martes, 30 de octubre de 2012

FRITZ LANG. Los verdugos también mueren (1943)



Hay que hacer un esfuerzo de empatía para situarse en la época en la que se rodó la película y quién la hizo: en plena guerra mundial, un alemán exiliado a Estados Unidos. Lang se lo debía todo a su país natal. Había sido un niño mimado de los estudios y de la industria germana, había tenido libertad total para hacer lo que quería, se le había consentido todo, incluso una oscurísima muerte de su mujer, probablemente por su propia mano, había sido tapada. Pero ello no era suficiente para taparle la conciencia. Se posiciona como nadie a favor de los únicos con quien el bien podía estar, y aporta su granito de arena a esa fabuloso maquinaria de propaganda bélica que aquellos años hizo de la oposición al régimen nazi todo un subgénero, como luego los problemas de espías en la guerra fría.
Parte de un hecho real, el asesinato por parte de la resistencia Checa del protector Nazi de Bohemia, Reinhard Heydrich.
Este oficial, al parecer todo un sicópata, amigo muy personal del propio Hitler, era quien había ideado, junto con su mujer, los casas de descanso para el alto mando Nazi. Putas, alcohol, juegas,  y probablemente estupefacientes corrían en estos burdeles higt sociaty de manera regular. En los sótanos de los mismos se grababan todas las conversaciones que estos jerarcas tenían con sus amantes, regulares o esporádicas, y conocías todas sus debilidades, gustos sexuales, sevicias, y demás ‘virtudes’ que luego utilizaban convenientemente en los juegos estratégicos de poder dentro del régimen. Ideado como mecanismo para reprimir la oposición interna dentro del régimen, se convirtió en un fabuloso artefacto de represión a los no absolutamente fieles a Hitler. Hay una película que relata bien esta historia, se llama Salón Kity, pero no me acuerdo ahora de quién es.
Luego, cuando es asesinado, su mujer cae en desgracia en el régimen, prácticamente es escorada del todo, dada la cantidad de información que posee de todo el mundo y el resentimiento que contra ella se había generado por esa circunstancia.
Tampoco su asesinado, como se aprecia en la película, se esclarece del todo; se da por buena la versión más factible, pero no se continua con la represión brutal con la que comienza la película: asesinar a 40 civiles todas las mañanas hasta que aparezca el asesino.
La película es buena, sin ser extraordinaria. Es de Lang, sobre todo por el tratamiento de la luz, los encuadres y la expresividad, muy contenida, de los actores. El ambiente opresivo que crea no es demasiado abigarrado, y tampoco se regodea en los aspectos más sórdidos. Hay escenas violentas, pero no crueles. O al menos la crueldad se insinúa, pero no se muestra.
Un pelín larga para mi gusto, aunque esa idea muy de que a las películas, también a algunos libros, le sobra cantidad, a lo mejor la tengo que dar otra vuelta de tuerca…

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