miércoles, 18 de noviembre de 2015

BERGMAN, Ingmar. El manantial de la doncella (1960)

     Fuerza visual inusitada, inaudita, arrolladora, potente como pocas, con un impacto que parece que cada fotograba puede ser, en sí mismo y con razón, la foto del cuadro de publicidad de la película. Se nota que cuida mucho los encuadres, la colocación de los objetos, incluso las sombras que proyectan los personajes sobre sí mismos.
     El título sólo lo comprendes al final, cuando se produce el milagro de señalar el lugar elegido para colocar la futura catedral.
      Es la primera película de Berman que veo, y me ha gustado más de lo que preveía. Me ha parecido una gran cinta, una gran película,  con una emotividad sensacional, con una capacidad de transmitir muy interesante y con una sensibilidad muy singular.
     Como casi todas las veces que ves algo nuevo, tienes sensaciones prospectiva, y me parece que me va a enamorar Bergman absolutamente. Me parece un tipo de cine al que se llega después de ver con asiduidad otro tipo de películas, que ya he visto. Ahora toca ver cosas nuevas, visualmente más atrayentes, intelectualmente más profundas. Es un cine más difícil de ver, qué duda cabe, pero a la vez más satisfactorio.

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