jueves, 15 de diciembre de 2016

DREYER, Carl Theodor. Ordet, la palabra (1955)

La película una vez vista no se olvida. Eso seguro. Es muy distinta a cualquier otra, en la forma, en la temática, en el fondo, en los recursos, en la luz, en la sensación de pausa y parsimonia, en la decoración, austera no, lo siguiente.
Cine de autor en estado puro, dogma. Minimalismo técnico, expresionismo en blanco y negro y contención en la interpretación.
Religión y dogmatismo en estado puro.
Le he puesto un 9, no tanto porque me haya parecido una maravilla, que probablemente lo es, sino porque no la voy a olvidar en la vida. Es diferente a cualquier otra cosa. Diferente a todo lo visto hasta ahora.
No es una obra de teatro, no tiene un guión con mucho desarrollo temática. Es una exposición ordenada de una dialéctica dogmática sobre la religión, sus fronteras, sus repercusiones para la vida social y personal, y, sobre todo, es una reflexión sobre la fe, sobre la religiosidad y sobre la trascendencia del ser humano.
Con momentos dramáticos muy efectistas: el dolor es bello, también me enamoré de su cuerpo...
No se olvida.
Me gustaría saber más de su director, que por lo poco que he leído de él debió tener una religiosidad intensa... por decirlo suavemente.

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