martes, 8 de marzo de 2016

ALLEN, Woody. Acordes y desacuerdos (1999)


Generalmente no me gustan las películas de Allen, no las entiendo, esa pretenciosidad, esa sensación de que estamos viendo algo culto, trascendente, siempre chispeante, siempre cool, siempre inteligente... me agota. Pocas películas suyas las consideraría yo entre las mejores 250 de todos los tiempos. Annie Hall, o Misterioso Asesinato en Manhattan si acaso, pero poco más. Las demás pues ni bien, ni mal, con algunas realmente muy malas, muy deficiente, menos creativas de lo que él cree y sin duda ninguna sin tanta chispa intelectual como pretende.
Esta se encuentra a medio camino entre un grupo y otro. Se deja ver, entre otras cosas porque hace mucho tiempo que no veo una suya. También porque la temática me es agradable, un genio de la guitarra que triunfa en el Jazz y que adora a Django Reinhardt, escucha sus discos y llora con ellos. 
Penn intenta hacer un papel de esos que te llevan al Oscar, pero no lo consigue. No lo hace mal, y seguramente esté incluso muy bien caracterizado, pero no se aprecia una ruptura emocional entre su ego como artista y su vida ordinaria. La pretensión del director es mostrar esas contradicciones, y el actor no es capaz de mostrarla. Una cinta parecida, en la que sin embargo sí se aprecia esa contradicción es la del cantante Country interpretado por Jeff Bridges, que me gustó mucho más.
En general Allen está muy elevado a los altares de la cinematografía por quienes no ven mucho cine. Aquellos que tengan un gran recorrido en la visualización, algo de aprendizaje técnico y demás, seguro que simplemente le consideran un buen director, sin más. Al menos yo lo veo así.

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