jueves, 18 de noviembre de 2021

§ 2.522. La caída de los dioses (Luchino Visconti, 1969)

Obra compleja, difícil de seguir, delicada, sumamente trabajada en todo el diseño de producción. Un Dirk Bogarde imperial,  acompañado de una absolutamente maravillosa Ingrid Thulin, Helmut Griem, un perturbado y pervertido Helmut Berger y Charlotte Rampling, tan poca cosas como siempre, pero aquí sin la cobertura que patrocina ser el mito erótico en el que luego, más tarde, se convirtió. Un reparto excelente.
Irreverente, faltona, escandalosa, provocativa, con guiños homosexuales, pero profundamente moral. Es una exposición cruda de una realidad que no se quiso ver en su momento. "El nazismo lo hemos alimentado en nuestras fábricas" dice en un momento el personaje que se opone al nazismo en la familia. Y es verdad. Una gran verdad. 
Lógicamente plantea únicamente un punto de vista, el de altísima burguesía privilegiada y muy adinerada. Pero quizá es donde mejor se aprecie la ruptura moral entre los miembros de la familia. Los personajes están muy bien caracterizados: el patriarca que pertenece a la tradición alemana culta y sofisticada que odia a Hitler y todo lo que es representa. La hija viuda que tiene un amante al que pretende llevar a la dirección de la siderurgia familiar, y un hijo abiertamente homosexual. El amante de ella, advenedizo borracho de ambición y poder. El nazi reconvertido en lo que "sea" con tal de ganar la guerra interna en la familia, su hijo músico; el vicepresidente que se opone a los nazis y tiene que salir huyendo dejando detrás a su mujer y sus dos niñas.
Las tensiones del poder están muy bien representadas, los halagos de poder, la tensión artificial que sobre todo el entramado empresarial crean los nazis, el arribismo de los recién llegados, la frivolidad de los ricos de cuna que creen que todo le da igual, que nada les va a pasar.
Tiene algo de película clásica, de las de siempre, pero con un lenguaje moderno, diferente, sobre todo al representar las bajezas y miserias de la condición humana. A veces con una sordidez muy cruda, sobre todo cuando insinúa las pulsiones pederastas del hijo de la marquesa, al que literalmente se le deja hacer lo que le de la gana con tal de que haga presidente de la compañía a su amante. Solo falta un poco de necrofilia para sumar una aberración sexual más al catálogo de las que expone. No entiende muy bien la conexión entre poder y sexo, porque la relación que expone entre la hija del magnate y su amante no es, ni por asomo, sexual. Sólo manifiesta alguna pulsión el hijo de ésta, abiertamente homosexual que: se cuesta con una prostituta y siente deseos sexuales por una niña. Parece como si las relaciones sexuales heterosexuales no generasen conflictividad o morbosidad. Entre ellos no hay la más mínima prueba de afecto sexual. Antes al contrario, parece como si su relación fuese un juego de poder entre los protagonistas.
Tiene imágenes míticas de la historia del cine: el baile del travestido al comienzo, la quema de libros... En general la escenografía está cuidadísima, los trajes de nazis con ese negro que entra por los ojos, los trajes de las mujeres, los abrigos, los trajes de los civiles, las joyas, las vajillas, etc. Lo que pudiéramos llamar la "iconografía del poder" está muy bien representada, porque, básicamente, ese era su propósito.

miércoles, 17 de noviembre de 2021

§ 2.521. La vida secreta de las palabras (Isabel Coixet, 2005)

Muy interesante propuesta de una directora muy celebrada, culta y con gran estilo. Cuando la he oido alguna vez en algún postcat sobre cine siempre la he escuchado decir cosas llenas de criterio, mesura y sentido cinéfilo.
Su propuesta estética es preciosista, detallista, delicada, algo minimalista...
Nunca pensé la de cosas que ocurren en una plataforma petrolífera. No es, al menos no lo parece, el sitio ideal al que ir de vacaciones.
Me ha gustado mucho. Tiene algo del pasado que te persigue, de la enfermedad que te castiga, del peso de la culpa, de lo enigmático que pueden llegar a ser las relaciones con los demás, la incapacidad de comunicarse con los demás como una enfermedad, como una lesión que no te deja ver. A medida que él va sanado de su lesión en las córneas ella va abriéndose a expresar lo que le ocurre. 
No es que sea fascinante, porque no es la palabra, ni tampoco interesante, que tampoco es lo más correcto. Es que es mantiene la atención de una forma singular. Tiene algo de thriller, de historia de misterio, de amor, de amistad. Me parece una película magnífica.

martes, 16 de noviembre de 2021

§ 2.520. Un grito en la niebla (David Miller, 1960)

De David Miller he visto ya varias cosas, todas realmente estupendas, con dos obras muy notables: Miedo súbito (1952) y Los valientes andan solos (1962), especialmente esta última, que era la película favorita de Kirk Douglas.
Me cuesta ver a Doris Day en un papel tan dramático. Rex Harrison sin embargo puede hacer de todo, es un actor absolutamente magnífico, al que acompañan John Gavin, y Myrna Loy en los papeles principales.
El planteamiento es sencillo, una línea ya iniciada con "Voces de muerte" (Anatole Litvak, 1948), que es tremendamente superior a ésta.
La química entre Harrison y Day no funciona. Él es mucho más mayor que ella, y parece que no siente mucho afecto por su esposa. Además el miedo de ella no parece real, parece impostado, artificial, poco natural. Myrna Loy sin embargo borda su papel, nada más aparecer llena la pantalla y sus reacciones son tremendamente naturales. Una mujer mayor con una belleza serena y madura. Herbert Marshall acompaña con total pulcritud. Hace el papel que le corresponde. El reparto se completa con uno de los galanes de la época, el todo terreno John Gavin, y con Roddy McDowall en el papel de infante terrible. Un reparto de auténtico lujo para un resultado final un tanto mediocre y, en todo caso, muy por debajo de otras grande obras del director, y, en todo caso, muy por debajo de sus expectativas. Tiene mejor "pinta" que "fondo".
La trama avanza con normalidad, pero ni consigue impresionar al espectador ni puede ser tratada en tono de comedia.  Está tratada desde la normalidad de un matrimonio y su vida familiar, pero es algo incoherente, sobre todo porque el director te hace dudar de si estamos en presencia o no de un auténtico problema o si es imaginación de la protagonista. Además hay varios vectores que convergen en las posibilidades de ser el acosador. No está bien logrado el resultado.

lunes, 15 de noviembre de 2021

§ 2.519. Femme fatale (Brian De Palma, 2002)

 

Una historia de robos bastante inverosímil, difícil de encajar, un poco barroca y enrevesada. Pasa media hora y todavía no sabes qué estas viendo. Me parece que la complejidad del guión he sido llevada al metraje, a la pantalla, y que más que estar ante una obra compleja nos encontramos, por momentos con creciente irritación, con una obra no ya difícil de comprender, sino abierta y literalmente incomprensible. 
Estéticamente es interesante, la música tiene una fuerza que acompaña perfectamente al desarrollo de la trama, muy al estilo thriller de Hit. 
El cambio que experimenta la cinta a los cuarenta y tantos minutos parece anunciar otra película, "siete años después" como reza el intermedio de la misma.
No me parece una gran obra. Antonio Banderas parece un pato mareado al lado de Peter Coyote y otros actores más consagrados. El impulso juvenil que en las película celtibéricas tiene su gracia, naufraga en este tipo de producciones. El papel de paparazzi no es para él. A medida que lo ves en pantalla te acostumbras, y realmente por momento transmite autenticidad, pero su presentación no es del todo buena. Desde luego he visto cosas mejores de él, casi todas.
Tiene, además, algunos fallos de guión incomprensibles, o al menos a mi así me lo parece.

domingo, 14 de noviembre de 2021

§ 2.518. La mujer obsesionada (Henry Hathaway, 1959)

 

De las últimas del maestro Hathaway que me quedan por ver. De las últimas que están editadas, pues hay una cuantas que no consigo encontrar en ningún sitio.
Rodada en escenarios naturales, es interesante aunque un poco larga. A mi se me ha hecho larga. No me interesan excesivamente las historias de amor. Y no creo que el director sea de los más dotados para este género. Tiene algo de costumbrista, de naturalista, de vida rural americana. El papel de la mujer pretende ser de una fuerza arrolladora, pero no consigue transmitir la potencia necesaria. Exige una transformación radical desde el rol de una mujer sumisa, metida en el hogar, en la casa, a una singular ranchera. Y no está mal elegida la actriz, ni mucho menos. Quizá el tono no sea el más adecuado para una historia de amor. Tengo al maestro por un director del Oeste, de Aventuras, de conflictos no resueltos, de tensión y un cierto trasfondo conflictivo. 
La tensión entre un niño pequeño y un adulto que se enamora de una señora viuda es un tema emocionalmente no fácil de concretar, plasmar y rodar. Además es un guión original, lo cual es más difícil de llevar a buen puerto.
La pareja Susan Hayward y Stephen Boyd funciona bien, muy bien. Ella es una actriz inmensa, él siempre ha estado a la sombra  de su papel en Ben Hur. Le he visto en una cuantas películas pero en ninguna de ellas le he visto realmente bien. Funciona, pero sin más. Hace bien el papel, pero se le falta ese magnetismo que sólo tienen los actores realmente potentes. Él no lo es. 
Ella sí, ella es otra cosa. Con una mirada, una cara marmorea, el pelo rojo, probablemente más baja de estatura que las diosas de la belleza con las que le tocó competir en un Hollywood dorado que tenía establecidas sus musas... Aun así tenía una belleza natural y un garbo y apostura muy propia.
La cinta tiene parte de un dramatismo intenso, los parajes naturales son los del Oeste de Hathaway y la cuestión amorosa está bien resuelta. El amor entre ellos crece a la vez que el niño. Es bonita, se deja ver. Es algo diferente en la filmografía del maestro.
Director por el que siento una gran admiración. Todas sus películas me agradan, especialmente las de Oeste. Le tengo por un gran artesano de la industria.

sábado, 13 de noviembre de 2021

§ 2.517. La casa roja (Delmer Daves, 1947)

Relato de misterio en la América rural con una fisicidad muy determinada por los dos protagonistas: un ya algo mayor Edward G. Robinson con expresiones toscas y la caudalosa mirada a ninguna parte que patrocinó como propia y de la que no se desprendía, y una Judith Anderson, siempre tan encasillada desde su papel, absolutamente estelar en Rebeca. Les acompañan Lon McCallister, Allene Roberts, Rory Calhoun, y a cantante de jazz Julie London (que la tengo por buena e interesante).
El relato parece sacado de Poe, aunque es de George Agnew Chamberlain sobre el que proyecta el guión el director.
Muy interesante, excelentemente bien tratada, con una progresión en el "suspense" que la eleva poco a poco y que la sitúa como una obra interesante. Oscura y algo dramática, no sólo sitúa al espectador dentro de la trama, sino que le coloca en la alternativa de querer saber o no saber qué ocurre en el sendero. Algunos personajes sí quieren saber qué pasa, mientras que otros prefieren ignorar lo que ocurre dando un rodeo por el camino más largo. Toda una metáfora de la vida y de la realidad. No siempre afrontar el camino difícil es garantía de llegar a un buen lugar. A veces la postura más inteligente es precisamente la contraria, dejarse vencer por algo que no puedes controlar y seguir el camino más fácil.
Quizá el bosque sea el pasado, no el futuro. La morbosidad de la relación entre la hija adoptada del granjero y el trabajador, con la novia de éste rondando es particularmente intensa. Tal y como observa el padre dicha relación puede deducirse que, de una manera u otra, reproducen la relación que él tuvo con su mujer. Hay algo amenazador en el bosque, pero no porque sea peligroso caminar por él, sino porque esconde algún secreto que es mejor que no salga a la luz. La pertinaz búsqueda de la Casa Roja, la obstinación de la hija en ello parece más propio de un determinismo genético que de una simple pulsión por averiguar la verdad.
La música de Miklós Rózsa le aporta un dramatismo intencionado verdaderamente interesante.
Realmente me ha sorprendido, me ha parecido magnífica. Delmer Daves es un director muy sólido.

§ 2.516. Las zapatillas rojas (Michael Powell y Emeric Pressburger, 1948)

Celebérrima cinta de amor desarrollada en el mundo del espectáculo de esa pareja de directores que hizo fortuna conjuntamente. Delicada, suave, bien trazada, con un guión aunque previsible firme y progresivo. Un color un poco diluido a cargo de Jack Cardiff (luego director de obras interesantes).

Un poco larga para mi gusto, se hace pesada. Tarda en arrancar y aunque la historia es bonita no llegas a conecta con ella del todo.  La frialdad del director (abiertamente homosexual) de la empresa a veces es algo impostada, y la candidez de la bailarina para cuestiones amorosas también se aprecia forzada. La verdadera historia arranca bien entrados los cincuenta y pico minutos...

Si te gusta el ballet, o las películas musicales, seguramente te agrede. La he disfrutado pero no es el tipo de cine que más me gusta. No es una historia de amor desgarradora, ni de intensidad. El baile central es realmente magnífico y está muy logrado, pero la cinta en general me ha aburrido un poco.


§ 3.916. Beltenebros (Pilar Miró, 1991)

La vi hace muchísimos años, en Cabueñes, en Asturias, en un campamento juvenil que organizaba el Injuve (el Instituto Nacional de la Juventu...