jueves, 23 de diciembre de 2021

§ 2.556. Hasta el último aliento (Jean-Pierre Melville, 1966)

 

Un puzzle, un rompecabezas, un caleidoscopio, un espejo, un juego de equívocos, un collage que se va completando a medida que se consume el metraje, que, a diferencia de otras cintas, se hace corto. Bien podría construirse una serie alrededor de esta trama, dadas sus derivaciones, aspectos secundarios y vericuetos. Tiene algo seminal, de comienzo, de principio, de empezar un proyecto que va más allá de una mera película. Algo gigantesco. La presentación de los personajes es, sencillamente, magistral. El cabecilla el primero, luego los asesinos, más tarde la chica. Todo ello antes de poner la trama en pie. Todavía, en ese momento, no sabes, ni qué ha ocurrido, ni por qué, ni quién es quién, ni cuáles son sus pretensiones o motivaciones. Obviamente sabes que están todos metidos en el mundo del hampa, y que el fugado de prisión parece ser el cabecilla de la trama.
La policía tampoco parece tener escrúpulos, ni estómago.
La música de Jazz rodea todo el ambiente, tanto en el club como en los momentos no dialogados. Buena música además.
Un blanco y negro con sombras y luces proyectadas a diestro y siniestro.
El reparto es extraordinario. Nunca vi a Lino Ventura en un papel tan sólido. Le acompaña Paul Meurisse en el rol del policía, junto con Christine Fabréga, una mujer muy 'francesa', guapa y fina, aunque con una carrera muy corta, no sé muy bien por qué. Les acompaña Raymond Pellegrin, Marcel Bozzuffi, Paul Frankeur, Denis Manuel, Jean Négroni, Jacques Léonard, Régis Outin, Jean-Claude Bercq, y Michel Constantin.
Me ha parecido una obra superior, concentrada, cerrada, pétrea. Me ha encantado.

§ 2.555. El guardaespaldas (Jean-Pierre Melville, 1963)

Muy "americana", como todos los planteamientos estéticos de Melville. Un planteamiento sencillo, una historia directa y rápida -en este caso desarrollada desde una novela, supongo que corta, de Simenon- y todo cifrado al desarrollo de una trama sin concesiones. Si lo que buscas es entretenimiento con calidad, esta es una película interesante. 
El guión está muy bien logrado, y la música acompaña pero que muy bien. Con un cierto toque de Jazz y repitiendo algunas estrofas acompaña los momentos en los que no hay diálogos.
Tiene un cierto parecido emocional con El Crack. En el viaje a NY, en el gusto por el boxeo, en el aire de cine negro que tienen las dos, en el personaje duro protagonista, con un pasado emocional rasgado y desolador y un futuro poco halagüeño 
Me gusta Melville, es un tipo de cine que me encaja perfectamente. Sé que no es de lo más estético que hay, ni, por supuesto, deja mucho poso, más allá de alguna pretensión estilística, pero es fácil de ver, no tiene complicaciones y, caray, no todos los días puedes ver una obra maestra. Mi teoría es precisamente esa.

miércoles, 22 de diciembre de 2021

§ 2.554. El Rey del rodeo (Sam Peckinpah, 1972)

 

Forma parte de la galería de perdedores míticos, no enraizados, sin familia, sin ningún lugar donde volver, con un pasado glorioso pero lejano, que no le dio para vivir holgadamente, ni le permite subvenir a sus necesidades ahora, en el presente.
Tiene algo de reto en su mirada, de ajustar cuentas con el pasado, consigo mismo y con su padre, con su hermano que "ha triunfado en la vida".
Relato duro y seco que cuestiona los modos de vida de los vaqueros, de los jinetes, de esa sociedad que cambia y a la que cuesta adaptarse. Los hermanos representan los diferentes valores de la vida. El antiguo, el del rodeo, basado en unos códigos de honor, conducta y comportamiento que predican la autenticidad frente a los arribistas recién llegados a la vida adulta que predican desde la atalaya del éxito cómo han de comportarse los que están a su alrededor para ser como ellos. El problema es de raíz. Hay personas que no quieren ser como ellos. Que no añoran ni el dinero, ni la seguridad, ni siquiera el confort vital. Hay seres salvajes, como el propio Peckinpah, que necesitan todo un torbellino de emociones a su alrededor para poder funcionar. Si no son capaces de ordenar todo eso en su cabeza no viven, y su vida se basa, precisamente, en eso, en ordenar los circos a tres pistas que ellos mismos se han encargado de provocar.
Me ha gustado mucho. No la colocaría a la altura de otras incuestionables obras maestras de Peckinpah -que tiene varias-, pero sí muy cercana a ellas.
Un reparto muy equilibrado: un glorioso Steve McQueen, Robert Preston en el papel del padre que, la verdad, lo borda, una magnífica Ida Lupino que no hizo un mal papel en su vida, qué actriz más magnífica, el siempre sólido Ben Johnson, y un prescindible Joe Don Baker que podría haber sido cualquier otro actor del montón de los centenares que pueblan la industria.

lunes, 20 de diciembre de 2021

§ 2.553. Al anochecer (Claude Chabrol, 1971)

Como casi todo lo de Chabrol es complejo y abigarrado. Pero la dificultad no procede de la estética, sino de la trama, del guión, del propósito narrativo, no de la forma de narrar. Es, desde este punto de vista un director simple, sencillo en sus propósitos. Es complicado en sus planteamientos, no en su discurso estético, ni siquiera en lo técnico. Rueda con planos limpios, sencillos, sin alardes tecnológicos o innovadores. Los diálogos son cortos y escuetos, con una cierta economía de palabras y con un decidido propósito meramente ilustrativo. No son empleados para progresar en la historia, ni siquiera para aclarar retrospectivamente algunos aspectos de la historia.
El estudio de los personajes es interesante, su pretensión sincera, pero el resultado es, a mi modestísimo juicio, bastante mejorable. Además la película no ha envejecido bien. Antes al contrario, ha envejecido mal. Se la nota decrépita en las formas y en el modo moral que propone. El estudio del deseo está disminuido por la naturalidad con la que muestran los hechos. No hay aspectos, circunstancias o sucesos que arañen el alma, que desgarren el intelecto, que hagan jirones con los anhelos y pulsiones personales, sexuales y de domino y poder. 
Chabrol no es uno de mis directores favoritos, ni mucho menos.  Algunas películas suyas -entre ellas ésta- son interesantes, motivadoras y entretenidas. Otras, sin embargo, son directamente prescindibles, cuando no malas (e incluso algunas infames).

domingo, 19 de diciembre de 2021

§ 2.552. Crónica negra (Jean-Pierre Melville, 1972)

 

El mundo particular de Melville, un tipo que se paseaba por el mundo con botas de cowboy y sombrero texano, pretendiendo emular a los directores americanos. De hecho su temática siempre es de cine negro. Al menos no le conozco otra temática. Atracos, asesinatos, violencia, policías y delincuentes.
La composición de las escenas de violencia es prácticamente como la de cualquier película de Serie B americana. Seca, dura, sin concesiones. No hay malabarismo, únicamente trama. Un guión tan conocido como cualquier otro pero que en manos de este 'friki' del cine negro hace que se destile una obra de calidad. Además no sabes realmente -como ocurre con tantas obras de cine negro- de qué va hasta que lo tienes encima. Podría firmar esta obra cualquier artesano de la Serie B. Gordon Douglas, Karlson, quizá incluso Fleischer o Wise, y estos dos últimos no son Serie B precisamente. Quiero decir que el material es mejor o peor dependiendo de los directores que lo modulen y manejen.  Y este director para este tipo de material es idóneo.
Se me hace muy raro ver a Richard Crenna en un reparto tan europeo, con un Alain Delon en sus mejores años y con una  Catherine Deneuve en estado de gracia, con una belleza clásica absoluta, con una elegancia y porte distinguido digno de las mejores actrices del cine clásico. Nunca estuvo tan guapa como en "Bella de día" (Luis Buñuel, 1967), pero eso es otra historia.

§ 2.551. Nosferatu (F. W. Murnau, 1922)

 

Puede parecer una exageración lo que voy a decir, pero la asociación emocional entre especulación inmobiliaria y maldad humana que forma parte del imaginario colectivo quizá se debe a esta película, al menos en parte.
Es una película que cumple cien años en el que va a comenzar. Una barbaridad en términos artísticos, sobre todo en un arte que daba sus primeros pasos en aquellos años -aunque ya desde incluso diez años atrás existían películas- para empezar a convertirse en una manifestación artística imprescindible en el siglo XX.
La cinta está perfectamente restaurada. Tiene un ligero matiz verde en su pigmentación que la hacen muy reconocible y original. Aunque a ratos el sepia parece el color dominante. Como bien se explica al comienzo se han utilizado varias copias, procedentes de diferentes países, para la creación de lo que pudiéramos llamar "versión canónica".
La sucesión de luces y sombras es probablemente la aportación fílmica más notable de la película. La narrativa no desde la enunciación de unos acaeceres, unos sucesos, unas situaciones, sino la capacidad de infringir miedo, terror, asco o aversión empleando únicamente las imágenes, y particularmente las sombras que proyectan la imagen del vampiro sobre la pared, el suelo, las puertas, etc.
Las composiciones musicales no sé si son propias de la película o se compone de retazos de obras ya clásicas en aquel momento. Probablemente la primera opción sea la más plausible. Se acreditan hasta siete autores de la misma.
No se hace larga, aun siendo muda y con la limitación de conocer bien la historia, el contenido. No es una suma de imágenes, más o menos engarzadas, sino la composición de una historia por nuevos medios de expresión. Está llena de imágenes icónicas que son capaces de resumen en un par de fotogramas lo que el personaje piensa, siente o quiere expresar.  Ése es su gran mérito, claro.
Me ha gustado verla, pero es cierto que hay algo de voluntad en ello, casi una pretensión ideológica, una aspiración.

sábado, 18 de diciembre de 2021

§ 2.550. La captura (John Sturges, 1950)

 

Muy interesante propuesta, lástima que mi copia no se vea del todo correctamente. La redención es el tema. La capacidad del hombre para encontrarse consigo mismo y ser capaz de expiar los pecados que ha cometido en la vida, los errores fatales que han influido en otras personas. La confesión a un religioso, el aire a expiación que circunda al protagonista, el peso de la culpa. Un ensayo sugestivo en un marco de Western. 
La voz en off es una técnica que expuesta de la manera que lo hace el director es casi teatral, aclaratoria de los propósitos y sentimientos del protagonista -pues sólo funciona con él- y que sirve para simplificar el retrato psicológico del personaje, pero que resta potencia a las imágenes y al relato. 
Está muy bien montada, tiene un guión muy inteligente y se conduce estupendamente. 
Lew Ayres, y Teresa Wright son los protagonistas. Él sí consigue el aire de hombre torturado, malherido, incapaz de sobreponerse a sus obras, a su destino. Ella consigue un mejor empaque a la obra, trascendiendo su rol a medida que avanza la película. Domina las relaciones entre ellos y su potencia le imprime carácter y forma de ser. Es mejor papel el de ella que el de él.
Me ha gustado mucho. No sólo se deja ver, sino que te lleva y favorece que te cuestiones algunas cosas.

§ 3.901. La trampa (M. Night Shyamalan, 2024)

El director pretende algo difícil, difícil de verdad, entroncar una persecución policial dentro de un estadio donde se está celebrando un co...