martes, 25 de septiembre de 2012

MIKA WALTARI: Sinuhé el Egipcio.


   El fin, que puedo decir... Es una novela absolutamente imprescindible. Maravillosa. Genial. Potentísima, con una fuerza descomunal. La leí hace ya demasiado tiempo, y la recuerdo de forma maravillosa. No me ha defraudado, todo lo contrario.
    Puede ser un juicio algo prematuro, pero puedo considerarla una de las mejores novelas de la historia, y, desde luego, una de mis favoritas.
     En un libro que estoy escribiendo sobre la relación laboral de internos penitenciarios tengo el siguiente apunte: 
     “Sin embargo, la decisión de liberar a los esclavos es muy sagaz, porque así puedo despedir a todos los esclavos demasiado viejos o incapaces que consumen inútilmente mi precioso trigo y mi aceite. No tengo ya necesidad de mantene a mis esclavos con grandes gastos, sino que puedo contratar obreros cuando me convenga y despedirlos cuando quiera sin estar comprometido con ellos, y pagare lo que quiera. El trigo está más caro que nunca y una vez disipada su embriaguez vendrán a suplicarme que les dé trabajo, y esto me costará menos que la mano de obra servil, porque para tener pan acaptarán cualesquiera condiciones”. 
     Para aquellos que alegan que le falta profundidad.

domingo, 16 de septiembre de 2012

ALFRED HITCHCOCK: Recuerda (1945)


      Con las películas de Hitchcock suelo equivocarme con frecuencia. Aquellas que creo que son estupendas cuando las veo por primera vez me parece un coñazo cuando las veo otra, pasado un tiempo, y, sin embargo aquellas de las que me formé una mala opinión, por livianas, poco edificantes o simplonas una vez visionadas de nuevo adquieren una nueva perspectiva. Esta pertenece a éste último grupo.
     Me ha encantado, el tratamiento del suspense, la interpretación de Bergman: esa cara limpia y nítida... y el contenido general de la película es muy de recordar.
     La trama es la clásica y muy conocida... sujeto aquejado de una pérdida total de memoria se hace pasar por siquiatra y acude a una clínica, haciéndose pasar por el director, sin serlo. Un doctora enamorada de él intenta que vuelva de esa nebulosa y lo consigue.
     Es emocionante, al menos a mi me lo parece, ver en los títulos de crédito el nombre de Salvador Dalí como creador de una escena subrealista.

lunes, 10 de septiembre de 2012

GEORGES SIMENON: El tren de Venecia, Tusquet (Col.: Andanzas, núm. 524), Barcelona, 2003.

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   Me sorprendió mucho, y gratamente, el comentario que hacía Javier Marías sobre los gustos literarios de su padre. En su dieta, naturalmente alumbrada de obras densísimas de ensayo y durísimas de filosofía en sentido estricto le gustaba mucho leer a Simenon. Y me recordó que de joven me encantaba, que había leído no menos de veinte novelas de él, entre las muchas de la colección de Maigret y otras. Todas en Tusquet. Me acuerdo que pensé en comprarlas todas, las 117 novelas que escribió en vida, creo que todas traducidas al castellano, o practicamente todas, pero era muy joven y no tenía suficiente dinero.
      Ahora es un proyecto que abordo con ilusión, que a lo mejor me lleva un año, o quizá dos, pero es un escenario perfecto para el nuevo curso que se abre.
    Con respecto a esta novela, como todas las de él, la trama se simple, los diálogos carecen de complejidad y en ello radica gran parte de su elegancia y de su capacidad de embaucar al lector. 
     En este caso el relato es sencillísimo. Un ciudadano francés ha dejado a su mujer e hijos en Venecia por unos días más de vacaciones estivales. Él vuelve en tren a París para volver a trabajar. En el tren se encuentra con una persona que le interroga sobre su vida, como para formarse una idea cabal de él. En el trayecto le pide que le haga un favor ya que él tiene que coger un avión: recoger una cartera de una estafeta de correos y llevarla a una determinada dirección. Así lo hacer, recoge la cartera y cuando entre en la vivienda de la señero a la que va a entregar el paquete la descubre muerta.
     Huye despavorido. Dias después abre la cartera. Miles de dólares apilados y ordenados... y comienza el drama moral que bien construye: qué hacer con él dinero, como explicárselo a su mujer y a sus niños, y en el trabajo, se notará en el trabajo su nueva fortuna. El agraciado con este chollo de la vida descubre que no es tan fácil ocultar dinero y a la vez no disponer de él... empieza a cambiar, de carácter, de forma de ser, ya nada le produce alegría y auténtica felicidad... y al final se tira por una ventana...
     Buena trama, algo simple como todas las suyas, pero muy entretenido.

sábado, 8 de septiembre de 2012

AVILDSEN, JOHN G.: Rocky (1976).

     En fin, película denostada, cien veces vista en televisión y cien veces criticada. El otro día la puse, porque me acordé de la música, pegadiza de verdad. Y la verdad, no es tan mala como parece. Todo lo contrario es una película decente, sumamente decente. De momentos inolvidables, más allá de las escenas de boxeo que no durán más de diez minutos sobre un metraje de cientoveinte.
     La escena en donde el entrenador va a casa de Rocky para pedirle por favor que le deje ser su entrenador es conmovedora. Sobre todo cuando le dice: tengo 76 años, no tengo más oportunidades, es muy emotiva, muy lograda. También la relación de los protagonistas, narrando muy habilmente las dificultades de relación que tienes las personas feas (ella) y poco inteligentes (él).
     Pasado el tiempo sigue conservando una cierta belleza.
     Pero ese año, así como si nada, a los Oscar (esta película se llevó el de Mejor película y Mejor director) se presentaban las siguientes películas, infinitamente mejores que ésta:
Netword, Todos los hombres del presidente y Taxi Driver, aparte de Carrie (y algunas otras) que es una muy buena película, pero desde luego no merecedora de Oscar alguno.
     Desde luego comparar esta película con las grandes del boxeo, para mi: Más dura será la caida, Body and Soul; Nadie puede vencerme; Toro Salvaje, y Marcado por el odio, es un ejercicio estúpido, por perdida de tiempo. Pero en fin, son cosas que pasan.
     Se puede ver la película: sí; es malísima: no. Es buena: sí; es buénísima: no. Y, desde luego, es mucho peor película que las suyas de ese año. 

MILÁN KUNDERA: La broma, Tusquet (Col.: Andanzas), Barcelona, 2012

     Tengo la idea de leer todo Kundera. Bueno, todo Kundera que no he leido, que tampoco es tanto.
Esta es su primera novela, la primera que cronológicamente escribió, aunque se publicaque mucho más tarde y ahora por primera vez en España. Marcada claramente por la influencia descomunalmente abrariva del régimen político checo en el que vivía antes de emigrar a París, a comienzos de los 70. Se trata de las diferentes perspectivas que puede tener un error. Un error infantil. El protagonista estudia en la Universidad y es activista ligado al régimen comunista. Su pasatiento más querido es participar en un conjunto que recupera músicas populares. Su vida en este régimen está ordenada e incluso vive bien, cómodamente, con una cierta alegría. Pero un día escribe en un papel que quiere entragar a una chica a la que persigue una sátira sobre el régimen y su relación con una religión. No es nada especialmente comprometedor, si se quiere observar desde un punto de vista razonable ni siquiera tiene contenido amenazador o pretende uns subversión. Es una broma, una ironía por escrito. Un papel.
     Sin embargo ese error, esa broma y sus consecuencias las va a pagar caramente. Es entendido como un panfleto suberviso y así tratado. Es expulsado de la univerisas y del grupo de coros y danzas... y a partir de ahí todo le irá mal.
     Hay una escena, bastante larga, que se desarrolla en una cabalgata de reyes que podría constituir incluso un relato propio, aparte, separado, dada la complejidad que tiene y la trascendencia que los personajes le dan a participar en ella.
     Novela un poco claustrofóbica, que leida junto con La vida está en otra parte, puede dar una buena idea de lo que piensa el autor qué es un régimen comunista y para qué sirve.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

MILAN KUNDERA: Un encuentro, Tusquet, (Col.: Fábula), Barcelona, 2012


     Obrita corta, probablemente alimenticia, que reúne pequeños ensayos sobre otros escritores, pintores y músicos. Obra cumbres del arte que han alimentado el espíritu del autor, a veces incluso de manera atormentada y recurrente.
     Me gusta mucho dos de ellos. El dedicado a Francis Bacon y el último que trata sobre dos obras de un autor para mi desconocido: Malaparte.
     En medio multitud de pequeños comentarios, que no llegan siquiera a la categoría de recensión, ni siquiera comenario. Los ensayos sobre las óperas me han parecido tediosos, difíciles de leer y muy poco edificantes desde el punto de vista del lector. El dedicado a Janácek para mi es simplemente ilegible, aunque seguramente para el autor sea el más importante, el más sentido, pues su padre, pianista como Janácek y alumno suyo, aprendió el oficio a su vera, y Kundera recuerda su infancia oyendo sin cesar música del maestro checo.
     Bonitos son los comentarios sobre García Marquez, sobre Kafka, o sobre Bertol Brech. Pequeñas perlas de pensamiento seguramente sólo agradablemente percibidas por dos tipos de lectores. Los que como el autor tengan una bastísima cultura libresca, que no es mi caso, y para aquellos que pretendan leer toda la obra del Checo afincado en París, como pretendo.
     Fácil de leer, simple a veces y entretenido casi siempre. Es, como un entremés, algo para hacer boca antes de una comilona: las novelas más enjundiosas de él.

viernes, 31 de agosto de 2012

J. LEE THOMPSON: El pasaje (1979)


     Lo que se supone un gran duelo interpretativo entre Quinn y Mason se queda en un par de dialogos cruzados entre ellos. El resto es casi un argumento de serie B. Un científico necesita escapar de Francia cruzando hacia españa a través de los Pirineos... Necesita la ayuda de un guia que conozca las montañas y no tenga miedo al peligro. Son perseguidos por un fanático nazi un tanto desquiciado que pretende cumplir su función a cualquier precio.
     Las aventuras y desventuras de todos ellos se relatan de forma más o menos acertada, por lo que la película resulta entretenida y amena. Se deja ver. No es una gran película, pero resulta fácil recordarla como interesante.
     Lástima que los personajes secundario no acompañen demasiado a los principales.

§ 3.373. Cara a cara (Sergio Sollima, 1967)

  Un papel peculiar el de Gian Maria Volonté, interesante, creciendo desde el victimismo e incluso la culpa por enfermar. Y un Tomás Millán,...