lunes, 30 de abril de 2012

ROY ROWLAND: El único testigo (1954)

     De factura impecable, rodada con maestría, excelente música, muy buenos diálogos, bien ambientada, vestuario más que decente, y con una Barbara Stanwyck estelar, con una interpretación soberbia, contenida pero firme. Muy en la línea del gusto de la época.
     Dos aspectos conviene resalar. El primer es la magnífica música que acompaña toda la película, tan buena como cualquier otra de cualquier película de cine negro. Intensa, con buen sonido, emotiva, y cambiante según la intensidad dramática lo requiera.
     El segundo aspecto es el tratamiento de la luz, de la poca luz que a veces, a lo mejor demasiadas, ilumina la cara de la protagonista. Esa forma de tapar con sombras la cara e iluminar sólo el rostro es muy característico de la época.
     Me ha gustado mucho también George Sanders en su papel. No le tenía yo por un gran actor, pero lo hace bastante bien.
     La trama es casi lo de menos, una de policía bueno enamorado de la chica que cree haber visto un crimen en el edificio de enfrente, pero las pruebas no lo corroboran así.
     Obviamente tiene que gustarte el género, pero si es así enamorará... Desde luego la elevo a la categoría de película más que interesante, aunque habrá que verla otra vez para confirmar esta intuición. Junto con "Chantaje a una mujer" recientemente vista, las mejores del año.
     Un detalle sin importancia, pero que puede ser curioso. Aunque todos los apartamentos y edificios de la época parecen iguales, estaría por apostar que la escena de "Perdición" que se desarrolla en el pasillo, cuando se abra la puerta hacia fuera (inaudito) y se esconde la protagonista (también Stanwyck) detrás de ella, es en el mismo escenario del pasillo donde el asesino guarda el cadáver... A lo mejor no, pero por las fechas puede coincidir.
     Otro detalle bonito es fijarse en los vestidos de la protagonista, que hace un desfile impresionante de ropa clásica, con faldas con mucho vuelo ajustadas a la cintura y jerseys ajustados en una talla imposible.
     En fin, una muy buena película, quizá demasiado corta, sólo 79 minutos, que merecía algo más de metraje, a diferencia de las de la época actual, en la que, en general, sobre metraje, porque son de pero calidad.
    

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