lunes, 20 de marzo de 2017

MANN, Anthony. Cimarrón (1960)


Pues le falta algo. No sé qué es, pero le falta algo... Está bien hecha, muy bien rodada, bien trabajada, una epopeya nueva, pero para ser de quien es esperaba más, mucho más. Un título conocidísimo, pero que no corresponde con lo que se espera. Y no son los actores, ni el diálogo, ni el guión, ni los escenarios, que son magníficos, como todo Mann. Es que hay algo que no encaja. No se explica ni de dónde viene Cimarrón, ni por qué es así, ni cuál es la razón del amor que siente por la chica guapa... y no tanto por su mujer. ¿O sí?.
Es eso que hace que una película sea mítica o simplemente buena. Y esta es buena, pero no mítica.

domingo, 19 de marzo de 2017

FORD, John. Cuna de heroes (1955)

   Este post está dedicado a Pepe Luján, que el otro día me preguntó, en la toma de posesión de D. Alfredo Montoya como Magistrado del Tribunal Constitucional, si Eastwood era un nuevo Ford. No sé si lo leerá, pero voy a intentar explicarme..
   Esta película, Cuna de Héroes (1955) es muy de Ford, y sirve bien al planteamiento que quiero hacer.
Ford no era un hombre cinematográfico, hacía películas, pero no buscaba articular discursos cinematográficos, no es Wilder, ni Wyler, no es Preminger, ni Lang... ni Hitckock, obviamente, ni es Robert Wise, ni Siomadk, ni Tournier, ni Huston... Es Ford. Y eso que significa exactamente?. Es sencillo, Ford es el cronista de lo cotidiano, no de espectaculares construcciones ornamentales poco creíbles aunque efectistas. 
   No busquen en Ford cosas excepcionales. Es el director del día a día, de las cosas comunes, de lo cotidiano, de lo ordinario. No necesita, no quiere, montar sus películas sobre suceso o acontecimientos fuera de la realidad. En ninguna película de Ford las cosas que suceden pueden no suceder en la realidad. Por eso no rodó ciencia ficción, o cintas sobre el futuro. Sus héroes, sus personajes, no son ni dioses ni antihéroes, son humanos, con errores y sufrimientos, con pasiones ordinarias, normales. No tienen el peso del mundo sobre sus cabezas, no son líderes morales que pretenden con su ejemplo contribuir a que la sociedad prospere.     
   Ni siquiera están seguros de que su obrar sea el adecuado, ni siquiera están seguros de que si se volvieran a encontrar con la situación que tienen se comportarían igual, de manera idéntica. Lo que sí tienen sus personajes es autenticidad. Absoluta y radicalmente autenticidad. Son como son las personas excepcionales en situaciones ordinarias.
   Desde ese punto de vista hay películas de Eastwood que sí pueden ser fordianas. Medianoche en el Jardín del bien y del mal, Gran torino, o mismamente Sin perdón.
   Frente a los grandísimos directores que he nombrado, que sí necesitan articular una película alrededor de sucesos extraordinarios, Ford hace una obra de arte como esta con cuatro cosas, ninguna de ellas especialmente aprovechable por los otros directores, y ninguna de ellas singularmente noticiable.
   Otra de las características de Ford, desde un punto de vista técnico es que la cámara siempre es un tercer narrador objetivo, que no se posiciona por ningún personaje y, sobre todo, que es utilizada como un instrumento narrativo. Escribe en tercera persona, narrando acontecimientos, situaciones y pasiones desde fuera, sin tomar partido. No encontraran en todo Ford un contrariado, un trávelling, un juego de sombras y luces... todo lo que hace con la cámara lo podríamos hacer cualquier humano. Poner la cámara en el sitio y abrir el obturador. La diferencia es que él ve por la cámara, mira de forma distinta y ese es su mérito...  Con la cámara te cuenta lo que ocurre, sin más.
   Desde el punto de vista emocional, su emotividad es siempre natural, siempre sobria, solemne, discreta, serena. No hay desgarros, traumas, pasiones desbocadas. Es naturalidad, tranquilidad, objetividad.
   Ford es, en definitiva, un narrador de historias cotidianas, que busca en la normalidad de las emociones su material para las películas. Huye de efectismo, de situaciones complicadas, de tramas complejas y poco creíbles en la realidad. Es naturalidad, tranquilidad, emotividad suave, serena, objetiva...
   Y claro, no lo olvidemos, es Tyrone Power, el mejor actor de su época, de largo (quizá junto con Ray Millan, obviamente) y Maureen O´Hara, dos bestias sagradas del cine.
Cuando Ford hace de Ford, me gusta, me gusta hasta los créditos de la película... 
Eastwood es, obviamente, un director magnífico. Pero simplemente no es Ford, aunque algunas de sus películas puedan ser Fordianas...
   Esta cinta en concreto me ha encantado. No la había visto. Me gustan dos cosas de ella. La determinación irlandesa de permanecer en el ejército de la mujer de protagonista, y la escena de como muere y como, simplemente, él se queda viudo. Sin más. No hay dramas más allá de la realidad. No hay desgarros, te los imaginas, pero no te los muestra. El hombre que hace de cada día su obra de arte, que simplemente de lo mejor de sí mismo en todas las circunstancias, sin pretender trascender, sin darle a su quehacer un sentido determinista es un hombre Ford. Eso te prepara, llegado el caso, y como ocurre en sus películas, a desempeñar en algún momento un papel protagonista en una determinada historia (que es, exactamente, el caso de esta cinta), pero cuando te comportas como siempre has hecho, cuando haces lo que sabes, porque lo sabes, porque lo has hecho en muchas ocasiones, no reclamas para ti ningún mérito, ningún oropel, ningún papel estelar. Simplemente lo haces porque lo has hecho. Lo haces porque es lo que tienes que hacer. Lo haces porque es lo un hombre o una mujer de su tiempo hace cuando lo tiene que hacer.
   No es, obviamente, El Hombre tranquilo, ni Escrito bajo el sol... no es una de sus mejores cintas, naturalmente... Pero es excepcional, solo un paso por debajo de ser considerada una obra de arte.

sábado, 18 de marzo de 2017

YAKIN, Boaz. Titanes, hicieron historia (2000)


   Bueno. Es una película efectista, bien resuelta en cuando al fondo, pero que no supera los umbrales de lo que es, una cinta de entretenimiento, con pretensiones formativas, cosa que siempre es noticiase, pero poco más.
   Futbol,  muchachos un tanto perdidos, un racismo absolutamente presente en las relaciones, en todas las relaciones, personales, sociales, académicas, y, por supuesto, deportivas...
   Entrenador negro, que sustituye a otro blanco, pero este a su vez se queda con él... negro gran jugador que sustituye al titularísimo blanco, que a su vez sufre más tarde un accidente de coche y queda paralítico... 
   Los materiales son buenos, y el resultado también. Me ha gustado. No es una gran película, ni mucho menos, pero está bien.
     No es, obviamente, ni Evasión o Victoria, de Huston, ni Invictus, de Eastwood, ni siquiera aquella tan antigua que se llamaba Hoosiers, más que ídolos, que trataba una problemática parecida pero en baloncesto.
   A Rodrigo, por supuesto, le ha parecido magnífica. Es normal, dice que tan buena como Los Héroes el Telemark, o Centauros del desierto... en unos años apreciará la diferencia... Pero desde luego me sorprende muchas veces sobre sus apreciaciones sobre cine.

viernes, 17 de marzo de 2017

GORDON, Michael. Dirección prohibida (1949)

Me encanta Barbara Stanwyck. me parece un icono del cine, una diosa... No muy recomendable, probablemente, con un punto de mujer fatal importante... Guapa sin ser arrebatadora en el terreno de las rubias, poderosa sin ser espectacular, buena actriz sin ser Bette Davis, enérgica, potente, con carácter, con energía, con intensidad, con autenticidad...
La película es buena. No es Dias sin huella, ni mucho menos, pero en algo se parece. Adicciones, capacidad para que te dominen, imposibilidad de liberarse de ellas... 
Tiene algún que otro defecto importante. Dos muy gráficos. En primer lugar, no se expone cuál es la causa para que tenga la protagonista esa dependencia emocional tan profunda con su hermana. Las explicaciones que da la cinta no parecen suficientes. Debería haberse explicado algo mejor. Y tampoco se expone bien el proceso de adicción de la protagonista. Rápidamente, sin solución de continuidad, prácticamente de manera instantánea pasa de ser una persona norma a una ludópata. No conozco en profundidad cómo se entra en ese mundo, y qué consecuencias tiene, pero imagino que tendrá un proceso, un camino, un devenir,  y que dura un tiempo... En la película prácticamente en dos días se envicia definitivamente y sin solución de continuidad.
Estos dos problemas parecen estar relacionados, y, desde luego, la película, su guión mejor dicho, no expone por qué.
Tiene algo de parecida con la Siodmak: El Gran pecador, también de 1949. 
Recuerdo aquella mejor que ésta, pero es que estaban Gregory Peck, jovencísimo y el animal más bello del  mundo: Ava Gardner...
La profundidad y la tristeza que transmitía aquella no la tiene esta. Ni mucho menos. Esta es buena, pero aquella es de uno de mis directores fetiche.

miércoles, 15 de marzo de 2017

FRANKENHEIMER, John. Los jóvenes salvajes (1961)


   La había visto hace años, hace muchísimo años, quizá veinte. La recordaba magnífica, y lo es. Me gustan este tipo de películas, de la que esta es icónica... De las que crean un género. 
   Frankenheimer es un gran director, solvente, sólido, con muy buenas películas, en la década de los 60. Estas por ejemplo: - El hombre de Alcatraz (1962); - El mensajero del miedo (1962); - El tren (1964); - Siete días de mayo (1964); - El hombre de Kiev (1968); - El hombre de Kiev (1970); y - Yo vigilo el camino (1970) son las más emblemáticas...
   Me gusta mucho Burt Lancaster, es uno de los más grandes actores. Tiene una calma, un sentido del tiempo muy singular, una pausa en las escenas con una mirada de reojo tan peculiar que es perfectamente reconocible.
   La trama es muy fácil de ver, incluso el resultado final. Sabes lo que va a ocurrir pero eso no le resta un ápice de energía o intensidad a la película.

§ 3.373. Cara a cara (Sergio Sollima, 1967)

  Un papel peculiar el de Gian Maria Volonté, interesante, creciendo desde el victimismo e incluso la culpa por enfermar. Y un Tomás Millán,...