domingo, 27 de marzo de 2022

§ 2.655. El silencio del mar (Jean-Pierre Melville, 1949)

La primera película de Melville. Interesante, aunque un poco pretenciosa. Como si quisiera contarnos lo bien que sabe contar.  El tema es áspero, y difícil de contar. Tomas reiteradas en los mismos escenarios, mucho monólogos, pocos diálogos. No era fácil mostrar un escenario tan opresivo y cerrado. Tiene algo de obra de teatro, se puede representar en un escenario.
La proyección del alemán culto, delicado, fino y cultivado que se ve compelido a participar en una guerra que probablemente no desea está magníficamente conseguida. Le duele la situación, no se siente cómodo en el papel de huésped obligado en tierra extraña, en tierra conquistada, pero tiene que hacer lo que tiene que hacer.
El actor es Howard Vernon, que me ha parecido magnífico.
Con esta cinta acabo Melville, porque dos de sus películas están descatalogadas y no creo que las encuentre, aunque todo puede ser. Un director de una pieza, muy influenciado por la Serie B americana, sin lugar a dudas, con obras maestras del cine. Sin discusión: un grande.

§ 2.654. Mando siniestro (Raoul Walsh, 1940)

 

Probablemente Walsh pretendía continuar por la estela del éxito de la pareja Wayne y Trevor, estelas rutilantes desde 1939 con La Diligencia, de Ford. El triángulo amoroso se completa con un Walter Pidgeon tan reconocible como siempre.
Un Western bastante convencional, muy bien rodado y con imágenes muy icónicas: el salto al vacío de la diligencia es extraordinario. Los pasajes actorales entre los protagonistas son algo forzados, aunque interesantes.
Se ve muy bien, un blanco y negro muy  bonito. Pero la historia decae a medida que pasa el metraje. Es interesante, pero me ha resultado algo anodina. Es la segunda vez que la veo y, la verdad, no me ha conseguido emocionar del todo.

sábado, 26 de marzo de 2022

§ 2.653. La venganza de Ulzana (Robert Aldrich, 1972)

Tengo a Aldrich como un director excelente, con películas estupendas y llenas de potencia. Y esta es una de ellas. Con el magnífico Burt Lancaster a la cabeza, que es capaz por sí mismo de llenar la pantalla.
Es un Westher descarnado, a veces violento, pero no por el afán de serlo, no por el capricho de mostrarnos lo más salvaje del ser humano, sino porque es su naturaleza, su ser más propio, donde muestra su ser más escondido. En muchas películas suyas la violencia es un personajes más de la trama. Y esta no es menos.
El otro personaje son los caballos, que están presentes desde el principio hasta al fin.
Tiene algo de Westher reposado, maduro, sereno. No hay prisas, no es que sobre el tiempo, es que cada cosa tiene su propio ritmo, y eso no lo va a cambiar la necesidad de encontrar a Ulzana. Me gusta mucho que no explique las razones por las que los indios se levantan, probablemente porque está en su propia naturaleza, en su forma de ser.
El racismo que exudan los soldados hacia los apaches no les hace ningún favor, les dificulta incluso la comprensión de lo que sucede, no ya de la táctica a seguir y la forma de abordar los problemas, sino de la completa estrategia que debe rodear todo propósito, también la persecución de los huidos de la reserva.
La capacidad de análisis del sargento es poca, pero tiene una ventaja, que es capaz de escuchar al indio que les acompaña como guía y al blanco que conoce el terreno, la problemática de los indios y es capaz de mantener la sangre fría.
Los secundarios están perfectos, sobre todo Bruce Davison que borda su papel de teniente excesivamente pretencioso y con necesidades de creerse a sí mismo en su papel de mandamás del grupito que persigue a los indios.
Los escenarios naturales evocan películas más ambiciosas, Wester de los años 50 y 60 tremendamente ambiciosos en cuanto a los decorados y la ambientación.

viernes, 25 de marzo de 2022

§ 2.652. Dos hombres en Manhattan (Jean-Pierre Melville, 1959)

 

Como siempre Melville hace un cine sin concesiones. Directo, al grano. También sin medida, sin límites, sin dejarse nada. Es un director imprescindible, al manos para las nuevas generaciones y para la Televisión, los telefilm y las series. 
Un trabajo impecable de guión, una música que acompaña sin inmiscuirse demasiado, y un trabajo de dirección artística total hace de la obra una película muy recomendable. Vives, literalmente, la noche de Nueva York, sus calles, su bruma, su alcohol, su angustia de vivir.
Los periodistas son el propio Melville, también autor del guión, y Pierre Grasset. Ambos espléndidos.
Un blanco y negro precioso, que, pasados 60 años sigue siendo nítido y claro. Le falta ese punto de madurez y sosiego de otras cintas suyas, sobre todo las últimas, pero es una muy buena película.
Me ha encantado, en realidad todo los del Melville me parece brillante. No sé dónde hubiera podido llegar, pues murió joven y en plena fuente de creatividad.

jueves, 24 de marzo de 2022

§ 2.651. Pasión bajo la niebla (King Vidor, 1952)

 

King Vidor es una directorazo. Qué de obras filmó. Un auténtico gigante,  con películas imprescindibles.
Esta es una pequeña joya. Un ambiente claustrofócico, cerrado. Un pueblo de Carolina, una muchacha explosiva, un aventurero que regresa de sudamérica con una vida nueva. Conflictos amorosos, pasión racial, pulsión sexual encubierta...
La historia es de un tal Arthur Fitz-Richard, para mi desconocido autor, pero si me dicen que el guión es de Faulkner, Capote, o de Tennesse Williams te lo crees perfectamente. Ese desgarro en las relaciones, esa forma de querer, casi contra la sociedad, contra los demás, casi como si fuera una venganza, como un reto. Algo animal, salvaje.
El triángulo: Jennifer Jones, Charlton Heston, Karl Malden no lo veo. No sé si funciona. Jones nunca me ha agradado de veras, siempre la he visto como una estrella excesivamente prefabricada, muy preparada. No tenía esa racialidad de otras superestrellas: Bette Davis, Joan Crawford, Marilyn Monroe, Barbara Stanwyck, Eleanor Parker, etc.
Jones ni era del grupo de bellezas absolutas, aun siendo una mujer muy guapa, ni era una actriz superlativa. Heston y Malden son, evidentemente, otra cosa. Actores magníficos, muy de su época quizá, que no han trascendido tanto como otros, pero muy solventes y capacitados.

miércoles, 23 de marzo de 2022

§ 2.650. Buffalo 66 (Vincent Gallo, 1998)

 

La tengo guardada hace muchos años y nunca me ha apetecido verla, aunque la tengo por interesante. Una historia muy poco convencional, mitad autobiográfica mitad exageración, o simplemente fantasía.
Cine independiente americano en la órbita de la marginalidad, el abandono y la ausencia de esperanza. No es exactamente una película "social", pero la ambientación está presente. Una familia muy singular, prácticamente desestructurada, con una madre que  no se sabe muy bien si no recuerda al hijo o no quiere recordarlo y un padre cantante con muy mal carácter que no parece tener ningún afecto por su hijo. Una familia muy deshumanizada, pendiente del fútbol americano, y completamente desaprensivos. No son capaces de tener afectos  normalizados.
Un reparto muy potente: Vincent Gallo, Christina Ricci, Ben Gazzara, Mickey Rourke, Rosanna Arquette, y Anjelica Huston. 
No es el cine que más me gusta, pero reconozco que es interesante, tiene su desarrollo y para ver cine tienes que ver de todo, también estas cosas.
Tiene algo de incomprensible, de discurso no lineal, de perspectiva difusa, de desarrollo poco convencional. Y a mi me siguen gustando más las películas clásicas, con planteamientos más "comprensibles". En esta cinta no sé dónde me quiere llevar, no acabo de comprender qué quiere decir, ni para qué ni cómo. Aun así, insisto, se deja ver y creo que será una película muy apreciada en el circuito 'indie'.

martes, 22 de marzo de 2022

§ 2.649. Ha nacido una estrella (William A. Wellman, 1937)

 

Emotiva historia que ha tenido varias versiones. Este es la segunda, después de Hollywood al desnudo (George Cukor, 1932), que acabo de ver hace un mes y me gustó mucho.
Dos actores brillantes: Fredric March, para muchos el mejor actor del mundo, y Janet Gaynor, que no he cultivado mucho.
Un color excesivamente intenso -estamos hablando de 1937- lastra la película, que no se aprecia del todo bien. El sonido, sin embargo, se escucha bastante bien. Seguro que hay mejores copias de la cinta. 
Es emotiva, simpática, llena de vida, pero se va volviendo amarga a lo largo del metraje. Y aunque es una historia muy conocida funciona perfectamente, incluso en estos días. 
La sed de triunfo, las energías del comienzo de la vida, la lucha por progresar, por sobrevivir, por ser capaz de conseguir los sueños más importantes de la vida.
Directorazo inmenso Wellman, del que he visto 17 de 69 que tiene a su nombre. Un año de estos tengo tiene que ser el año Wellman, como este lo es el de Walsh y Melville, y como otros años anteriores fueron otros directores: Wyler, Polansky, etc.