viernes, 20 de noviembre de 2015

MANKIEWICZ, Joseph L. Julio Cesar (1953)

   Gran obra. Muy lograda, con unas interpretaciones muy logradas, tremendamente canónicas, académicas, clásicas... con unos gestos suaves de los personajes, potenciando sobre todo la dicción y el verbo. Por eso es más que seguro que la labor de doblaje habrá sido muy importante, intensa.
   No he leído la obra de teatro, pero es muy probable que el director la haya seguido muy fielmente. No va con la obra de Mankiewicz modificaciones de obras clásicas, no es propio de él, hombre más que académico, dogmático.
   Hay una singularidad sobre el que visitan por primera vez esta obra. Si no conoces la historia probablemente te sorprenderá muy intensamente, a la fuerza de las interpretaciones, del código moral que subyace, hay que sumar la generosidad de las interpretaciones. Si no lo conoces es muy probable que lo prioritario después de verla sea la fuerza propia de la historia, y quede en un segundo plano la calidad de las interpretaciones...
   Sea como fuera estamos en presencia de una obra magnífica de un director imprescindible para la historia del cine y de dos monstruos de la interpretación cinematográfica: Brando y Mason.

jueves, 19 de noviembre de 2015

ROBSON, Mark. La furia de los justos (1955)

Es similar a Matar a un Ruiseñor, la película de Mulligan sobre la novela de Harper Lee, tan de moda ahora porque se acaba de publicar otra obra suya. La trama es parecida, aunque esta novela y película es mucho más oscura. Sí se centra en el juicio, de un pobre chicano que se ve envuelto en la muerte accidental de una niña blanca que estaba enferma del corazón y que probablemente muere por el esfuerzo de subir unas escaleras en una noche en una fiesta en la playa.
Aquí sobre todo está en juego algo más que el propio juicio. La cinta se centra en los aspectos oscuros que rodean la captación de dinero para el juicio por el partido comunista, algo que no gusta al abogado que defiende el chaval, que aunque trabaja con el 'recaudador' no es propiamente un miembro del partido, sino un profesor de leyes que necesita ejercer en algún caso para tener experiencia profesional.
No es que el director deje de atender a la trama principal, que es la del juicio y sus consecuencias, sino que hace que nos fijemos en otras cosas. Y la verdad, uno se hace una composición más completa de la realidad. Y no es especialmente agradable. 

miércoles, 18 de noviembre de 2015

BERGMAN, Ingmar. El manantial de la doncella (1960)

     Fuerza visual inusitada, inaudita, arrolladora, potente como pocas, con un impacto que parece que cada fotograba puede ser, en sí mismo y con razón, la foto del cuadro de publicidad de la película. Se nota que cuida mucho los encuadres, la colocación de los objetos, incluso las sombras que proyectan los personajes sobre sí mismos.
     El título sólo lo comprendes al final, cuando se produce el milagro de señalar el lugar elegido para colocar la futura catedral.
      Es la primera película de Berman que veo, y me ha gustado más de lo que preveía. Me ha parecido una gran cinta, una gran película,  con una emotividad sensacional, con una capacidad de transmitir muy interesante y con una sensibilidad muy singular.
     Como casi todas las veces que ves algo nuevo, tienes sensaciones prospectiva, y me parece que me va a enamorar Bergman absolutamente. Me parece un tipo de cine al que se llega después de ver con asiduidad otro tipo de películas, que ya he visto. Ahora toca ver cosas nuevas, visualmente más atrayentes, intelectualmente más profundas. Es un cine más difícil de ver, qué duda cabe, pero a la vez más satisfactorio.

martes, 17 de noviembre de 2015

LOSEY, Joseph. La clave del enigma (1959)

     Me ha gustado mucho. Es muy buena, un noir inglés muy interesante, tanto por la temática, como por la estética, muy británica. Los actores para mi desconocidos pero con gran impacto visual, y con mucha capacidad expresiva. La idea de una trama vinculada a un homicidio siempre esté presente a lo largo de la película, pero el giro final es, aunque previsible ciertamente, muy imaginativo.
    Un metraje razonable, una temática muy atrayente, a veces como si fuese una obra de teatro, con pocos exteriores, diálogos muy potentes y con gran capacidad emotiva.
     Es peculiar, pero los trozos de cinta que no fueron emitidos en España, no más de seis u ocho minutos, explican bastante qué ocurre en la cinta, y como se desarrollan los acontecimientos. En concreto el acercamiento de ella a él para que la enseñe a pintar.
     Sinceramente, parece que quien cortó la cinta no tenía mucha idea. Bueno, mucha no, ninguna. No es razonable cortar ocho minutos en una cinta en noventa.

lunes, 16 de noviembre de 2015

HATHAWAY, Henry. Alas y una plegaria (1944)

   Película de propaganda en una época muy singular, donde el cine estaba al servicio de una causa bélica como instrumento propagandístico el Estado.  No hay una sola película de Hathaway que no sea una buena cinta. Ésta no es una excepción. No es de las cuatro o cinco cintas que a mi me parecen absolutamente sensacionales, pero desde luego está muy bien. Como película de guerra es buena, está muy bien narrada y tiene algunas escenas muy interesantes. Desde luego es un genio mostrando la veracidad de las cosas, en concreto en esta película las escenas relacionadas con el funcionamiento del portaaviones, cómo lo muestra por debajo y deja ver su altura, y el sistema de enganche de los aviones cuando aterrizan con esos claves que suben y bajan para retener el avión, están muy bien, son seguramente auténticamente reales.
    Además tiene como cogida la medida a los 93 minutos. Varios cintas suyas, o al menos a mi me lo parece, tienen ese metraje, lo cual se agradece.
     Hathaway no es un cineasta de pretensiones, no creo que él entendiese que lo que hacía fuese arte, o artístico. Era, simplemente, un director de cine, que hacía muy bien su trabajo. Es un poco como Ford, seguramente a los intelectuales del cine les canse su trabajo, sus películas serán consideradas pasteleras o simplemente prescindibles. Sin embargo, a los que entendemos que el cine, por encima de cualquier otra consideración, tiene que entretener, ser capaz de conmover, insuflar valores, y no adoctrinar, pues nos parece un directo excelso.

domingo, 15 de noviembre de 2015

CLÉMENT, René. Arde parís? (1966)

Era lo que más a mano tenía relacionado con París, después de lo de ayer merecía un homenaje silencioso, de un hombre corriente como soy. Y la película me ha parecido lo mismo que me pareció la primera vez que la vi, una buena película, demasiado larga y que le falta el punch que tienen las cintas americanas de guerra.
La constelación de estrellas que pasan por la película es totalmente episódica. Simone Signoret estará en pantalla no más de un minuto, Glenn Ford quizá dos, y Kird Douglas no más de tres. Esto no es que sean actores de la película, es que participan en ella, que es una cosa distinta. Con los franceses igual, quizá Alaid Delon puede intervenir algo más, pero Yves Montand interviene poquísimo, y lo mismo con otros actores. Quizá Orson Welles sea el que más metraje soporta.
En cualquier caso es una idea interesante, que ya había explorado Huston con el "Último de la lista" (1962), en aquella ocasión todos caracterizados de una manera muy intensa que incluso en algunos casos imposibilitaba visualizar de quién se trataba.
La cinta es muy larga, como si fuese una superproducción tipo Ben Hur o Lo que el Viento se llevó, pero queda raro en una película de guerra, a pesar que de otras lo hacen: el día más largo y Tora, Tora, Tora... En cualquier caso el intermedio no puede ponerse a las dos horas de película para dejar paso a cuarenta minutos más. Queda raro.
De las tres películas que tengo de Clément: A pleno sol, Los felinos y esta, las tres son muy buenas. Es un director muy recomendable.

§ 3.556. El orgullo de los marines (Delmer Daves, 1954)

John Garfield y Eleanor Parker, una pareja absolutamente brillante, sobre todo ella. Él tiene una fisonomía más normal, unos cánones de bell...