martes, 7 de febrero de 2023

§ 2.935. Tambores de guerra (Delmer Daves, 1954)

 

Una del Oeste con Daves y Ladd. No puede salir mal. Gran desarrollo, muy bien orquestada y con un resultado interesante, aunque algo plano en el género. Porque a esa altura de siglo ya había unas buenas decenas de obra magnífica del Oeste.
Acompañado de Charles Bronson, otro tipo duro del género y del propio sistema de Hollywood que servía para todo. Hoy bélica, mañana del Oeste, pasado de mafioso.
Aunque tiene un ritmo adecuado, la temática está tan vista y el planteamiento cinematográfico es tan canónico que se hace incluso pesada por momentos. 
Me gusta Delmer Daves, tiene muy buenas cosas. No he visto todas sus cosas pero creo que sí las más importantes, más noticiables o más célebres. Y me gusta. Es un director muy canónico, muy organizado. No le aprecio nada singular por lo que caracterizar su cine. Me parece un director estandar, con calidad pero muy estandarizado.

§ 2.934. Tristana (Luis Buñuel, 1970)

Don Luis Buñuel siempre plantea temas mundanos, pero es capaz de darle una sonoridad y una elegancia visual inusitada, pocas veces vista. El deseo, la redención, el perdón. El sexo, sobre todo el sexo, la pulsión sexual, la capacidad para excitarse, para volver, en este caso, a sentir el deseo, es el motor de la cinta, aquellos que la impulsa.
La presencia casi infantil de Catherine Deneuve me llama mucho la atención. Tenía 27 años cuando hizo la cinta. En Bella de día (1967) que la hizo solamente tres años antes, es decir, con 24 años, parecía mucho más adulta. Cosas del cine. Era una estrella desde siempre, desde que nació al mundo del cine.
Fernando Rey está, literalmente, espléndido. Qué actor, qué maravilla, qué apostura, qué temple, cómo se mete en el papel, qué facilidad tiene para interpretar. 
Franco Nero, que también vale para todo, para esto y para Django, y Lola Gaos completan el elenco principal de la película.
La cinta, al menos eso parece, está rodada en Toledo. Llama mucho la atención cómo estaban las calles, la falta de cualquier tipo de urbanismo medianamente razonable. Las calles sucias, meramente empedradas, sin organizar, las casas desconchadas, sin pintar, desaliñadas. 
La historia es un cuento de liberación, incluso feminista. Pero también es un drama, en toda regla. Enfermedad, soledad, vejez, desamparo y luto.

lunes, 6 de febrero de 2023

§ 2.933. Sin sombra de sospecha (Michael Curtiz, 1947)

 

Cine negro de un clásico del género. Un grande, Curtiz. Uno de los directores más reconocidos de todos los tiempos. 
Tema muy sugerente, diálogos inteligentes y una atmósfera muy cuidada. Gran formato con actores punteros de la época para un resultado interesante, sin más. 
Un poco enredada pero interesante. Le cuesta plantear las cuestiones principales, y aun así hasta que avanza en el metraje no coges el tema. Una muerta que aparece, un asesinato de una secretaria de un guionista de historias de crímenes para la radio.
El asesinato como una bella arte. La pérdida de memoria de la pupila del protagonista nos sitúa en esos escenarios tan propios del cine de aquella época.
La obsesión por el cuadro recuerda, inevitablemente, a Laura (Otto Preminger, 1944). Utilizar a Claude Rains otra vez después de Casablanca (1942) sólo puede verse como un intento de repetir el éxito. Pero en la cinta mítica el peso de la película no lo llevaba él y en esta sí. Y se nota la diferencia. Una cosa es ser actor principal y otra ser secundario.
Me ha gustado pero pertenece a ese tipo de cintas que podrían haber sido totalmente redondas y hay algo que le falta. No sé qué es. Pero algo le falta. Probablemente sea un problema de montaje, de estructura interna, de presentación de las cuestiones que van surgiendo.

§ 2.932. Chantaje contra una esposa (Joseph Losey, 1973)

 

Como todas las producciones de Losey la cuidada escenografía mueve toda la cinta y siempre están al servicio de los diálogos y la trama. Es muy humano, muy animal, muy visual. No es exactamente físico, sino carnal. El diseño de producción gobierna el mundo interior de la cinta. 
La sutilidad que pretende que apreciemos -la devolución de la deuda adquirida por la mujer- se pierde un poco en la dinámica de la vida diaria de la familia. Es una obra de teatro de Ibsen ambientada en la Noruega del Siglo XIX. Probablemente sea más fácil verla en un teatro que en el cine. Al parecer Losey amplía algunas escenas para poder llegar al metraje razonable que requiere una película. Y, a lo mejor en ese proceder pierde algo de frescura y, sobre todo, de empaque, de tensión emocional y de plenitud.
El elenco de actores es fantástico: Jane Fonda, Edward Fox, Trevor Howard, Delphine Seyrig, y David Warner.
Me ha gustado, pero más por la capacidad de recrear el ambiente que por otra cosa. Pero no es de las mejores cintas del director, un cineasta que admiro por tantas excelentes cintas.

domingo, 5 de febrero de 2023

§ 2.931. La extraña mujer (Edgar G. Ulmer, 1946)

 

Melodrama clásico y célebre. Una guapísima Hedy Lamarr y el siempre interesante George Sanders son los actores principales de una historia destinada a mostrar la belleza y la maldad, la manipulación que realizan las mujeres sobre los sentimientos de los hombres. Un canon de mujer fatal en versión decimonónica estadounidense.
También puede verse como la lucha de una mujer por empoderarse en un mundo dominado mayoritariamente por hombres. También como la lucha de una 'libertina' para situarse. La cinta es de 1946 en plena vigencia del Código Hays, lo cual dificultaba sobremanera el planteamiento visual de determinados argumentos, entre ellos el incesto que se aprecia con total nitidez o la frialdad, prácticamente criminal, y la suntuosidad morbosa y amoral del planteamiento de la protagonista.
Desde luego la temática tiene un morbo salvaje, especialmente por la frialdad de su carácter y sus actuaciones, destinadas todas a medrar y escalar en la posición social y el prestigio.
Lamarr es de una belleza sorprendente, cumple los cánones de mujeres guapas de todos los tiempos. No era excesivamente alta, no cómo las mujeres suecas y británicas que vinieron después, antes de las italianas 'pechugonas' que gobernaron la belleza en los años sesenta. Belleza fría, distante, de porcelana, poco emotiva y nada afectiva. En este papel además experimenta morbosas sensaciones, casi sexuales, con el sufrimiento de otra mujer, un sadismo interpuesto que la excita y la completa. No es exactamente hierática, es una frialdad que quema, de hielo, abrasadora.
Douglas Sirk dirigió, al parecer, algunas escenas, especialmente las del principio de la obra, cuando la protagonista es una niña, pero no se acreditó como director.

§ 2.930. Lisboa (Ray Milland, 1956)

 

La vi en 2015 y la recuerdo como muy entretenida. De uno de mis actores favoritos que sólo dirigió cinco películas para el cine y dos para la televisión. Poco bagaje para un director, aunque hay que reconocer que como actor trabajó una auténtica barbaridad, interviniendo en más de cien, en muchas más de cien.
Ésta la recuerdo como entretenida y que hacía un recorrido por lugares míticos de la capital de Portugal: el Chado, la Torre de Belén, el Parlamento, el Puerto, las calles empedradas, las verjas de las puertas, el pavimento del duelo. Verdaderamente es un fresco de la ciudad.
Un Ray Milland algo mayor, una tan guapa como siempre Maureen O'Hara, ahora ya convertida no sólo en una auténtica estrella, sino en una bellísima mujer mayor, y un tan deliciosamente perverso Claude Rains componen la trilogía de personajes principales de la cinta.
Es entretenida y sirve para tener la excusa de ver a Maureen O´Hara en todo su esplendor. Pero tampoco parece que tenga mucho recorrido.
Es a veces muy plana, excesivamente 'sencilla', en el que la complejidad se circunscribe a los diálogos, pero no al ámbito visual. No me parece una cinta especialmente brillante. De hecho la recordaba mejor, más bonita. 

§ 2.929. Niebla en el pasado (Mervyn LeRoy, 1942)

Película oscura, cerrada, encerrada en sí misma. Clásica y a la vez revolucionaria. Clásica en la estética y en cómo aborda visualmente las tramas y los problemas. Un singular estilo gótico, con contraplanos y planos picados, música ambiental muy preponderante y una bruma de tristeza y pesadumbre en toda la cinta. Revolucionaria por la temática que aborda, la pérdida de memoria, los traumas de la guerra y sus consecuencias.
Pero es, antes que otra cosa, un drama romántico, una historia de amor sufrido, amor doloroso. Típico de la época.
Dos buenos actores, un Ronald Colman eficaz como siempre y la verdaderamente guapísima Greer Garson.
Tiene toda la pinta de haber sido un auténtico éxito. A veces se habla poco de LeRoy pero tuvo que ser un verdadero genio y un hombre muy fiable en la taquilla.