sábado, 26 de junio de 2021

§ 2.435. El cebo (Ladislao Vajda, 1958)

Una obra de arte, con mayúsculas, reconocida como tal por público y crítica. La disección del estudio sobre la investigación policial es magistral, con la lentitud y la parsimonia que va de un sitio a otro hasta descubrir la verdad.
La intuición del comisario juega un papel esencial en la obra. Ese no se sabe qué que forma parte de la labor policial y que la tiene los hombres y mujeres que están preparados y viven su profesión con la intensidad que sola proporciona la profesionalidad.
Es un auténtico modelo de comisario: dedicado, con un punto de obsesión sin hacerle perder la objetividad, preparado, con horas de vuelo y con una determinación por averiguar la verdad y un carácter que no conoce el decaimiento.
La aportación psiquiátrica es una de las claves del asunto, y la conversación entre el comisario y el psiquiatra es maravillosa. Diseccionar un dibujo infantil para conseguir de ahí un camino que conducta a la elaboración de unas pruebas es una organización muy inteligente de las pistas que debe seguir. Es una maravilla. 
El enfoque de la película es extraordinario. Apreciar cómo el comisario va apuntalando pequeños datos para configurar el viaje en coche que hace el asesino es una lección absoluta de investigación policial.
Es la primera película que veo de Vajda, y también la primera que veo de Heinz Rühmann, al menos que recuerde. La dirección es magistral, no sólo no sobra un diálogo, es que no sobre un  fotograma, todo encaja, la suavidad con la que se conduce la historia, el avance poco a poco de la trama. La sobriedad del actor es un sello del personaje, que en este caso cuadra a la perfección.

jueves, 24 de junio de 2021

§ 2.434. En terreno vedado (Ang Lee, 2005)

Película muy comprometida, valiente y vital. Ambientar una historia de amor homosexual en el oeste más viril es de una arrogancia tal que si le hubiera salido mal realmente le hubiera marcado. Pero le salió estupendamente. Una película brillante, un resultado óptimo, una cinta para recordar y ver varias veces en la vida. Me ha parecido soberbia. 
Unos actores muy bien elegidos: Heath Ledger, Jake Gyllenhaal, que dan el tono justo de melancolía y virilidad. Me gusta porque no se regodea en la escenas más escabrosas, no porque no me agrade verlas, sino porque no son del todo necesarias para contar esta historia. Quizá en otras pueda ser oportuno, pero en esta no parece que sea necesario.
Las tensiones interiores del protagonista por su condición de hombre casado y padre de familia con pulsiones claramente homosexuales está muy logradas, muy bien conseguidas. Es la parte más difícil de la cinta, de la realidad en la que viven muchas personas.
La vida civil a la que se enfrentan ambos protagonistas, sus respectivas familias, sus mujeres e hijos es realmente muy dura. Y eso también está muy bien narrado. El problema se ensancha cuando las diferencias sociales se agrandan, pues uno es rico y el otro el pobre. El divorcio y los problemas asociados a la nueva situación acrecientan el problema, los problemas.
Tanto la música como los paisajes son absolutamente maravillosos, verdaderamente notables, especialmente en la primera parte. Parece que están viendo una película de Anthony Mann, o de Henry Hathaway. El paisaje como protagonista está muy logrado.

martes, 22 de junio de 2021

§ 2.433. Los crímenes del ático (Peter Walker, 1978)



Terror blando, psicológico, de todos los días, del que le puede pasar a cualquiera. 

El término se llama "slasher" y se utiliza para identificar un subgénero del cine de terror. El que se relaciona con homocidas de mujeres, de terror obsesivo sin razón, de angustia provocada por un psicópata que amenaza o aterroriza de manera obsesiva a una víctima muy concreta, generalmente mujer, casi siempre joven, o incluso adolescente, por los motivos más diversos, pero siempre relacionados con el sexo, el suyo, el de la chica, el del marido o pareja, etc.

La venganza por algo que ha sucedido o padecido es lo que caracteriza a la motivación del autor, generalmente capacitado e inteligente, frente a la emotividad, usualmente un tanto neurótica, de la protagonista femenina.

Supongo que para los avanzado en este género, a los que disfrutan de las películas de miedo estas películas tienen su gracia. Intento ver de todo, y en eso se incluyen estas cintas, pero, la verdad, no es mi género. No me provocan miedo, ni siquiera tensión, sí rechazo y hartazgo... con esta estaba desando que terminase la película, la verdad.

En este género, al parecer, se encuentran: Psicosis (del maestro Hitchcock),  El fotógrafo del pánico, (de Michael Powell [el sólo, sin Presburger]) Vestida para matar (de Brian de Palma), y Homicidio (esta última menos conocida: de William Castle, que me pareció muy buena). 

Comparar esas películas con ésta, como que no...!!! 

Ambiente muy "setentero", tanto en la ropa como en los coches y, sobre todo, en la música. Actores no estelares, poco conocidos, atrapados en una pretendida atmósfera asfixiante que ve subiendo en la presión.

Guión interesante, pero el resultado cinematográfico no es muy brillante.  Nada conmueve, no llega a interesar verdaderamente la historia ni mantiene puntos de conexión con personajes secundario que pudieran servir de punto de atracción y de atención a la trama principal. Pero no. 

Es la segunda que veo de Walker y esta es igual de mediocre que la otra, titulada: "Esquizofrenia" (1976).

lunes, 21 de junio de 2021

§ 2.432. La ruta de Corinto (Claude Chabrol, 1967)


No sé qué tiene Chabrol, pero no me gusta. No acabo de entenderle. Es el tono de sus películas, entre satírico y cómico, como para no tomárselo en serio. 
Esta es un buen ejemplo de lo que digo: una trivialidad de trama, con personajes muy poco construidos, intercambiables por otros que hicieran lo mismo, con un guión que bien pudiera construirse de otra manera, más seria y canónica, un trhiller clásico y convencional. Es un tono liviano, como si nada tuviera importancia, con algunos gag abracadabrante, entre cómicos y satíricos. Hay algo de los Coen aquí, no sé cómo decirlo, algo de Sasa Barón Cohen. Es delirante pero sin risas, un humor sardónico, feo y centrados en los aspectos más triviales de la trama, los que tienen menos interés para el espectador. Todo es poco serio, nada relevante, nada importante, centrados en los aspectos menos interesantes de la trama.
De las pocas suyas que he visto solamente me ha gustado "Los fantasmas del sombrerero" (1982), que realmente es una película más lineal, más ortodoxa. 

§ 2.431. Río Grande (John Ford, 1950)

La última de la Trilogía de Caballería, quizá la menos conocida, pero tan bonita como las otras dos, o quizá más, porque profundiza en los valores familiares, en los personales y en el amor y el papel de las mujeres en el ejercito. 
Me emociona hasta las lágrimas algunas escenas, me pasa mucho con Ford, con películas como éstas. Es algo primario y básico, lo sé -soy plenamente consciente- y no me importa reconocerlo. La renuncia a la felicidad conyugal por el cumplimiento del deber es un aspecto de la vida que no sólo siempre he comprendido bien, sino que he admirado.
Como siempre la música juega un papel muy importante en las películas de Ford. No sólo como momento para que se relajen las tensiones del día a día en el cuartel, sino como recurso técnico para dar paso de escena a escena.
El empuje del muchacho por buscar un lugar bajo el sol constituye la pulsión dramática esencial de la cinta; la búsqueda de un camino propio, el que cada uno elige es una de las mayores conquistas de la madurez, la que garantiza el paso definitivos de la niñez o adolescencia a la vida adulta. Para Ford, que nada humano le era ajeno, aproximarse a esta temática en el escenario del Oeste era lo más natural. Y le sale una película maravillosa, redonda, épica e inolvidable.
Maravillosa Maureen O'Hara, mujer de rompe y rasga que borda el papel, como siempre, desde las entrañas, desde la racionalidad, desde lo salvaje. 
Lo de John Wayne es escandaloso, realmente un actor mayúsculo, impresionante, sobre todo en este tipo de papeles. No le pongas en papeles clásicos de cine arte/ensayo, porque se perdería. Él era para este tipo de papeles, en películas que cuando se rodaron y expusieron no eran consideradas obras de arte, estatus que han ido adquiriendo con los años.
El resto de la troupe de Ford está presente: Ben Johnson, Victor McLaglen, junto con Chill Wills, Ken Curtis, Claude Jarman Jr., Harry Carey Jr., y J. Carrol Naish.

domingo, 20 de junio de 2021

§ 2.430. Día-D, 6 de Junio (Henry Koster, 1956)

Entretenida película cuya temática siempre queda minusvalorada por la gigantesca "El día más largo" (Ken Annakin, Andrew Marton y Bernhard Wicki, 1962). Curiosamente el actor Richard Todd se interpreta a sí mismo, como en la otra película, como militar que efectivamente desembarcó en día D en el desembarco de Normandía. En la de Annakin al parecer el papel es auténticamente real, aquí, en esta, es un papel inspirado en ese hecho.
A Robert Taylor le veo cansado y poco cooperador, era un papel más para él. Estaba apurando su carrera, pegando sus último tiros...
Edmond O'Brien como general da el pego, siempre lo da. Es un actor solvente y maduro. Muy racional.
Dana Wynter es la chica, la he visto en algunas películas pero no la tengo por una gran actriz. Acompaña y poco más.
No aporta demasiado a lo ya conocido, porque tampoco es realmente una cinta de guerra. Está ambientada en la guerra, en el episodio bélico desarrollado ese día, pero no es una película "de guerra".
Un romance triangular, de una bella mujer que se debate entre dos amores, ambos militares, un joven y prometedor militar británica y un desencantado oficial americano, casado pero seguramente no con un matrimonio feliz. Un hombre sólo, desterrado que confunde afecto con amor, y una chica equivocada y confundida que está asustada porque su novio esté en primera linea de combate.
Entretenida por momentos, aunque naufraga en mantener la tensión dramática, que no se sostiene la hora y pico que tarda el desenlace. Me parece un poco cansada y cansina, y le sobran al menos diez minutos. 

§ 2.429. La diligencia (John Ford, 1939)

Una película debe ser como esta. Presentación de personajes, desarrollo de la trama y desenlace, más o menos dramático. Esta es una película canónica, es decir, absolutamente ordenada, que va de un punto a otro de manera suave, sin sobresaltos expositivos. 
La galería de personajes presentados en los primeros veinte minutos es magistral: el banquero estafador que huye con el botín, el jugador de ventaja de pasado oscuro (por supuesto), la prostituta de buen corazón que han echado del pueblo, la mujer del oficial de caballería embarazada que va en busca de su marido, el borrachín simpático -tan de siempre en Ford- ahora en versión médico abandonado de sí mismo, el vaquero desencantado algo pendenciero y tratado mal por el sistema que tiene alguna cuenta pendiente con la justicia, el vendedor de no se sabe qué, que se mueve de un sitio a otro sin llegar a saber muy bien por qué, etc.
Una especie de "road movie" singular, en donde se aprecia cómo el camino y sus vicisitudes van modulando a las personas, haciéndolas diferentes a como comenzaron el viaje.
La historia de amor es la propia de una nación que comienza a vivir. Sin pasado, sin reproches, sin mucho conocimiento el uno del otro, sin nada que perder, tampoco con mucho por ganar. Simplemente las cosas son como son. Los personajes luchan contra ellas, pero no se sublevan contra el maleficio que les persigue: "hay ciertas cosas de las que un hombre no puede huir" dice Wayne en una de las escenas más memorables.
Me parece una película absolutamente magnífica, enmarcada en el género del Oeste pero que puede ser contada desde otra perspectiva: el amor, la escuela, etc.
Se hace muy corta, parece mentira, pero la hora y media pasa, literalmente, volando. Es un prodigio de arte, emoción y cine.

§ 3.916. Beltenebros (Pilar Miró, 1991)

La vi hace muchísimos años, en Cabueñes, en Asturias, en un campamento juvenil que organizaba el Injuve (el Instituto Nacional de la Juventu...