Sólo la he visto una vez. Hace muchos años, seguramente más de veinte. Y la recordaba amarga, sombría, triste y desesperanzada.
Y lo es. Pero también mantiene un hálito del sueño americano. Del país de las garantías y de la perseverancia en situar al ser humano por encima de todo. Puede leerse como un fracaso del sistema judicial americano, de la esperanza en el ser humano. Y, sobre todo, en el cerco que el destino traza sobre las personas. Algunas condenadas a una vida dura, otras al triunfo sin merecerlo. Pero ambas, la perdedora y la exitosa, tienen trazado su destino desde siempre y todo aquello que hagan para modificar su directriz no tiene verdadera eficacia. Es artificio y sin sentido.
También hay un crítica a la mezquindad del ser humano. Capaz de perdonar, pero también de recordar y ser malvado.
La pareja Sylvia Sidney y Henry Fonda funcionan muy bien. Uno de los primeros trabajos de él. Ella comenzó un poco antes, en 1931, con La Calle, de King Vidor. Excelentes carreras las de ambos.
La recordaba de forma parcialmente diferente. En el fondo es una cinta de cine negro, con sus características y sus tópicos. No forma parte del elenco de las (varias) obras maestras de Lang, pero es muy apreciable. Lástima que la copia que tengo no se vea excelentemente. Se ve bien, sin más. Con algunos grumos algunas sombras.