domingo, 8 de abril de 2012

JAVIER MARÍAS: El monarca del tiempo, Agencia Literaria de Mercedes Casanovas, Barcelona, 2003

     Las primeras novelas de Marías me suenan a experimentales. ´Ésta de 1978 reeditada en el 2003, lo es en el sentido más absoluto de la palabra: le servían para experimentar. Técnica literaria, capacidad de síntesis, desarrollo de la trama, desenlace de los personajes. Y, sobre todo, esa capacidad suya tan característica de narrar de forma excelsamente preciosista, llevada al paroxismo con Tu rostro mañana, y algo menos con Los enamoramientos.
     A diferencia de Los Dominios del Lobo, que es un claro ejemplo de escritura automática, escrita tal y como salío de la pluma y de la cabeza del autor, esta novela juega con la prespectiva del tiempo, en su dimensión espacial y temporal.
     Libro compuesto de varios relatos, en el que en cada uno de ellos se expone, como si se tratara de un caleidoscopio, cómo el tiempo determina la precisión de los acontecimientos, especialmente los pasados.
     Aunque algunos son meras elucubraciones más cercanas al ensayo que a la novela, son interesantes de leer. El primero de ellos, El espejo del mártir, es sin duda el más bonito desde el punto de vista estilístico. Militares en guerra unos contra otros, todos en la misma dirección pero en perspectivas diferentes de cómo se guerrea y para qué sirve el tinglado de la guerra.
    El personaje principal de Portento, maldición, es, a mi juicio, el mismo que en El hombre sentimental, la primera gran novela de Marías, y una de las más desconllantes de su ya extensa obra. Mezcla de rebeldía e incomprensión hacen de él un personaje del que desconfiar, del que no fiarse.
     Fragmento y enigma y espontoso azar es el trabajo más bonito de la colección de relatos. Un delicado juego de fuerzas sobre cómo el momento preciso en el que se cuenta un cuento, en este caso relacionado con el asesinato de Julio César puede determinar el impacto que la noticia tiene en el lector. Sorprendente y hasta cierto punto doloroso, sobre todos para los que queremos expulsar de la determinación del preciso azar los acontecimientos de nuestra vida.
    El viaje en tren que plantea Contumelias y el vibrante monólogo interior que un hermano le hubiera gustado decirle a la hermana casadera cuando transitan para ir a Bruselas a contraer el matrimonio me rocordaba, no poco además, al aroma que se respiraba en Los Bundendrok, de Thomas Mann. El barroquismo de la descripción, y la suave templanza de su pulso lo hacen merecedor de más de un elogio.
    El último relato es el diálogo estructurado entre un precepto y su díscolo alumno y su alterego. La llama tutelar recuerda bagamente a esos pasajes de Corazón tan blanco tan característicamente tan british.
   Los Apendices son divertidos únicamente para aquellos que sean capaces de reconocer a algunos de los personajes inmortalizados en ellos. Pero al lector común, como es mi caso, poco nos dicen, más allá de alguna pequeña gracieta con loa nombres y títulos que anuda.
   En definitiva, obra recomendable para los lectores muy de Marias, que quieran conocer cómo ha llegado a ser uno de los autores más importantes del español actual, firme candidato a mi juicio, a la más alta distinción literaria: el premio Novel de literatura. Si escribe cuatro o seia novelas más como Tu rostro Mañana puede llegar a formar parte de esa nómina de personales de Literatura y Fantasmas, entre los que Papini era uno de los más importantes, tan celebres como irreconocidos por la academia sueca.
     Para los que gusten de conocer las obras completas del autor, indexo una  págin web que resume su obra cronológicamente: http://www.javiermarias.es/

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