miércoles, 3 de junio de 2015

BENEDEK, László. Salvaje (1953)

   El nuevo hombre ha llegado. Un nuevo estilo de vida, de forma de ser, de capacidades, de sentimientos, un hombre incomprendido y a la vez fácil de entender, básico en sus pretensiones, complejo en su tratamiento.
   Un hombre que se sabe rebelde pero no sabe por qué, que se conoce en combate, pero no contra qué o contra quién. Que lucha pero desconoce para qué. Un hombre que no sabe pedir perdón, que no puede porque nunca lo ha hecho, un hombre al que nadie le dice lo que tiene que hacer, y, sin embargo, todo el mundo le dice lo que no tiene que hacer. Un hombre que no teme a la policía, a la sociedad en la que incrusta, un hombre que no le tiene miedo a nada, quizá sólo a sí mismo.
    Un nuevo modelo de vida se augura en la cinta: trabajar toda la semana y desparramar el fin de semana. Toda una cultura el ocio que todavía hoy subsiste, que todavía hoy se lleva en la sangre y en la piel del lumpen proletariado.
     La película tiene dos méritos. Implementar una iconografía muy clara del nuevo hombre rebelde: vaqueros cortos, botas altas, chupa de cuero, gafas de rock... ese look permanece todavía como uno de los más reconocibles de los que cine ha dado. Y segundo, crear un personaje que sobrevive a sí mimos: ese nuevo hombre del que hablamos, callado y resignado a su vez a su suerte, que se sabe no muy buena, incapaz de canalizar sus emociones más allá d ella fuerza bruta, de la fuerza salvaje, de la emoción basada en enormes dosis de potencia, de "camión en cacharrería"...
   Me parece una película que marca un nuevo género de cine, por la fecha o por lo importante de su impronta, por su estética y por la pose y actuación de sus actores. Es una película en la que todavía hoy, más de sesenta años después puedes encontrar arquetipos del funcionamiento de la juventud actual, ese pasar desdeñoso por la vida, ese pasotismo ante todo y ante todos, ante el sufrimiento y ante la alegría, esa dependencia del alcohol para aspectos lúdicos.
   Brando pues enorme, como siempre... Me ha sorprendido Lee Marvin. Me ha sorprendido que en tantas y tantas películas clásicas interviniese, es todo un clásico. Me recuerda, en este aspecto a Robert Ryan...

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