jueves, 6 de enero de 2022

§ 2.563. Al final de la escalera (Peter Medak, 1980)

 

Obra por y para George C. Scott, que lo es todo en la película. Un viaje introspectivo no se sabe muy bien adónde, si a la locura a la redención, o al propio yo. A lo más íntimo de uno mismo.
A mi modestísimo juicio, Scott borda el papel, desde el principio hasta el final. Su cambio de carácter a lo largo de la cinta, su expresividad, sus miedos, desde la pena a la angustia, con un clarísimo punto de locura y enajenación en su rostro forjan un arquetipo que quedará para el cine como uno de sus cánones. El pelo encrespado pero no revuelto, los ojos saltones, la mirada vacía al comienzo por la pena, luego aterrada ante la incertidumbre de lo que va a ocurrir. Es un motor incandescente que no puede dejar de funcionar, por que se apagaría su propia existencia. La necesidad de saber qué ha ocurrido es más fuerte que el miedo que siente ante lo desconocido.
Melvyn Douglas, en una de sus últimas películas, y la mujer de Scott, la más que decente actriz Trish Van Devere completan un corto pero suficiente reparto.
Primera película (para mi) de este director que ha caminado siempre a medio camino entre la televisión y la gran pantalla.
Esta película suya me ha gustado bastante.

domingo, 26 de diciembre de 2021

§ 2.562. El valle de las muñecas (Mark Robson, 1967)

 

Formato clásico para una temática moderna, nueva distinta, muy de su época, de finales de los sesenta. El mundo estaba cambiando, y el mundo del espectáculo también. Se convertía en un fenómeno de masas, de amplio acceso por todas las capas de la población y con una oferta amplia y variada.
Tres modelos diferentes de vivir el fracaso, en una película descarnada sobre el mundo del espectáculo. Celos, envidias, drogas, adicciones, crueldades, comportamientos tiránicos, explotadores, abogados depredadores, dinero, el tren de la fama que te atropella...
La propuesta es muy interesante, y el desarrollo eficaz. Una película curiosa, quizá un poco larga, aunque se explica por la introducción de canciones enteras que se emplean para separar acciones, personajes y situaciones.
Pero no me ha acabado de llenar. No es una cinta 'redonda'. No sé por qué, pero hay algo que le falta. Tiene intensidad dramática, desarrollo argumental, pero no acaba de convencerme. Tres historias hasta cierto punto paralelas que muestran tres estereotipos de 'chicas' del mundo de la farándula de aquellos años.
El reparto es muy de la época: Barbara Parkins, Patty Duke, Paul Burke, Sharon Tate, y Susan Hayward, que me ha sorprendido bastante y por lo que he leído fue la cuarta o quinta opción, después de que la elección inicial -Judy Garland- no pudiera continuar la filmación debido a sus problemas con el alcohol.
No se trata de encontrar un error de casting, pero las tres chicas son muy 'parecidas', son casi las tres iguales y quizá hubiera facilitado más el mensaje unas caras y cuerpos distintos. Claro que eran el canon de belleza de la época y contra eso nada se puede hacer. Es, desde este punto de vista, una película de su época que, además, y quizá por eso, funcionó bien en taquilla.
El drama romántico se mezcla con las infelicidades de las protagonistas, formando un collage un tanto rancio que destila algo de 'moralina' conservadora: sexo matrimonial sí, pero prematrimonial no. Desde luego era un mensajes completamente cínico que se queda corto en la crítica social e ideológica de aquellas chicas en aquella época. No he leído la novela pero quizá su mensaje fuera más contundente y mordaz, incisivo y crítico.

sábado, 25 de diciembre de 2021

§ 2.561. El único juego de la ciudad (George Stevens, 1970)

 

Mítico director de películas imprescindibles para un gran aficionado al cine, incluso para un aficionado normal, no excesivamente cinéfilo. Pero no la tenía catalogada como obra de Stevens. No creo que fuese bien recibida por el público y la crítica.
Amor adulto de seres solitarios, no necesariamente perdedores pero que se les va escapando la vida entre los dedos. Se hacen adultos, mayores, y sus sueños no se han cumplido, ni en lo profesional ni en lo personal -afectivo, emocional-, y no saben cómo poner remedio a ello. La vida les lleva pero no controlan las riendas; es un caballo desbocado y no saben cómo pararlo.
La propuesta es interesante, muy de la época, pero le falta el punch de otras de aquella época. 
La temática evoluciona hacia el juego vicioso de él, fanático de los dados. Ella parece ser una de las múltiples chicas que pululan por Las Vegas buscando no se sabe qué... Un amor, una oportunidad, su momento... 
Desde el principio se vislumbra que su relación -su vida, su amor- va a ser un auténtico fracaso. No tienen la más mínima oportunidad. Es la crónica de un fracaso. De un fracaso en toda regla. Pero el derrumbe moral del personaje de él no va acorde a su deterioro. Ni su carácter se ve alterado, ni su 'gracia', ni su comportamiento. Me imagino a otros actores más capacitados que Warren Beatty para el papel. Por ejemplo George C. Scott, que le daría un tinta dramático mucho más acusado, pero claro, no hubiera congeniado a nivel de tensión sexual con Elizabeth Taylor, que está, como casi siempre, magnífica. Incluso en su madurez mantiene una guapura brillante y sensual.
Ella, por su parte, esconde el pasado amargo de una relación con un hombre casado que, obviamente, no va a dejar a su mujer, ni su trabajo, ni su vida por ella. Pero parece que puede salir bien...
Tiene toda la pinta de proceder de una obra de teatro, como expone muy bien el otro comentario a esta película, bastante mejor que éste en todos los sentidos, más profundo y completo.
No me parece una gran película. Ni mucho menos. Es estereotipada, poco creíble, demasiado larga para lo que propone, un poco fuera de lugar y algo tediosa. La música no acompaña y las escenas de amor no son lo suficientemente intensas como para conmover o provocar una emoción sincera. La lucha de ella por elegir un amor, entre el mayor que le da seguridad y status y el joven que le proporciona emoción y vitalidad, tampoco está bien narrado. No está conseguido. Además fue la última película de Stevens, un director que filmó, al menos, dos obras maestras de todos los tiempos: Un lugar en el sol (1951), y Raíces profundas (1953).

§ 2.560. Los siete samurais (Akiro Kurosawa, 1954)

 

Creo que es la cuarta, quizá quinta, vez que la veo completa. Desde un punto de vista temático me ha parecido muy interesante, quizá no me había fijado otras veces, el rol de profesores que juegan con los campesinos, enseñándoles estrategia y moral militar, no sólo a pelear sino a armarse moralmente frente al enemigo. Tan importante una cosa como la otra. El comportamiento de los militares es mucho más estratégico y organizado que hormonal o testicular. Desde este punto de vista es más natural, más auténtica que el remake, más épico y epopéyico. Y hay un mensaje claro: el grupo por encima de la individualidad. Sólo cuando piensan y actúan en grupo, todos juntos, a la vez, funciona la estrategia defensiva. Es, más que un mensaje militar, un mensaje de vida y de obra, de funcionamiento político, argumental y discursivo.
No se trata de que la de Sturges sea una copia descarada a nivel general, lo cierto es que es lo es hasta en sus extremos más pequeños, en sus detalles argumentales pequeños y poco trascendentes.
La lluvia como fenómeno típico en Kurosawa, siempre aparece en sus películas. En casi todas.
Una estética muy lograda, y una preparación a las batallas que dura más, mucho más, que los propios conflictos. La ropa, las armas, las chozas, el acompañamiento sonoro contribuyen a formar una película que es un auténtico canon de películas de Samurais.

§ 2.559. El sol siempre brilla en Kentucky (John Ford, 1953)

 

Ese tono de comedia ligera que va, poco a poco, elevándose hacia un drama profundo y terrenal no me acaba de agradar. Y si, además, se proyecta sobre un tema costumbrista, menos aun. Soy de los pocos herejes a los que no le gustó demasiado La ruta del tabaco (1941) y esta película la enmarco en este grupo.
Técnicamente es magnífica, seguro. Pero no me llega. No es el Ford que me gusta.
Tiene un fondo moral muy interesante, como todo Ford, desde la cotidianidad. Y como siempre, hay baile (militar).

§ 2.558. Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha (Elie Petri, 1970)

 

Estudio psicológico sobre el crimen, la culpabilidad y los remordimientos. Interesante y distinta, algo confusa, sobre todo para los acostumbrados como yo a preferir películas lineales, con un discurso homogéneo, canónicas, con introducción, desarrollo y desenlace. Esto es otra cosa.  La única películas suya que he visto es La décima víctima (1965) y no me pareció gran cosa. Ésta tiene mucho predicamento. 
El retrato del policía es descarnado. A medida que pasa el tiempo vas vislumbrando una personalidad convulsa, confusa, sumamente autoritaria y cada vez más enloquecido. El retrato de un fascista, de un policía brutal por convicción en un sistema policial y político que pretende investigar todos los aspectos del ciudadano y que guarda y ficha todos los comportamientos. Algo así como 1984 de Orwell. Un control policial de la vida política. El sueño de todo régimen dictatorial, de derechas o izquierdas, para este menester de igual.
El desquicie del personaje protagonista -magistralmente interpretado por un Gian Maria Volonté serio, actoral y magistral- va tomando cuerpo a medida que vas descubriendo su peculiar y enfermiza forma de excitación sexual. No se trata de poder o dominio, sino de algo que va más allá: dominación, humillación,  violencia...
Tiene un punto de parodia, de divertimento desde el ridículo. La relación entre los crímenes políticos y los homicidios no la acabo de pillar. Pareciera como si encontrase la legitimidad para inmiscuirse en las vidas de la gentes precisamente porque es uno de ellos cuando comete los crímenes.
No creo que se vea a ninguna otra mujer en la película excepto la víctima. Es toda una declaración misógina. 
Es una película imaginativa, diferente, inteligente y discursiva. Pero no es mi cine. Se ve porque su propuesta es interesante, pero no podría ver películas de este formato todos los días.

viernes, 24 de diciembre de 2021

§ 2.557. Rebelión en el fuerte (Raoul Walsh, 1954)

 

Un despliegue del Cinemascope. Canadá, espacios verdes abiertos, arcoíris, agua y una historia bonita, rodada con la eficacia de uno de los más grandes. La música acompaña a este gran clásico del cine Western que no ha envejecido nada mal. Dos grandes actores, Alan Ladd y Shelley Winters, especialmente ella, que decididamente es una actriz de una pieza, con multitud de películas de todo tipo y género... Ladd no era una estrella al uso, era algo más, una forma de vivir, un hombre cerrado, pétreo, con pocos amigos, alcohólico, tremendamente hostil -con la prensa, consigo mismo-, e insatisfecho con la vida.
Es una historia mil veces vista, un empecinado Capitán, un noble soldado, una chica en apuros, un escenario catártico -la lucha, el ataque, la amenaza india- y un resultado maravilloso...
Interesante propuesta de cine de garantías, para todos los públicos -niños, adultos, enamorados, mayores- y de calidad.

§ 3.902. Entre el amor y el juego (Sam Raimi, 1999)

  Tercera vez, quizá cuarta, que la veo. Siempre me ha gustado mucho.