jueves, 27 de noviembre de 2014

JOHNSON, Nunnally. Las tres caras de Eva (1957)

Director de muy pocas películas, Johnson crea una atmósfera bastante opresiva en esta cinta, para mi la mejor de su carrera. Un claro caso clínico de doble personalidad provocada por el trauma que le provoca a una niña tener que besar a un pariente fallecido.
Su desdoblamiento se acrecienta con la vida familiar y las obligaciones de ser madres, al punto de convertirse en un peligro para la niña y para ella misma. Dos mujeres en el mismo cuerpo. La que es, casada y madre en una sociedad clasista, oprimida por el marido y abnegada ama de casa; y otra más ligera de cascos, poco convencional y muy deslenguada. El final aparece otra tercera, que es la que pone el equilibrio entre ellas dos.
Lee Cobb es el médico y lo hace francamente bien. Es un secundario de superlujo. 
Los temas psiquiátricos han dado muchísimo juego a la literatura y al cine, a la ficción en general, desde luego más juego que a la producción científica y académica psiquiátrica. 
No llega a la altura de la de Huston sobre Freud, pero tampoco es mala. 
Es, si no recuero mal, la tercera vez que la veo. La primera no me gusto demasiado, la recuerdo de joven, muy poco clara, la segunda la vi hace unos diez años, y me pareció magnífica, al punto de considerarla una excelente película, una obra de arte escondida. Esta tercera vez la sitúo en el punto de equilibrio de considerarla una buena película, intemporal, pero sin llegar a las cotas de gran obra de arte. Está bien, muy bien, pero no es una obra de arte.

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