sábado, 25 de diciembre de 2021

§ 2.559. El sol siempre brilla en Kentucky (John Ford, 1953)

 

Ese tono de comedia ligera que va, poco a poco, elevándose hacia un drama profundo y terrenal no me acaba de agradar. Y si, además, se proyecta sobre un tema costumbrista, menos aun. Soy de los pocos herejes a los que no le gustó demasiado La ruta del tabaco (1941) y esta película la enmarco en este grupo.
Técnicamente es magnífica, seguro. Pero no me llega. No es el Ford que me gusta.
Tiene un fondo moral muy interesante, como todo Ford, desde la cotidianidad. Y como siempre, hay baile (militar).

§ 2.558. Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha (Elie Petri, 1970)

 

Estudio psicológico sobre el crimen, la culpabilidad y los remordimientos. Interesante y distinta, algo confusa, sobre todo para los acostumbrados como yo a preferir películas lineales, con un discurso homogéneo, canónicas, con introducción, desarrollo y desenlace. Esto es otra cosa.  La única películas suya que he visto es La décima víctima (1965) y no me pareció gran cosa. Ésta tiene mucho predicamento. 
El retrato del policía es descarnado. A medida que pasa el tiempo vas vislumbrando una personalidad convulsa, confusa, sumamente autoritaria y cada vez más enloquecido. El retrato de un fascista, de un policía brutal por convicción en un sistema policial y político que pretende investigar todos los aspectos del ciudadano y que guarda y ficha todos los comportamientos. Algo así como 1984 de Orwell. Un control policial de la vida política. El sueño de todo régimen dictatorial, de derechas o izquierdas, para este menester de igual.
El desquicie del personaje protagonista -magistralmente interpretado por un Gian Maria Volonté serio, actoral y magistral- va tomando cuerpo a medida que vas descubriendo su peculiar y enfermiza forma de excitación sexual. No se trata de poder o dominio, sino de algo que va más allá: dominación, humillación,  violencia...
Tiene un punto de parodia, de divertimento desde el ridículo. La relación entre los crímenes políticos y los homicidios no la acabo de pillar. Pareciera como si encontrase la legitimidad para inmiscuirse en las vidas de la gentes precisamente porque es uno de ellos cuando comete los crímenes.
No creo que se vea a ninguna otra mujer en la película excepto la víctima. Es toda una declaración misógina. 
Es una película imaginativa, diferente, inteligente y discursiva. Pero no es mi cine. Se ve porque su propuesta es interesante, pero no podría ver películas de este formato todos los días.

viernes, 24 de diciembre de 2021

§ 2.557. Rebelión en el fuerte (Raoul Walsh, 1954)

 

Un despliegue del Cinemascope. Canadá, espacios verdes abiertos, arcoíris, agua y una historia bonita, rodada con la eficacia de uno de los más grandes. La música acompaña a este gran clásico del cine Western que no ha envejecido nada mal. Dos grandes actores, Alan Ladd y Shelley Winters, especialmente ella, que decididamente es una actriz de una pieza, con multitud de películas de todo tipo y género... Ladd no era una estrella al uso, era algo más, una forma de vivir, un hombre cerrado, pétreo, con pocos amigos, alcohólico, tremendamente hostil -con la prensa, consigo mismo-, e insatisfecho con la vida.
Es una historia mil veces vista, un empecinado Capitán, un noble soldado, una chica en apuros, un escenario catártico -la lucha, el ataque, la amenaza india- y un resultado maravilloso...
Interesante propuesta de cine de garantías, para todos los públicos -niños, adultos, enamorados, mayores- y de calidad.

jueves, 23 de diciembre de 2021

§ 2.556. Hasta el último aliento (Jean-Pierre Melville, 1966)

 

Un puzzle, un rompecabezas, un caleidoscopio, un espejo, un juego de equívocos, un collage que se va completando a medida que se consume el metraje, que, a diferencia de otras cintas, se hace corto. Bien podría construirse una serie alrededor de esta trama, dadas sus derivaciones, aspectos secundarios y vericuetos. Tiene algo seminal, de comienzo, de principio, de empezar un proyecto que va más allá de una mera película. Algo gigantesco. La presentación de los personajes es, sencillamente, magistral. El cabecilla el primero, luego los asesinos, más tarde la chica. Todo ello antes de poner la trama en pie. Todavía, en ese momento, no sabes, ni qué ha ocurrido, ni por qué, ni quién es quién, ni cuáles son sus pretensiones o motivaciones. Obviamente sabes que están todos metidos en el mundo del hampa, y que el fugado de prisión parece ser el cabecilla de la trama.
La policía tampoco parece tener escrúpulos, ni estómago.
La música de Jazz rodea todo el ambiente, tanto en el club como en los momentos no dialogados. Buena música además.
Un blanco y negro con sombras y luces proyectadas a diestro y siniestro.
El reparto es extraordinario. Nunca vi a Lino Ventura en un papel tan sólido. Le acompaña Paul Meurisse en el rol del policía, junto con Christine Fabréga, una mujer muy 'francesa', guapa y fina, aunque con una carrera muy corta, no sé muy bien por qué. Les acompaña Raymond Pellegrin, Marcel Bozzuffi, Paul Frankeur, Denis Manuel, Jean Négroni, Jacques Léonard, Régis Outin, Jean-Claude Bercq, y Michel Constantin.
Me ha parecido una obra superior, concentrada, cerrada, pétrea. Me ha encantado.

§ 2.555. El guardaespaldas (Jean-Pierre Melville, 1963)

Muy "americana", como todos los planteamientos estéticos de Melville. Un planteamiento sencillo, una historia directa y rápida -en este caso desarrollada desde una novela, supongo que corta, de Simenon- y todo cifrado al desarrollo de una trama sin concesiones. Si lo que buscas es entretenimiento con calidad, esta es una película interesante. 
El guión está muy bien logrado, y la música acompaña pero que muy bien. Con un cierto toque de Jazz y repitiendo algunas estrofas acompaña los momentos en los que no hay diálogos.
Tiene un cierto parecido emocional con El Crack. En el viaje a NY, en el gusto por el boxeo, en el aire de cine negro que tienen las dos, en el personaje duro protagonista, con un pasado emocional rasgado y desolador y un futuro poco halagüeño 
Me gusta Melville, es un tipo de cine que me encaja perfectamente. Sé que no es de lo más estético que hay, ni, por supuesto, deja mucho poso, más allá de alguna pretensión estilística, pero es fácil de ver, no tiene complicaciones y, caray, no todos los días puedes ver una obra maestra. Mi teoría es precisamente esa.

miércoles, 22 de diciembre de 2021

§ 2.554. El Rey del rodeo (Sam Peckinpah, 1972)

 

Forma parte de la galería de perdedores míticos, no enraizados, sin familia, sin ningún lugar donde volver, con un pasado glorioso pero lejano, que no le dio para vivir holgadamente, ni le permite subvenir a sus necesidades ahora, en el presente.
Tiene algo de reto en su mirada, de ajustar cuentas con el pasado, consigo mismo y con su padre, con su hermano que "ha triunfado en la vida".
Relato duro y seco que cuestiona los modos de vida de los vaqueros, de los jinetes, de esa sociedad que cambia y a la que cuesta adaptarse. Los hermanos representan los diferentes valores de la vida. El antiguo, el del rodeo, basado en unos códigos de honor, conducta y comportamiento que predican la autenticidad frente a los arribistas recién llegados a la vida adulta que predican desde la atalaya del éxito cómo han de comportarse los que están a su alrededor para ser como ellos. El problema es de raíz. Hay personas que no quieren ser como ellos. Que no añoran ni el dinero, ni la seguridad, ni siquiera el confort vital. Hay seres salvajes, como el propio Peckinpah, que necesitan todo un torbellino de emociones a su alrededor para poder funcionar. Si no son capaces de ordenar todo eso en su cabeza no viven, y su vida se basa, precisamente, en eso, en ordenar los circos a tres pistas que ellos mismos se han encargado de provocar.
Me ha gustado mucho. No la colocaría a la altura de otras incuestionables obras maestras de Peckinpah -que tiene varias-, pero sí muy cercana a ellas.
Un reparto muy equilibrado: un glorioso Steve McQueen, Robert Preston en el papel del padre que, la verdad, lo borda, una magnífica Ida Lupino que no hizo un mal papel en su vida, qué actriz más magnífica, el siempre sólido Ben Johnson, y un prescindible Joe Don Baker que podría haber sido cualquier otro actor del montón de los centenares que pueblan la industria.

lunes, 20 de diciembre de 2021

§ 2.553. Al anochecer (Claude Chabrol, 1971)

Como casi todo lo de Chabrol es complejo y abigarrado. Pero la dificultad no procede de la estética, sino de la trama, del guión, del propósito narrativo, no de la forma de narrar. Es, desde este punto de vista un director simple, sencillo en sus propósitos. Es complicado en sus planteamientos, no en su discurso estético, ni siquiera en lo técnico. Rueda con planos limpios, sencillos, sin alardes tecnológicos o innovadores. Los diálogos son cortos y escuetos, con una cierta economía de palabras y con un decidido propósito meramente ilustrativo. No son empleados para progresar en la historia, ni siquiera para aclarar retrospectivamente algunos aspectos de la historia.
El estudio de los personajes es interesante, su pretensión sincera, pero el resultado es, a mi modestísimo juicio, bastante mejorable. Además la película no ha envejecido bien. Antes al contrario, ha envejecido mal. Se la nota decrépita en las formas y en el modo moral que propone. El estudio del deseo está disminuido por la naturalidad con la que muestran los hechos. No hay aspectos, circunstancias o sucesos que arañen el alma, que desgarren el intelecto, que hagan jirones con los anhelos y pulsiones personales, sexuales y de domino y poder. 
Chabrol no es uno de mis directores favoritos, ni mucho menos.  Algunas películas suyas -entre ellas ésta- son interesantes, motivadoras y entretenidas. Otras, sin embargo, son directamente prescindibles, cuando no malas (e incluso algunas infames).

§ 3.883. Vals para un asesino (Jesús Franco, 1977)

  Una más de Franco. Rodada en Lo Pagán (Murcia) y otros pueblos (que creo de la zona), de corta duración, poco interesante, y rodada como s...