 8 de diciembre de 2020

§ 2.154. La esclava libre (Raoul Walsh, 1957)

    Una especie de "Lo que el viento se llevó" pero en versión menos glamourosa. Clark Gable imperial como siempre, con una Yvonne De Carlo guapísima. Con Sidney Poitier, Efrem Zimbalist Jr. y Patric Knowles.
    Drama racista y amoroso eficaz y resultón, pero con falta de profundidad. Emocionalmente solvente pero poco trascendente. No es de los mejores trabajos de Raoul Walsh, ni mucho menos, pero se puede ver. Un poco larga quizá, dos horas es mucho metraje.
    No se entiende bien cuál es la razón por la que el rico propietario de la recién esclava es tan bondadosa con ella y con otros esclavos. Tampoco se explica bien cómo y por qué una mujer de sangre blanca y negra llega a ser esclava. El papel de la mala de la película, de la mujer que encandila al padre de la muchacha y por la que pide dinero al prestamista no está bien desarrollado. Quizá se había rodado material luego desechado.
    No se llega a apreciar  si es un alegado contra el racismo, la historia de una venganza -la del nuevo propietario contra quien quiso comprarla-, o una simple historia de amor. Desde luego no es historia e identidad propia.
    Clark Gable está como desencantado, cansado de sí mismo, pasota, fuera de ese punto de intensidad dramática que requiere cualquier actuación si quiere ser auténtica. La película es de 1957, y él murió en 1960. 
La belleza de Yvonne De Carlo es clásica, rotunda, racial, muy sexual, enigmática, y profunda. Una belleza 'de largo recorrido', de hoy, de ayer, de siempre.
    El papel de Sidney Poitier tampoco está muy explicado. Se me hace raro que un negro se haga cargo de los negocios del amo. Se intuye que puede ser su hijo, pero no se explicita.
    Rosa dice que la ha visto, pero yo creo que no. Me suena, porque es un tema absolutamente conocido, pero no la he visto, al menos no la tengo ni fichada ni guardada.