Preciosa película, excelentemente rodada, con historias prodigiosas, que modifican comportamientos, encauzas personas y consiguen sacar de cada uno lo mejor de sí mismo. Historia de superación, entrega, y dominio de uno mismo.
La escena en la que el capitán japonés llora desconsoladamente después de modificar su comportamiento y consentir que la oficialidad no realice trabajos manuales es el resumen perfecto de qué es lo que se debatía en la película.
La música no se si está hecha para la película, o si, por el contrario, es tradicional, pero ha quedado como un himno, probablemente de los más reconocibles en el cine.
Rodrigo la vio y le pareció buena... aunque le gustan más las del oeste, especialmente en las que sale Etham.
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