miércoles, 21 de octubre de 2015

ALLEN, Woody. Manhattan (1979)

   Bueno, pues es lo que hay. Es la misma película de siempre. Siempre hace la misma cinta, juego más o menos divertido para colocar sus obsesiones y gracietas a través de un decorado y un lienzo de personajes. Todo gira alrededor del macho Alfa dominante que es él. Todo. Y al final parece que siempre estás viendo la misma cinta. En esta la singularidad es la ciudad, la belleza del paisaje urbano y la expresividad de la lucha por adaptarte a la ciudad como si fuera un ecosistema propio, configurado como un lugar sin desarrollo al margen de él. No se puede concebir vivir fuera e Manhattan.
     Los personajes se adaptan al medio como si fuera la sabana africana. En él desarrollan y construyen su vida con plena conciencia de que no son autónomos, sino meros subordinados de la ciudad monstruo, aunque no la perciban como tal, sino como el único lugar en que desarrollar su vida.
     La frivolidad de las relaciones humanas, de la vida en pareja, del sexo y de todo lo que tenga que ver con las relaciones humanas muestra hasta qué punto está sobrevalorado el cine de Allen. Siempre rueda la misma cinta, con los mismos problemas de psicoanalistas, de orgasmos nonatos, de borracheras de intelectualidad barata y falta de empatía con los problemas de la vida real. Siempre parte de personajes autosuficientes en el plano económico o laboral, al margen de las necesidades mundanas, que desarrollan actividades intelectuales de altos vuelos -sin decirnos qué ni dónde- y que intentan vivir su vida con los mismos parámetros con los que desarrollan su actividad laboral. La conclusión es evidente: un fracaso absoluto desde el punto de vista clásico. Por lo que a veces no se sabe si estamos ante una parodia, una fábula, un lineal retrato de una realidad o un experimento onírico.
     La verdad, siempre me ha parecido que el cine de Allen está sobrevalorado. Sobre todo por esa intelectualidad patria que aprecia como valor de su propia vida la complejidad y la complicación. Por decirlo de alguna manera el cine de Allen, al menos en este país gusta a quienes adoran a Bergman porque es 'lo que toca' y consideran que Ford es un facha, aunque no hayan visto, ni por supuesto entendido, qué quería decir con sus películas.

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