miércoles, 5 de julio de 2023

§ 3.095. Sansón y Dalila (Cecil B. DeMille, 1949)

Un clásico de toda la vida. Qué probablemente nació ya como un clásico. Esas grandes obras, con multitud de recursos, ilimitadas cantidades de dinero, los actores que quisiese el director, los mejores recursos técnicos y el control total del estudio, del diseño de producción, del guión, etc. Un grande de los estudios, delante y detrás de la cámara.
Un relato muy clásico, muy ordenador en su exposición, canónico. Un comienzo con la presentación de los personajes, un amplio y largo desarrollo y un desenlace a la altura de lo esperado. Una clásica película de aventuras con mensaje y trasfondo épico que sirve para cualquier época y lugar.  Hay algo intemporal en este tipo de películas. Se pueden ver en pleno siglo XXI con el desarrollo tecnológico en pleno apogeo o cuando se estrenó en 1949, seguramente con un éxito de público descomunal.
Me gusta DeMille, todo lo que he visto suyo me ha parecido superlativo. 
Es enternecedor ver a Victor Mature. Un actor limitado pero que funciona. Tiene ese algo natural y magnético que agrada al público, pero no tanto a la crítica. 
La belleza de Hedy Lamarr está fuera de toda consideración lógica. Es impresionantemente guapa. Una cara diabólica, un cuerpo curvilíneo perfectamente torneado y una mirada atrayente con un cierto morbo y exudando sexualidad. 
El resto del reparto es de escándalo: George Sanders, tan sobrio como siempre, una jovencísima Angela Lansbury, muy guapa y con mucho garbo; y Henry Wilcoxon haciendo de filisteo.

§ 3.094. El espía (Russell Rouse, 1952)

Más que interesante propuesta de un Rouse que me parece un director muy potente. He visto sólo tres cosas suyas, y, la verdad, las tres me han parecido verdaderamente magníficas.
Un comienzo fulgurante, muy 'cinematográfico', en el que se expone, sin que se pronuncie una sola palabra, de qué va la película, y cómo se va a desarrollar. En toda la película no se  pronuncia una sola palabra, y el único actor que ves en pantalla con cierto sentido, más allá de extras y acompañantes en el plano (viandantes, lectores en una biblioteca, etc) es Ray Milland, que me parece que borda el papel. Su drama moral es el asunto de película, por qué hace lo que hace es lo que nos va a contar el director. Aunque todavía no sabes qué hace. Lo intuyes, pero no eres realmente consciente de ello, no sabes qué va a ocurrir ni por qué. Y razones habrá, claro.
Pánico nuclear, guerra fría, tensión entre bloques, sospechas cruzadas, espías, dobles juegos, dinero. Todo un poco del terreno de los tópicos pero analizados desde otras perspectiva, desde otro punto de vista.
Es una película muda. Hay sonidos y ruidos, y se utiliza el teléfono, pero no hay diálogos. En 85 minutos no se pronuncia una sola palabra. Es un ejercicio estilístico difícil de llevar a la práctica. Me parecen demasiados minutos. Quizá sesenta o incluso setenta. Pero la última parte ya resulta un tanto difícil de seguir, además de que requiere un ejercicio de imaginación notable por parte del espectador, al que se le exige jugar con las posibilidad que ofrecen las imágenes más allá de lo razonable. 
No se trata de que no sepas quién es el bueno o el malo, porque sólo hay dos personajes, es que no sabes realmente qué traman y cuál es su relación. Además, para enfatizar algunos aspectos y subrayar aquello que realmente es importante a veces repite el director el 'modus operandi' de los dos protagonistas, sin saber muy bien para qué.
Es muy interesante, por momento notable, con una música de acompañamiento imprescindible de Herschel Burke Gilbert perfectamente acoplada al desarrollo de la trama.
 

martes, 4 de julio de 2023

§ 3.093. El viento y el león (John Milius, 1975)

 

Una cinta muy celebrada, tanto de público como de crítica hecha por un grande de los guiones y de la dirección.
Una trama muy sugestiva, tanto en lo referido al ambiente en que se desarrolla, como en la dinámica del guión. Imágenes brillantes, sencillez en el tratamiento de los encuadres, dejando que los espacios hablen por sí mismos, y un propósito muy claro: humanizar a los bereberes y cuestionar el modo de vida occidental en los países árabes, dominados por la ambición colonial, territorial, el expolio de materias primas y la dominación política. 
Muy interesante Sean Connery, le da una gran autenticidad al papel, aunque al principio pudiera parecer lo contrario, dado su origen, marcadamente occidental -tez blanca, grueso y alto, barba muy blanca y tupida-. Candice Bergen está muy guapa y se mueve bien, aunque quizá le falte elegancia en algunos momentos. También intervienen: Brian Keith y John Huston.
Está muy bien rodada, marca claramente los tiempos de la película a medida que avanza el metraje, es muy colorida, no se hace larga -a pesar de los 115 minutos que dura-, y tiene fondo y recorrido. 
Al parecer está muy lejanamente inspirada en un hecho real, pero el guionista (y director) ha modificado tantas circunstancias de la historia que la hace irreconocible. Es, en definitiva, un guión original.

lunes, 3 de julio de 2023

§ 3.092. Un tiempo para morir (Bubb Boetticher, 1969)

 

Última película de Boetticher, y tenia que ser un Western, naturalmente. Hacía años que no rodaba nada y se nota. Intenta estar a 'la moda': en las músicas, en los colores, incluso en las tramas, pero no funciona. No consigue eso tan difícil: rehacerse. No hay venganza, ni delito, todo está planteado en tono de comedia con tintes de acción, ironía y desengaño. 
Tiene un tono suave y amable que no consigue conectar con los temas típicos del Western. Nada que ver con otras obras duras de Budd, un 'salvaje' de Hollywood.
También fue la última película de Audie Murphy, quien moriría un año largo después. 
La cinta se hizo desde la necesidad del director y la estrella (que crearon una productora ex profeso para ello) de brillar nuevamente. Y claro, estas cosas no suelen salir bien. La chica es una muy guapa Anne Randall, chica Playmate del mes de una conocidísima revista para adultos (generalmente hombres).
El chico protagonista es Richard Lapp, para mi absolutamente desconocido.
Muy interesante, e inolvidable, es el Juez, interpretado por Victor Jory en el papel del Juez Roy Bean. Inevitablemente recuerda a El forastero (William Wyler, 1940) y a El Juez de la horca (John Huston, 1972). Ninguna de las dos me gustaron demasiado. La de Wyler incluso me decepcionó bastante. 
La película se deja ver. Es demasiado corta, solamente 70 minutos. Sospecho que no está terminada, que algunas escenas no se rodaron o se desecharon o la productora la corto porque no le veía salida como producto A y lo encasquetó como B para las dobles sesiones. 

§ 3.091. El crimen de los marqueses de Urquijo (Fernando Cámara, y Pedro Costa, 2009)

 

Seguramente uno de los crímenes más conocidos y divulgados en la crónica negra de la transición. Veinte veces contado y veinte veces narrado. Seguramente nunca sabremos toda la verdad. Aunque la investigación policial y, sobre todo, la sentencia de condena del principal encausado no favoreció mucho la averiguación de la verdad. Con esa frase de "Sólo o en compañía de otros...".
Más allá de que sabes qué va a ocurrir, cómo se van a desarrollar los acontecimientos, es interesante ver qué aire le va a dar el director.
La hipótesis que plantea es que son tres los asesinos, que tres personas entran en la casa y se dirigen a los dormitorios para disparar. Huye, por tanto, de la hipótesis judicial. No era el chico díscolo algo bebido que comete una imbecilidad. Había más interesados en la muerte de los señores. Hace poco vi un podcats sobre este crimen, en una de esas series de 'true crime' que me gustan para caminar.
La cinta está bien rodada, mantiene la tensión y avanza con pausa pero con determinación. 
Personajes interesantes, bien caracterizados y hasta cierto punto creíbles.
El resultado es interesante, recordar el crimen siempre está bien, pero es un poco largo, 90 minutos, por lo que pierde la coherencia con el resto de los capítulos de la serie. Más que un episodio de una serie parece una película. No cuaja. Me gustan más aquellos de los que no tenía previo conocimiento.
Muy interesante es la actuación de Juanjo Puigcorbé, su mirada, su porte, su serenidad, la inteligencia de sus movimientos.

domingo, 2 de julio de 2023

§ 3.090. La vida íntima de Julia Norris (Mitchell Leisen, 1946)

 

Melodrama clásico con una gran Olivia de Havilland en un papel de mujer entrada en años que ve florecer de nuevo la vida cuando ya se había hecho a la idea de que no tendría posibilidad de tener una vida clásica, marido e hijos mediante.
Pero las segundas oportunidades no siempre vienen organizadas y a veces hay que escoger entre lo menos malo y lo peor.
Director muy reconocido en su tiempo, pero hoy ya muy olvidado y poco recordado. He visto muy pocas cosas suyas, Si no amaneciera, que me pareció fabulosa.
Ésta es muy célebre, además de por la trama porque la protagonista femenina ganó el Oscar a la mejor actriz principal. La verdad es que hace muy bien su papel, de joven inocente y de madura ya responsable. Me ha gustado más su presentación de mujer adulta, cincuentona, serena, mayor y sabiendo lo que es la vida. 
Este tipo de melodramas siempre me producen la misma sensación, entre dolor, indignación y sorpresa de que las personas cometan errores dictados por el corazón. Es como si no supieran lo que les va a ocurrir, pero todo el mundo a su alrededor tuviesen muy claro lo que va a pasar.
Se puede ver, pero me gustó menos que la otra que he citado de Leisen.


sábado, 1 de julio de 2023

§ 3.089. Tras el cristal (Agustí Villaronga, 1986)

 

Un ensayo sobre el mal que, inevitablemente, recuerda a Portero de noche (Liliana Cavani, 1974), cinta que recuerdo con verdadera delectación. 
El contexto agobiante en el que se desenvuelve es similar, la tensión emocional que provoca la relación de los personajes también, pero el catalizador de aquella era el sexo y aquí es la tortura y el dolor, el mal, en definitiva.
Los actores son: David Sust como el chico frío, maligno y torturado que cuida de Günter Meisner, verdadero protagonista de la historia. Un actor hecho a la medida de ese personaje. Expresivo y malvado. Distante y autoritario. Le pega bastante bien el papel. Marisa Paredes completa la terna principal. Mujer aguerrida, dura, insensible, frustrada con la vida que le ha tocado vivir, pero responsable en el papel que juega.
La forma de rodar patrocina una claustrofobia, el sonido y los encuadres también. Pero sobre todo es la falta de luz lo que la hace singular. Tenebrosas imágenes que hacen que la maldad encuentre su mejor forma de expresión.
La dialéctica amo esclavo es peculiar, y aquí pretende explorarse hasta las últimas consecuencias. 
No me ha gustado especialmente. Se puede ver, pero el viaje introspectivo que pretende me parece tedioso y alejado de mis intereses.

§ 3.390. Sacco y Vanzetti (Guiliano Montaldo, 1971)

  Una muy buena película, con una crítica dura al sistema político americano, su aversión a los sindicatos libres de trabajadores y a todo l...