jueves, 30 de abril de 2015

NIEMAN, Damian. Shade (2003)

Es entretenida. No es exactamente una copia o un remake de El Rey del Juego, pero se le parece, se inspira en ella, solo que los jugadores no juegan con su inteligencia, sino con trampas. El juego ya no sólo consiste en aprender a engañar al contrario con tu precisión, intuición, con tu riesgo, sino, sobre todo, con hacer las mejores trampas.
Pero es divertida. Ver a Stallone en el papel de Edward G. Robinson es un poco patético, por eso el director no quiere hacer una copia de aquella película de Jewison, sino algo más distinto, en una temática parecida, pero con personalidad propia. No es el típico telefilm malo de solemnidad, ni tampoco una película fallida. Es lo que es, un rato de diversión viendo cómo se manejan las cartas y cómo el que juega a engañar seguramente termina engañado. También, de alguna manera, muestra la realidad de que tras un desengaño amoroso siempre hay un resentimiento que puede acabar con cualquier persona, derruirla, destrozarla, terminar con ella. Y ese sentimiento es poderoso, te impulsa, te mantiene vivo y en guardia.

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