lunes, 8 de mayo de 2023

§ 3.032. The Sunchaser (Michael Cimino, 1996)

 

Última película de Cimino, que desde ese año hasta 2016 cuando murió no volvió a rodar ninguna otra película. Veinte años, casi nada.
He visto todas las suyas excepto "37 horas desesperadas" que probablemente será la peor. Ésta está considerada como un poco pesada, un cierto 'leñazo', larga y 'pesadota'. 
Su planteamiento es interesante, da espacio y tiempo para tratar de cosas que importan. Los personajes están bien definidos, y no tiene mala presentación. Pero, la verdad, con el paso de los minutos se hace intrascendente, no te mantiene alerta, no es capaz de hacerte entrar en ella de manera rotunda y definitiva.
Algunos pasajes retrospectivos aclaran algunas cosas y evoluciona con fidelidad a su pretensión. 
Entretiene y pretende dejar un mensaje, pero naufraga en el cómo. Sí es cierto que dice cosas, pero podría decirlas de otra manera, de forma más eficaz.
La carrera de Cimino es peculiar, interesante y errática, algo anárquica y con poso respaldo de la industria y el público. Sus principios fueron lo que se dice prodigiosos, pero luego no fue capaz de organizarse para ser un director de prestigio con solvencia y con entidad. Se perdió en sí mismo a partir de La puerta del cielo y a partir de ahí nada volvió a ser igual. Ni para él ni para la industria, que con ese fracaso mató la posibilidad de producir obras independientes llenas de vigor y la energía que patrocina la vertiente más independiente del cine de autor.
No es una cinta que merezca la pena. Y, desde luego, no es una cinta que volveré a ver.

domingo, 7 de mayo de 2023

§ 3.031. La telaraña de cristal (Jack Arnold, 1953)

 

Supongo que las películas de cine negro son buen aprendizaje para el oficio de director. Esta cinta es el debut de Arnold detrás de la cámara. Antes de ser reconocido como un director magnífico de películas de ciencias ficción y rodar excelentes western (pero excelentes, excelentes) hizo cosas como esta. No me extrañaría que sus inicios fueran por el despido de algún otro director o como pago por la realización de otros trabajos (segundas unidades, montador, director en la sombra, cosas para la televisión, etc.)
Es una cinta clásica de cine negro. Un pardillo, una mujer fatal, un enredo, dinero, violencia... un poco lo que se espera de una historia encuadrada en este género.
Muy interesante el papel de Edward G. Robinson, en un papel un poco antagónico de los clásicos suyos (esta vez es el malo), pero el papel estelar es el de John Forsythe, en uno de sus primeros papeles (aunque ya había hecho muchas televisión).
Kathleen Hughes es la mujer fatal, pérfida, materialista y sin escrúpulos, como se supone que eran esos cánones. Y la antagonista buena es Marcia Henderson, una belleza muy conocida, suave y maternal.
Me ha gustado, se deja ver, funciona perfectamente y tiene el cúmulo de enredos suficientes para mantenerte entretenido. Además el trabajo de guión es realmente brillante.
Un buen resultado.

§ 3.030. Suave es la noche (Henry King, 1962)

No me gustó la novela. Bueno, no la terminé, la dejé a medias. No me gustaba el ritmo en el que se manejaba. Tengo que volver a intentarlo con Fitzgerald, es el único 'americano' célebre de los primeros treinta años del SXX al que no le he dedicado tiempo. Ahora, por ejemplo, estoy con la trilogía USA de John Dos Pasos. Pero Suave es la noche es una novela que no ha conseguido subyugarme lo más mínimo, tengo que volver a intentarlo con alguna traducción diferente. A lo mejor ese era el problema.
El propósito de la película es realizar una descripción de la novela. No creo que haya muchos cambios en relación con la novela. Imagino que es un retrato fiel, con los mínimos cambios necesarios para que la cinta funcione.
A King le debería gustar mucho Fitzgerald, ya hizo una película que era una especie de biopic del novelista: Días sin vida (1959), con una Bárbara Kerr absolutamente irresistible.
No sé si los años veinte eran desenfrenados o sencillamente irresponsables. Aquí parece deslizarse la idea de la falta general de preocupación por las cosas, por los problemas de la vida, por lo que ocurre alrededor de las personas con tanto dinero como para que todo, absolutamente todo, les sea indiferente. Nada toman en serio estas personas de la 'gente guapa', nada les preocupa, nada les retiene a la vida, nada les hace tener apego a otras personas. La vida es un juego para ellos.
Y, sin embargo, tras esa fachada perfecta se esconden necesidades afectivas, problemas con el alcohol, asuntos sucios de familia, negocios turbios, inseguridades personales, manías y relatos feos sobre ellos mismos. Entre ellos los celos.
Jennifer Jones está perfectamente caracterizada, su papel es difícil y cada vez que la veo en alguna cinta me convenzo de lo buena actriz que es. Pero el que me ha sorprendido absolutamente es Jason Robards. No es que no le considerase una gran actor, que lo considero, es que en esta cinta está salvaje, desatado, intuitivo y sagaz, da con el tono, las expresiones, el discurso, la alegría y la melancolía imprescindible para un personaje como el que desarrolla.
La introspección psicológica es quizá la parte peor desarrollada, la que tiene menos interés real, la que tiene la grieta más grande.
Parece que todo se conecta con su devenir, y, sin embargo, la vida se abre camino por otro lado, caminando hacia otros derroteros. 
Lo verdaderamente interesante de la cinta es la pulsión entre lo que siempre quisiste ser y lo que al final has conseguido. Porque si lo que eres no tiene nada que ver con aquello que planeaste es difícil vivir con uno mismo. La honestidad con uno mismo es la clave de la vida, y si sigues esa directriz nunca fracasas, todo lo contrario.
El color de la cinta es el de la época, la música acompaña, aunque falta algo de Jazz, me la imaginaba más loca en ese sentido, y los personajes secundarios están divinos. Pero dura dos horas y veinte minutos. Y aunque están llenos de cine se me han hecho un poco largos.

jueves, 4 de mayo de 2023

§ 3.028. Rosaura a las diez (Mario Soffici, 1958)

 

Está considerada una película magnífica, con una gran nota en todas las plataformas dedicadas a la catalogación de películas. Una de las cintas más importantes del cine argentino y una de las mejores de cine negro.
El propósito es bueno, y la confrontación de intereses también. Los diálogos rápidos y vivaces, y la escenografía general parece interesante. A medida que avanza muestra más interés, del mero costumbrismo pueblerino, cerrado y tradicional camina hacia aspectos más sombríos de las existencia humana. La envidia, el cotilleo, la maledicencia, el cotilleo y la mendicidad moral invaden la casa y la existencia de todos los personajes femeninos. En los masculinos predomina la envidia, el no saber qué ocurre, el desconocer qué pasa. El retrato de las mujeres como indeseables es magnífico, el de los hombres como cotillas muy certero.
La trama se va enredando como esas conversaciones estúpidas en las que no se sabe muy bien de qué se está hablando pero se tiene plena constancia de que el discurso se deteriora a cada minuto que pasa. 
La cinta tiene una mezcla de Laura (Otto Preminger, 1944) y de La mujer del cuadro (Fritz Lang, 1944), películas que necesariamente tuvo que ver el director, pues llevaba años rodando cintas y además instituyó una asociación de cineastas argentinos. Vamos, que era un hombre de cine.
Mantiene un formato interesante, con secuencias largas que explican las cosas y se encadenan.
Me ha gustado mucho, es muy interesante el estudio de los personajes y la trama te atrapa en un no sabe qué va a ocurrir.

miércoles, 3 de mayo de 2023

§ 3.027. Cualquier día en cualquier esquina (Robert Wise, 1962)

 

Una historia de amor adulto, en un mundo de Jazz, estética de cine negro y barrios Neoyorkinos. 
Un antológico Robert Mitchum y una muy decente Shirley MacLaine componen el plantel principal. A él le tengo por un actor espléndido, a ella por una mujer vivaz, de mundo, capaz de llevar a buen puerto personajes sencillos y vivarachos. Mitchum tiene el poso clásico y la hombría y virilidad escrita en la cara y en el cuerpo, en los movimientos, en las miradas, en el peso de la culpa por no se sabe muy bien qué. MacLaine pertenece a otro mundo, a otras formas, otros interesantes, el yoga, la meditación, amores extraños y más psicoanálisis que introspección, pero es una actriz impresionante, convincente y con muchos registros.
Tengo a Wise como el último estilista, el artesano final, el hombre que une a la industria clásica con el cine de los años ochenta, que une a John Ford con Scorsese, por decirlo gráficamente.
Esta cinta no es de las más célebres del director. Una historia de amor convencional sobre seres solitarios. Estoy por apostar algo a que José Luis Garci la tuvo muy presente cuando rodó Asignatura aprobada. Y también me recuerda a la historia de Pollack que más me ha gustado: Tal como éramos.
El estudio de los personajes es algo pretencioso, algo simple y poco verosímil, pero interesante. 
Me ha gustado mucho la música, de Andre Previn, con una canción que se repite como banda sonora en acordes de Jazz absolutamente maravillosa. También es noticiable la fotografía de las calles de un Nueva York nocturno y algo crepuscular.
Los diálogos están muy trabajados, son profundos e inspiran sinceridad y cordialidad.
La historia de amor evoluciona con verdadero interés, poco a poco y sin prisas. Por momento es enternecedora, a veces cruda, otras ingenua. Se me ha hecho un poco larga, dos horas para dos personajes quizá es demasiado.

lunes, 1 de mayo de 2023

§ 3.026. Scaramouche (George Sidney, 1952)

 

Un clásico de capa y espada, probablemente uno de los más célebres. Lo tiene todo para ello. El galán, el lujo, la chica guapísima, los duelos, la trama, el color y todo lo que se espera de una cinta de aventuras en el siglo XVIII francés.
Notable la interpretación de Stewart Granger con un punto de cinismo y locura de lo más divertido, y la guapísima Eleanor Parker, más guapa que nunca, siempre sospechosa de estar en el mundo del cine por su belleza, no por su talento.
Ver a Mel Ferrer haciendo de malo no es gratificante, me da un poco de mal fario. Janet Leigh tiene un papel discreto, sencillo, un poco amanerado, lo que se esperaba.
El contexto político sirve de excusa para la trama, pero no tiene un tratamiento directo. No es exactamente un MacGuffin, pero se le parece. Es una película de aventuras, no política. 
La música acompaña, pero lo que verdaderamente merece una nota especial es el vestuario, todo un repertorio de colores, formas, estilos. Un dispendio absoluto.
No se hace pesada, a pesar de durar dos horas. 
Quizá fue el éxito más grande de su director, que no le tengo por un director imprescindible, aunque ésta sí fue una obra redonda. También había rodado unos años antes una versión de los tres mosqueteros.

§ 3.390. Sacco y Vanzetti (Guiliano Montaldo, 1971)

  Una muy buena película, con una crítica dura al sistema político americano, su aversión a los sindicatos libres de trabajadores y a todo l...