martes, 8 de noviembre de 2016

LEAN, David. Madeleine (1950)

Extraordinaria película, con un guión fabuloso y un juego de cámara inmenso, prácticamente no tiene cortes, y podría plantearse como obra de teatro.
Por ponerle un pero es un poquito larga, 110 minutos, y quizá con 90 hubiera bastado. El comienzo es demasiado lento, con una tendencia a extenderse demasiado, con detalles pequeños, muy pequeños, que no llevan a ninguna parte.
La mujer de Lean, Ann Todd tiene una cara luminosa, y un tanto perversa, como de pícara. Y lo hace realmente muy bien. El para mi desconocido, al menos como actor protagonista, Norman Wooland esté con menos desarrollo en el personaje de lo que podía parecer. 
En la segunda parte la cinta crece, a partir el minuto 70 camina de forma mucho más acelerada, probablemente porque el director así lo quiere, dando la sensación de peligro.
Hau cosas que no se explican, sobre todo lo relacionado con el segundo novio, no queda claro que no supiera algo en relación con el noviazgo previo de la protagonista, o que no lo intuyera. En todo caso es un papel difícil y oscuro.
La sociedad decimonónica británica se encuentra un poco estereotipada, pero quizá la pretensión del director no era mostrarla en modo alguno. Lo que sí queda perfectamente subrayado es la autoridad efectiva que ejercía el padre sobre los miembros de la familia, de manera absolutamente desproporcionada desde la perspectiva actual.
Lo único que es difícil de ver son dos cosas. No se explica cómo se enamora del primer novio, aunque queda claro que él pretende aprovecharse de la situación para prosperar económicamente, y, en segundo lugar, no da pista alguna sobre dos cosas: cómo le envenena con la taza de chocolate en la primera visita de él a la casa por la puerta principal, y, en segundo lugar, qué ocurre desde que él vuelve de Francia tras recibir la carta hasta que muerte por injusta de arsénico. Es evidente que quiere provocar en el espectador la duda sobre su comportamiento en ambas situaciones, sin decantarse por ninguna de ellas, pero eso resta dramatismo al final del acto. Quizá algún plano de ella paseando por la calle, sola evidentemente, o entrando en alguna famacia, algo... El director quiere dejarlo absolutamente oscuro.
Como la risa final de ella dentro del coche. ¿Eres inocente o culpable, Madeleine?

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