viernes, 16 de junio de 2017

HUSTON, John. Fat City, ciudad dorada (1972)


   Este tipo de película, que narran derrotas más que alegrías, que son sórdidas y poco edificantes no me agradan. Nunca me han gustado. Es, además, muy difícil de hacerlas bien. Necesitan además de una trama muy precisa unos diálogos bien tramados, unos personajes creíbles y unos actores muy capaces. Un melodrama como los de Sirk tienen su base en la emocionalidad, una película sórdida como esta no sé qué necesita. Pero sé que no necesita nada de lo que necesitan otras. 
   La historia la ley este verano. Es una novela muy conocida de la prosa americana de postguerra, un libro de esos típicos que parece que es obligado leer. Novela que terminas por la simple razón de que la has empezado. Nada más. No me gustó especialmente. El principio sí es muy potente, pero la historia pesa, queda un poso de amargura y malestar que es simplemente inaguantable. La película es parecida, algo más colorista, con un color muy nítido, pero igual de sórdida e igual de amarga.
   No es que no me gusten las películas duras, es, simplemente, algo más sencillo. No me gustas las películas sórdidas. La sordidez de esta es manifiesta. El alcoholismo de los protagonistas es manifiesto, la prostitución evidente, la pobreza estructural, la esperanza ninguna...
   Stacy Keach es un actor limitado. No le he visto mucho, aunque ha hecho muchas películas. Jeft Bridges está muy joven y nada tiene que ver con el tipo de actor que es hoy, un gran actor. Y los demás son pocos conocidos.
    Huston tiene dos clases de películas, las que se pueden ver, las que merece la pena verlas, y las que no tanto, como esta. Pero obras maestras del cine, lo que se dice obras maestras del cine tiene pocas, menos de las que hace años me parecía. Es un buen director, de la industria, del sistema. Pero no puede considerarse un grandísimo director. Hay unos cuantos por encima de él. Muchos.

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