jueves, 19 de febrero de 2015

HILLCOAT, John. La carretera (2009).

Película oscura y dura donde las haya. Por dos veces he intentado verla anteriormente, y sólo a la tercera, y porque me he hecho el propósito lo he conseguido. No se sabe si es una alegoría del fin de la civilización, un viaje iniciatico, un aprendizaje de vida, una crítica al consumismo y al economicismo individualista, o qué.
Por momentos me ha parecido una cinta gore, sin más. Por momentos detecto destellos de un trasfondo más sofisticado, por momentos comprendo que me quieren decir algo pero no sé qué es, por momentos detecto que es una lucha entre el bien y el mal, entre el futuro de lo que debe ser (el niño) y lo que realmente es (el padre).
Desde luego no es George Cuckor, ni nada por el estilo, no es Luist, ni Mankiewick, nada parecido a algo sutil y delicado.
No es la condición humana puesta en entredicho, no es sin más una lucha por la supervivencia.
Es oscura, callada, con desolación, paisajes muertos, caníbales por todas partes, solitarios acechantes, vida que no es vida.
Hay un momento, al inicio de la cinta, cuando la mujer, después de dar a luz en casa y perder el hijo, probablemente en una gran depresión pero con una cierta lucidez, justo antes de marcharse, no se sabe muy bien a dónde, pero seguro que a morir, le dice: yo no quiero sólo sobrevivir. Esa es la clave en la que hay que ver la película. Qué es vivir: no morir?

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